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Por Daniel Jácome Roca.

 

El autismo (o espectro autista) es un desorden neuro-conductual –hereditario y heterogéneo del desarrollo del cerebro, que comienza en niños menores de tres años de edad y que deteriora su comunicación e interacción social causando un comportamiento restringido y repetitivo. Pueden jugar un papel en estos síndromes, algunas anormalidades cromosómicas.

Las soluciones ni son simples ni uniformes en los diferentes síndromes, que algunas veces se asocian con patologías conocidas como el síndrome de Down, rubéola congénita, síndromes de Rett o de la X frágil, embriopatía por valproato, etc. Para hacer un diagnóstico de autismo, el DSM-IV –de la Asociación Americana de Psiquiatría- indica que es necesario encontrar las siguientes características:

A. Un total de seis o más manifestaciones de los puntos (1), (2) y (3), con al menos dos del punto (1), al menos una del punto  (2), y al menos una del punto (3).

 

1. -Trastorno cualitativo de la relación, expresado como mínimo en dos de las siguientes manifestaciones:

a. Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos, la expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social.

b. Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel de desarrollo.

c. Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros con otras personas (por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos de interés).

d. Falta de reciprocidad social o emocional.

 

2. -Trastornos cualitativos de la comunicación, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:

a. Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar con medios alternativos de comunicación, como los gestos o mímica).

b. En personas con habla adecuada, trastorno importante en la capacidad de iniciar o mantener conversaciones.

c. Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrásico.

d. Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de imitación social adecuado al nivel de desarrollo.

 

3. – Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetitivos y estereotipados, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:

a. Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal por su intensidad o contenido.

b. Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.

c. Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo, sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos de todo el cuerpo, etc.).

d. Preocupación persistente por partes de objetos.

B. Antes de los tres años, deben producirse retrasos o alteraciones en una de estas tres áreas: (1) Interacción social, (2) Empleo comunicativo del lenguaje o (3) Juego simbólico.

C. El trastorno no se explica mejor por un Síndrome de Rett o trastorno desintegrativo de la niñez.


El Dr. Daniel Jácome Roca es Miembro correspondiente extranjero, de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Neurólogo, Franklin Medical Center, Greenfield, MA. Profesor Asociado Clínico de Neurología, Darmouth College of Medicine y de la Universidad de Miami.

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