Visitas: 34
Conversatorio virtual apoyado por el Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos – ICEB y la Academia Nacional de Medicina con la Dra. Carolina Soto Méndez. Abogada, PhD en Bioética, consultora en investigación y bioética, docente investigadora de la Universidad Alexander von Humboldt en el eje cafetero.
La población habitante de calle ha sido históricamente invisibilizada y sus derechos vulnerados. La Dra. Soto se inclinó a estudiar esta situación en su tesis doctoral “La relación vulnerabilidad-autonomía desde una perspectiva bioética. Estudio de caso de los habitantes de calle en instituciones Distritales de Bogotá, D.C.”
En el año 2016, una zona de la ciudad conocida como “El Cartucho” vivió un proceso de desalojo y desmonte por parte de las autoridades distritales. La zona se había convertido en un lugar vetado donde había consumo regular de estupefacientes y habitaban cientos de personas en situación de calle. El primer censo oficial hecho por el DANE un año después en 2017 estableció que en Bogotá eran 9.538 los habitantes de calle, al menos los censados.
Esta realidad llevó a la Dra. Soto a la pregunta, ¿una persona vulnerable puede ser autónoma? ¿La relación de autonomía es compatible con la vulnerabilidad? Su tesis busca determinar la forma en la que se entiende la vulnerabilidad en relación con la autonomía para la toma de decisiones por parte de este grupo de habitantes que están en proceso de restablecimiento de derechos en instituciones que ejecutan la política pública de habitabilidad de calle en Bogotá.
La política pública sobre este tema en Bogotá está más avanzada que en el resto del país y las circunstancias para cada ciudad o municipio son diferentes. El enfoque para la Dra. Soto estaba dado por la bioética de protección que implica reconocer al otro como un ser vulnerable y la teoría del reconocimiento que mira al otro y reconoce su existencia.
El modelo usado para el análisis fue a través de entrevistas semi-estructuradas en 3 instituciones del Distrito, con el consentimiento informado de los participantes, garantizando su derecho a no contestar alguna pregunta o retirarse de la entrevista. Las entrevistas fueron privadas, ocurrieron dentro de las instituciones pero sin la presencia de funcionarios para garantizar la libertad de expresión de los participantes. Sus nombres reales fueron protegidos con pseudónimos para proteger su identidad, pero las historias son verídicas.
La calle no es solamente el lugar físico donde transitan, es su forma de vida y mide su fortaleza ante las circunstancias. Uno de los entrevistados manifestó que la calle es pa’ machos. La autora Martha Correa plantea que en la calle se observa debilidad y fortaleza, su prioridad es la supervivencia no el autocuidado y de cierta forma esto también está relacionado con la forma en que son percibidos.
La sociedad los rechaza y ellos sienten esa aversión inclusive desde la institucionalidad representada por fuerza pública, entes gubernamentales e incluso hospitales. Aunque tienen derechos reconocidos no hay una materialización de esos derechos en la práctica.
Para ellos la autonomía está relacionada con la forma en que pueden disponer de su vida, sus reglas son las reglas de la calle. Así como no hay un tiempo límite de permanencia establecido para vivir en la calle tampoco hay una fórmula mágica para lograr que la abandonen. Esa decisión es personal y generalmente está mediada por el cansancio, el hastío o cuando perciben que se encuentran vulnerables o son vulnerados en ella.
“No quiero dar un paso atrás; llegan momentos de ambivalencia, momentos en los que uno ya no quisiera saber nada; momentos en los que uno va a querer fumar droga, y yo lo he hecho muchas veces, pero entonces es el momento de decir no, prefiero fumarme un cigarrillo a coger otra vez una pipa, un tarro de pegante o a estar mendigando otra vez. Pero esa es la decisión diaria de todos los días” (Ezequiel, comunicación personal, 19-11-2019).
Las circunstancias que fueron detonantes para llegar a la calle son variadas según se pudo establecer en las encuestas. El consumo de drogas, el abandono o rechazo familiar, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, el desplazamiento desde otras regiones del país, todas ellas indican un antecedente de vulneración. A esto se suman los factores que se presentan ya habitando en la calle, enfermedades, carencias afectivas, riesgo de accidentes, entre otros. Su dignidad y autoimagen se ve afectada al punto de no reconocer su valor como personas.
La política pública local y nacional tiene una serie de carencias. Se requiere fortalecer la autonomía, brindar herramientas que les permitan mantener la decisión de permanecer fuera de la calle a lo largo del tiempo, especialmente a los egresados del sistema que tienen eventualmente que enfrentar las mismas condiciones de riesgo que los pusieron allí y sobre todo transformar la mirada desde las instituciones al habitante de calle como una condición multisistémica y no solamente un problema de salud.
En Bogotá, hay una reformulación de la política pública planteada para el 2025. Hasta marzo de este año los temas relacionados con habitabilidad en la calle eran regidos por el Ministerio de Salud y Protección Social, ahora, el encargado, será el Ministerio de la Igualdad, lo que podría ampliar el espectro de una mirada puramente clínica, a una mirada integral.
La presentación completa en: Autonomía bioética y vulnerabilidad. Estudio de caso
Nota-resumen. Victoria Rodríguez G. Responsable plataformas digitales Academia Nacional de Medicina.