Una calvicie poco conocida

La alopecia areata afecta al 2% de la población. Puede asociarse a muchas otras condiciones, como enfermedad de tiroides, diabetes tipo 1, alergias y asma y es similar a otras enfermedades dermatológicas, como eczema, psoriasis o vitíligo. Los desencadenantes de esta enfermedad autoinmune podrían incluir estrés, infecciones y medicación. Según la Fundación Nacional de Alopecia Areata (NAAF) de EE UU –una organización sin ánimo de lucro que promueve la investigación y el apoyo a pacientes y familias– la patología afecta por igual a hombres y mujeres de todas las edades, aunque el primer brote suele surgir durante la infancia. En el mundo, la sufrirán unos 147 millones de personas en algún momento de su vida. Existe una predisposición genética. Los factores que desencadenan esta enfermedad autoinmune aún se desconocen pero podrían incluir estrés, infecciones virales y la toma de medicamentos.

En general, empieza con una pequeña área redondeada o parche, que se queda calva en el cuero cabelludo –la barba y otras zonas con vello también pueden verse afectadas– y puede avanzar hacia una pérdida total del cabello (alopecia totalis) o hacia una caída radical del pelo y del vello de todo el cuerpo (alopecia universalis). También influyen factores ambientales y otros desconocidos. Tener antecedentes familiares de alopecia areata aumenta el riesgo de que los descendientes puedan desarrollarla, pero no indica que la vayan a padecer seguro. Esta enfermedad es impredecible. Al igual que el cabello desaparece súbitamente, puede volver a crecer e incluso caerse de nuevo. El problema surge porque el sistema inmune ataca a las células de los folículos capilares, que se encogen y dejan de producir pelo visible. En la actualidad no existen tratamientos curativos contra la alopecia areata. Sin embargo, los folículos se mantienen activos, por lo que en cualquier momento, si reciben la señal adecuada, podrían volver a producir pelo, incluso sin tratamiento y habiendo pasado varios años. A la espera de que esto suceda, los pacientes buscan activamente una cura. Pero ni la terapia con células madre, ni los factores de crecimiento, ni los trasplantes robóticos de pelo funcionan para ellos. En la actualidad desafortunadamente no existen tratamientos curativos.

En busca de un tratamiento eficaz de la alopecia

En formas de alopecia areata poco extensas, los tratamientos suelen ser efectivos para frenar los brotes y conseguir que se recupere el cabello; el porcentaje de éxito depende de muchos factores: el tipo de alopecia, la edad del paciente, el tiempo de evolución y las características del paciente.Por lo general, en formas poco extensas, funcionan en más del 90% de pacientes; sin embargo, en la areata total o universal el porcentaje puede bajar del 50%. Además de los corticoides, la alopecia areata universal puede tratarse con inmunosupresores (azatioprina, metotrexate, ciclosporina), pero con éxitos variables. También puede utilizarse la inmunoterapia tópica con difenciprona. En un estudio recientemente publicado en JAMA Dermatology, el investigador Leger demuestra la eficacia de un tratamiento con adalimumab –una sustancia inhibidora del factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés)– en una paciente de 30 años con alopecia universalis y eczema. El trabajo confirma el crecimiento del pelo de la mujer incluso una vez finalizada la terapia con este inmunodepresor de los linfocitos T, que forman parte del sistema inmune y se crean a partir de células madre de la médula ósea. Sin embargo, en un trabajo anterior el tratamiento con otro tipo de inmunodepresores no había funcionado en 17 pacientes con alopecia de moderada a severa. Incluso en varios de ellos la calvicie había empeorado. Otros estudios demostraban que los tratamientos con inhibidores anti-TNF provocan directamente alopecia areata. Una nueva línea de tratamientos denominados anti-JAK ha dado resultados esperanzadores. Según Leger, el mecanismo inflamatorio implicado es complejo y varía en función de cada paciente. Se necesita más investigación para explicar el proceso inflamatorio involucrado y para predecir qué pacientes serán más susceptibles de responder al tratamiento.

Una curación a la vista

La respuesta podría estar en una nueva línea de tratamientos denominados anti-JAK (ruxolitinib y tofacitinib), “con resultados esperanzadores”, confirma el dermatólogo español. Durante el último año, algunos estudios han mostrado su eficacia en varias personas. Es el caso de un paciente con alopecia universal y psoriasis en placa. Investigadores de la Universidad de Yale han logrado que el pelo de un hombre de 25 años vuelva a crecer a los dos meses de empezar con tofacitinib. A los ocho meses, el paciente ha vuelto a verse tal y como estaba siete años atrás, cuando perdió todo su pelo. El estudio, publicado en Journal of Investigative Dermatology, es el primero en demostrar la eficacia de este medicamento biológico. Este fármaco combate la inflamación mediante una nueva vía de acción: inhibiendo la vía JAK, que participa en la aparición de la alopecia areata. El paciente no solo ha recuperado su cabello sino también el vello en cejas, pestañas y barba. Desde hace cinco años, los anti-JAK representan una nueva línea de tratamiento al bloquear unas pequeñas proteínas importantes en la señalización celular. Los inhibidores JAK han demostrado ser muy eficaces en modelos animales y, aunque las cifras sean pequeñas, todos los pacientes con alopecia areata severa han vuelto a tener pelo con este tratamiento, se afirma en una revisión de finales de 2014 sobre los tratamientos emergentes de diferentes tipos de calvicie en la revista Expert Opinion on Emerging Drugs.

¿Solo es una cuestión de pelo?

Hasta entonces, a los pacientes con alopecia areata solo les queda asumir su nueva imagen, después de afrontar el shock inicial y el rechazo de los demás. Un paciente dijo: “La gente te ve sin pelo y piensa que tienes cáncer, y hay que aceptar con resignación las miradas ajenas”. A nivel emocional el proceso de la pérdida de pelo puede ser devastador Numerosos estudios científicos recogen los aspectos psicológicos de este trastorno autoinmune. En un trabajo, publicado en Acta Dermato-Venereologica, investigadores del Instituto Dermatológico de la Inmaculada señalaban que las repercusiones estéticas de la patología provocan cambios profundos en el estado emocional de los pacientes, que pueden sufrir depresión, ansiedad e histeria. Además, pueden tener tendencias hipocondríacas y conflictos con su entorno social. Según los expertos, la infancia es el momento más crítico para afrontar la enfermedad. Se relacionó la alopecia areata con el suicidio en niños en un trabajo publicado el año pasado en Medical Journal of Australia. Pero ante los ojos confundidos, insensibles y hasta crueles de los otros, muchos luchan por que la alopecia no direccione sus vidas. Lo único que me diferencia de los demás es que en invierno paso más frío y en verano necesito más a menudo protección solar, dijo un joven paciente.

Barack Obama habla de alopecia areata 

A principios de febrero, durante la celebración del 114º Congreso Estadounidense, el presidente Barack Obama incluyó los proyectos de investigación sobre alopecia areata en su propuesta presupuestaria para el próximo año fiscal 2016. Obama solicitó unos 31.000 millones de dólares destinados a los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), es decir mil millones más respecto al año fiscal 2015. De ahí, unos 533 millones se asignarán al Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la piel (NIAMS, por sus siglas en inglés), 12 millones más que el año pasado. Esta patología toca en los Estados Unidos a 6,6 millones de personas.

Fuente: SINC

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