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Por: Rosa Isabel Zarama Rincón, publicado en Página 10, diario de la ciudad de Pasto, Colombia en el mes de abril, a raíz del fallecimiento de este ilustre médico.
En estos días, en donde las discusiones en torno el COVID-19 son tan frecuentes, extrañamos los conocimientos del médico especialista en Epidemiología y Salud Pública, Álvaro Moncayo Medina quien con su amplia experiencia contribuiría a aclarar las dudas que la enfermedad suscita. Álvaro nació en Pasto en 1941, en el hogar formado por el contador Luis Moncayo y Emma Inés Medina, educadora y poeta pastusa de gran relevancia local entre los años 1930 y 1984. En la familia se valoraba la inteligencia y se le daba la razón a quien la tenía, esos valores Álvaro los interiorizó en su vida personal y profesional.
Desde niño demostró su interés por la medicina: en esa época, jugaban a que él era el médico y sus hermanas menores Isabel y Ana María, las pacientes. En el colegio San Francisco Javier cursó primaria y secundaria en donde lo reconocieron como el mejor bachiller de su promoción. Posteriormente, en la Universidad Javeriana estudió medicina (1969) y en la Universidad de Antioquia se especializó en Salud Pública (1970) y Epidemiología (1972). Luego hizo su maestría en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) y practicó en el CDC (Centers for Disease and Control) en control y prevención de enfermedades.
Entre 1976 y 2001 trabajó en Ginebra (Suiza) en la Organización Mundial de la Salud (OMS) como Director del Programa de Investigación y control, posteriormente fue Consultor en epidemiología. Desde allí, junto con otros profesionales diseñó programas para reducir la enfermedad de Chagas en Suramérica y de otras enfermedades propias del trópico, entre ellas, leishmaniasis, malaria, paludismo y fiebre amarilla a través de mejores diagnósticos y al control de los vectores transmisores de esas dolencias en diferentes países de Latinoamérica y África. Tal como se aprecia, la salud pública fue una de sus principales preocupaciones profesionales.
Ya jubilado, entre 2001 y 2015, se desempeñó en la Universidad de los Andes (Bogotá) como investigador asociado del Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología tropical (CIMPAT) y catedrático, en donde entre otras actividades dirigió varias tesis de maestría sobre sus especialidades. En 1995, lo eligieron miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Medicina, del que fue su vicepresidente en 2009. Asesoró a numerosas organizaciones nacionales e internacionales. Uno de sus últimos trabajos lo desempeñó en 2012 con la Fundación Bill y Melina Gates, formó parte de un comité asesor en Salud Pública, siendo el doctor Moncayo el único médico latinoamericano que convocaron, posesionándose en Los Ángeles y trabajando a través de internet. Al mismo tiempo, fue miembro de sociedades científicas nacionales e internacionales como la Epidemiological Association y la Sociedad Colombiana de Parasitología y Medicina Tropical.
Entre sus escritos se encuentran: el libro Salud pública-perspectivas (2011) del que fue coautor junto con su colega Gustavo Malagón Londoño. Publicó más de 38 artículos en revistas de medicina y 13 capítulos de libros en publicaciones suizas, francesas, inglesas, argentinas, estadounidenses, brasileras y colombianas, entre otros países. Numerosos de sus artículos trataron sobre la enfermedad de Chagas, la cual en Colombia y Suramérica ayudó a combatir. Debido a sus altas calidades profesionales recibió numerosos reconocimientos académicos en Colombia, Estados Unidos y Brasil, uno de ellos fue el Premio Carlos Chagas otorgado por el Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, Brasil (2000).
Cada año viajaba a Pasto en donde compartía con sus familiares, sus amigos del colegio y sus conocidos. Disfrutaba del locro con empanadas de añejo, las empanadas de horno, el champús, la juanesca y los pasteles de queso, entre otras preparaciones de la cocina tradicional de la ciudad. Yolanda Martínez Santacruz lo definió así: “Álvaro Moncayo fue una persona muy inteligente y sensible que luchó por conseguir la excelencia y lo logró. Fue honrado consigo mismo y con los demás y vivió a plenitud su vida. Dejó huella, sembró afecto y respeto”.
Nota: El académico Moncayo tenía una nota sobresaliente en cultura general, era muy buen lector, conocía de ciencia, artes, literatura, viajó por muchas partes del mundo, era buen conversador y Socialite. En la Academia Nacional de Medicina de Colombia fue miembro de número, secretario y vicepresidente en la Junta Directiva, organizó y perteneció a varias comisiones de la Academia y su participación allí fue destacada.