Visitas: 343

En sesión solemne de la Academia se  posesionó el médico monteriano Remberto Burgos De la Espriella como Académico de Número. Este neurocirujano residente hace muchos años en Bogotá, se ha convertido en uno de los más reconocidos especialistas del país y es miembro de la Academia de Medicina desde el 2009. En el marco del evento Burgos De la Espriella, presentó el trabajo “Aneurisma de la arteria Cerebral Media y Realismo Mágico”, que fue comentado por el Dr. Hildo Azevedo-Filho, Presidente Honorario Federación Mundial de Sociedades de Neurocirugía. Burgos ha sido profesor en la Universidad Javeriana, neurocirujano del Hospital San Ignacio y actualmente de la Fundación Santafé de Bogotá. Se ha interesado también en estudiar la situación de los neurocirujanos en Colombia, su número, necesidades y características. Recientemente publicó un trabajo sobre este tema en la revista MEDICINA de la Academia

Todos los aneurismas son potencialmente graves y representan un peligro inminente, debido a que en cualquier momento pueden romperse y causar una hemorragia en el cerebro

¿Qué es un aneurisma cerebral?

Las arterias que van al cerebro son como unos tubos que tienen paredes de músculo y tejido elástico que regulan el tono. En determinadas circunstancias estas paredes se van debilitando y se empieza a formar una bolsa que crece gradualmente, y que puede hincharse y reventarse. De forma gráfica se puede asemejar al chichón que aparece en un neumático. Existen individuos que tienen una mayor tendencia a formar este tipo de alteraciones, como quienes tienen algún familiar cercano con aneurisma o que sufren de hipertensión arterial (por la presión dentro de las arterias). Sin embargo, las personas que tienen más riesgo son las que fuman, ya que el cigarrillo debilita los sitios donde las arterias de dividen y las hace más susceptible a la ruptura.

¿Se trata de un trastorno congénito o adquirido?

Cualquier persona puede llegar a tener un aneurisma cerebral, sin importar la edad. No obstante, es un problema más frecuente en la edad adulta que en la infancia y las estadísticas indican que afecta más a mujeres que a hombres. En cuanto a los factores genéticos, existe evidencia que soporta la asociación entre aneurismas intracraneales y desórdenes hereditarios del tejido conectivo (enfermedad de riñón poliquístico, síndrome de Marfan, síndrome de Ehlers-Danlos y neurofibromatosis tipo 1). Los estudios indican que de cien personas con aneurismas intracraneales, cinco de ellas presentaban alguna de las enfermedades mencionadas. Pero si hay algo realmente importante es la herencia familiar. Los aneurismas intracraneales familiares son más comunes de lo que se piensa, al punto de que entre el 7 y el 20 por ciento de pacientes con hemorragia subaracnoidea por ruptura de un aneurisma tienen un familiar en primer o segundo grado con la misma historia clínica. El hecho de tener padres o tíos con aneurisma eleva el riesgo cuatro veces más. Al comparar esta situación con los aneurismas esporádicos, se ha observado que los aneurismas familiares se rompen más temprano, son más pequeños en el momento de la ruptura y generalmente van seguidos de la formación de un nuevo aneurisma.

¿Influye el estilo de vida?

Hoy se sabe que ciertos hábitos como fumar o abusar de las bebidas alcohólicas afectan de forma determinante. En primer lugar, el consumo de cigarrillo es un factor de riesgo importante y también es el más fácil de prevenir. Fumar aumenta la incidencia de presentar hemorragia intracraneal debida a la ruptura de un aneurisma de tres a diez veces. Este riesgo también se correlaciona con el número de cigarrillos fumados. Además, quienes siguen fumando después de haber tenido una ruptura de aneurisma tienen aún más probabilidad de desarrollar uno nuevo. En cuanto a las bebidas alcohólicas, se ha comprobado que el consumo moderado (máximo dos tragos al día) puede incluso disminuir el riesgo de aneurismas. Sin embargo, exceder el límite hasta la embriaguez y por mucho tiempo, multiplica la posibilidad. La hipertensión arterial también favorece la formación de aneurismas y la ruptura de los mismos. De todos modos, si bien tener la tensión arterial alta es un riego, no es tan elevado como el que representa el cigarrillo. De otra parte, se ha mencionado que tener el colesterol alto es peligroso para el corazón, pero aún no existe evidencia científica de que pueda aumentar el riesgo de un aneurisma. Otras cosas que están claras es que los aneurismas intracraneales son raros en niños y más frecuentes después de los 50 años, especialmente en mujeres. Esto sugiere que antes de la menopausia las mujeres pueden estar protegidas contra este trastorno por el papel que juegan los estrógenos.

¿Cuáles son los síntomas?

Las personas que han pasado por la experiencia de la ruptura de un aneurisma aseguran que produce el dolor de cabeza más fuerte que hayan sentido en la vida; sienten como si la cabeza se les fuera a estallar, pierden el sentido de la orientación y les duele el cuello y las piernas. Enseguida el paciente queda inconsciente por la hemorragia cerebral. Sin embargo, no todos los pacientes presentan los mismos signos. Hay quienes experimentan un dolor de cabeza diferente, conocido como cefalea centinela, que anuncia la catástrofe de la ruptura masiva y que se debe a un pequeño sangrado del aneurisma. En otros casos hay visión doble por la compresión del aneurisma en los nervios encargados del control de los movimientos oculares y, de acuerdo con el área del cerebro que comprometa, puede que también se presenten dificultades para el habla y la escritura, náuseas, vómito o sensibilidad.

¿Cómo se detecta?

Es muy frecuente que el hallazgo se produzca de forma accidental porque la persona consulta por alguna otra molestia y efectuarse una Tomografía Axial Computarizada (TAC) o una resonancia magnética de cerebro que evidencia la presencia de la lesión. Cuando se rompe el aneurisma se puede llegar al diagnóstico con una TAC, que muestra la hemorragia y da indicios de la ubicación del aneurisma. Como complemento se hace una pan-angiografia cerebral para visualizar mediante la aplicación de un medio de contraste en las arterias la localización, anatomía, morfología y demás características del aneurisma.Existen otros métodos más complejos y con nombres menos reconocidos, como la angiografía de substracción intra-arterial digital, la angiografía por resonancia magnética, angiografía por tomografía computarizada y el doppler transcranial, que tienen indicaciones muy precisas. Por citar un ejemplo, aunque la angiografía por substracción intra-arterial digital es el patrón de oro para el diagnóstico y tratamiento, es una prueba invasiva con un riesgo del uno por ciento de que provoque complicaciones neurológicas transitorias y un 0.5 por ciento de que deje secuelas neurológicas permanentes.

¿Cuál es el tratamiento?

Ante un aneurisma cerebral roto, la única alternativa es la cirugía. El paciente se hospitaliza en la unidad de cuidados intensivos y debe ser tratado por un equipo multidisciplinario y con la experiencia suficiente para ofrecer los mejores resultados. Existen dos técnicas quirúrgicas. La microcirugía: es la técnica convencional en la que se hace una ventana en el cráneo (craneotomía) para llegar hasta el aneurisma. Después se diseca, se libera y se coloca un gancho que lo aísla de la circulación, pero preservando todas las pequeñas arterias aledañas para que no le falte sangre al cerebro. A veces lo que más preocupa al paciente y familiares es la apertura del cráneo, pero hay que precisar que la cicatriz es casi invisible y la técnica sí ofrece grandes ventajas, ya que permite visualizar directamente el aneurisma, reconstruir las arterias y acortar el tiempo del tratamiento. La técnica más moderna es la endovascular. Consiste en colocar unos espirales o stent por dentro de las arterias para ocluir y aislar el aneurisma. Lo sofisticado es no tener que abrir el cráneo, pero el gran inconveniente es que después de un tiempo los espirales (pequeños alambritos circulares) se reacomodan y el aneurisma puede recanalizarse, lo que ocasiona un nuevo riesgo latente de sangrado. No se puede decir que un método sea mejor que otro. Lo que importa es que después de estudiar la historia clínica, la complejidad y morfología del aneurisma se decida lo que sea mejor para cada paciente en particular. Los estudios médicos demuestran que el 50 por ciento de los pacientes se beneficia con la cirugía y el otro 50 por ciento con el tratamiento endovascular. Por lo tanto, lo fundamental no es el método sino el criterio para elegir uno u otro por las ventajas que representen para el paciente.

¿Cuáles son las secuelas?

El aneurisma que se rompe puede ser fatal o llevar a un accidente cerebrovascular hemorrágico, un vasoespasmo (la causa principal de discapacidad o muerte luego del estallido de un aneurisma), hidrocefalia, coma, o daño cerebral a corto plazo o permanente. El pronóstico depende de la edad y la salud general de la persona, así como de la ubicación del aneurisma, la extensión del sangrado y, lo más importante, el tiempo que trascurre entre la ruptura y la atención médica. Por lo anterior, el aneurisma sigue siendo una enfermedad trágica, que en un segundo cambia la vida del paciente y de la familia. Hoy hay opciones de tratamiento, pero hay que seguir avanzado en la detección para “pescar al enemigo” antes de que haga daños irreparables.

¿Se puede prevenir?

No hay nada que pueda evitar que se forme un aneurisma cerebral. Sin embargo, lo mejor que toda persona puede hacer por su salud en general es no fumar, cuidar la presión arterial y no consumir bebidas alcohólicas en exceso. Las mujeres deben consultar con el médico acerca del uso de anticonceptivos orales.

Loading

5 1 vote
Article Rating
Share This