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La Academia Nacional de Medicina y el Museo de Historia de la Medicina que forma parte de la Academia organizaron el pasado 19 de junio un cine foro, sobre el documental “Ana Rosa” de Catalina Villar, cineasta colombiana, residenciada en París desde 1984. Allí estudió cine en La Fémis, continuó su formación luego de cursar medicina y obtener un máster en Psicopatología Social en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales. Villar, hace casi tres años se puso en contacto con el coordinador de la Comisión del Museo de Historia de la Medicina, Dr. Hugo Sotomayor Tribín, para realizar unas tomas en su interior para su futuro proyecto. El documental vió la luz tras la pandemia y cuenta la historia de su abuela Ana Rosa Gaviria quien fue sometida a una psicocirugía (lobotomía) en la mitad del siglo XX.  

El documental es una búsqueda de respuestas a una pregunta clave ¿Porqué se recurrió a esta intervención?  Un relato familiar en la voz de la cineasta que quiso buscar la respuesta a  través de especialistas médicos, visitas familiares y archivos de diversos orígenes tras esta tragedia privada que le da voz a una de las víctimas del procedimiento hace más de 50 años. 

Ana Rosa Gaviria Paredes era una mujer independiente, amorosa, esposa y madre, amante del piano, viviendo su vida en medio de una sociedad conservadora que un día fue sometida al controversial procedimiento que buscaba “cortar” la conexión entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro y que en ese momento se consideraba la única forma de tratar condiciones severas de depresión, esquizofrenia, TOC entre otras condiciones. 

“Se basaba en una visión terriblemente cruda y simplista del cerebro. La idea era que los pensamientos angustiantes y obsesivos daban vueltas y vueltas e interrumpiendo el circuito se podían detener esos pensamientos”, afirma el neurocirujano británico y escritor Henry Marsh.

Ya sea por vergüenza o por el dolor de las consecuencias del procedimiento, la historia de Ana Rosa se fue diluyendo con el transcurrir del tiempo, incluso dentro de su propia familia. 

El documental recupera su memoria, su historia narrada por su hijo menor y la de otras pacientes y es un punto de reflexión sobre hasta dónde la enfermedad, o el desconocimiento o la sociedad misma intervinieron en sus enfermedades o en la formulación de sus diagnósticos.

El documental ha estado rotando por festivales nacionales e internacionales donde ha recibido varios premios.

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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