Visitas: 7
Premio otorgado al equipo de investigadores del Instituto Nacional de Cancerología.
Alba Lucía Cómbita, bacterióloga, maestra en bioquímica y doctora en ciencias, es docente y coordinadora de investigación del Instituto Nacional de Cancerología, INC. Su trabajo de investigación, del que es autora principal, es el resultado de un trabajo en equipo de 8 investigadores, del que también hace parte Ximena Torres, bacterióloga, maestra en ciencias biológicas y doctora en ciencias biomédicas.
La leucemia linfoide tipo B es uno de los principales cánceres en la población pediátrica en Colombia, representando el 75% de los canceres en niños y aunque la incidencia de la leucemia no es muy alta en Colombia, uno de nuestros problemas es la alta tasa de mortalidad, la cual difiere de la tasas reportadas por países desarrollados. Por lo anterior, y aunque manejamos los mismos protocolos de tratamiento y clasificación del riesgo, parece que estas herramientas no son suficientes para determinar si un niño va a responder o no al tratamiento.
“La sobrevida es inferior en el país, el objetivo era publicar algo que nos pudiera permitir diferenciar a los pacientes entre respondedor y no respondedor. Estamos hablando de pacientes que tienen un pobre pronóstico, no solo por las diferencias en oportunidad de acceso en salud, también por las diferencias biológicas que explican porque algunos países en desarrollo tienen tasas más altas de tratamiento”, explica Alba Lucía.
El objetivo de la investigación fue identificar biomarcadores que permitan al equipo médico definir, con mayor precisión, la clasificación del riesgo del paciente en la etapa diagnóstica, para saber con certeza qué pacientes van a responder o no al tratamiento. “Para eso hicimos un análisis de las células y de los genes, con el fin de encontrar moléculas que nos permitieran diferenciar a un paciente responder del no respondedor, lo anterior utilizando tecnologías de nueva generación. Usamos biomarcadores que nos permitan identificar qué pacientes tienen un buen pronóstico o un mal pronóstico”, explica Ximena Torres.
El diagnóstico de este tipo de cáncer consiste en la práctica de distintos exámenes que se hacen en el paciente y que permiten clasificar al paciente en un riesgo de recaída medio, bajo o alto. El biomarcador busca que mejore la clasificación del riesgo, a través de una herramienta molecular adicional a las ya existentes. La adecuada clasificación del riesgo va a permitir un tratamiento adecuado, y a su vez, va a reducir las complicaciones asociadas como la toxicidad, o menor respuesta del tratamiento o falla del mismo. “En resumen, desarrollamos un biomarcador que nos permita hacer una mejor clasificación y mejorar la efectividad del tratamiento”, explican las investigadoras.
Lo que viene en la siguiente fase de la investigación, significará más años de investigación y estudios clínicos que permitan la aplicabilidad del biomarcador en el ámbito clínico. Ellas esperan que en tres años más de investigación y con los recursos necesarios, logren que el biomarcador sea reproducible y de gran sensibilidad y especificidad para ser estandarizado en población pediátrica y otras que lo necesiten, pero sobre todo que se convierta en una técnica de laboratorio que se pueda utilizar y adaptar en la ruta de atención de la leucemia en Colombia.