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La salud siempre es la resultante de los condicionantes internos y determinantes sociales.
Académico Fernando Ruiz.
Una ciudad enferma recibirá el próximo alcalde de Bogotá: La capital es una bomba de tiempo con una carga acumulada de problemas de salud mental, que varias administraciones no han querido abordar, desde una aproximación diferente a tratar de incrementar los servicios y consultas a los ciudadanos. La ciudad necesita una nueva política que integre la salud mental con los temas que hasta ahora marcan la agenda de los candidatos a la Alcaldía: Seguridad y movilidad. El problema de la salud mental es que no existe una medida objetiva que nos diga qué tan sanos se encuentran los habitantes de un territorio. Sería ideal tener una medida como la línea de pobreza o la duración de los trayectos en el transporte público, pero eso no es posible.
Hay, además, una tendencia a confundir la salud mental con los trastornos o enfermedades mentales. La salud mental los incluye, pero es mucho más amplia y nos concierne a todos. Y allí entra el estigma, no nos interesa mucho hablar de nuestra salud mental porque podríamos autoseñalarnos y ser sujetos de discriminación.La salud siempre es la resultante de los condicionantes internos y determinantes sociales. Cuando se afecta la salud de las personas, usualmente ha transcurrido un largo proceso donde nuestro cuerpo y nuestra mentalidad han sido afectadas. Los efectos suelen ser acumulativos y se agregan a las limitaciones propias de nuestra genética y estilo de vida. La ciudad muestra unos indicadores preocupantes. Según los datos oficiales de Salud Data, entre 2021 y 2022, hubo en la ciudad un incremento del 36% en la notificación de casos de violencia intrafamiliar, 63.5% de los casos notificados afectaron niños, niñas y adolescentes.
Entre 2021 y 2022 se incrementó el número de casos de violencia sexual: 83% de los casos afectaron a mujeres. El lugar donde más se evidenció la violencia intrafamiliar fue el hogar de la víctima. La tasa de ideación suicida creció en la ciudad el 61% en 2022 frente a 2021. Los intentos suicidas subieron 37% y los suicidios el 6.7% en el mismo periodo. Se registraron apreciables tasas de consumo de sustancias psicoactivas, lo cual incluye la marihuana, cocaína, tranquilizantes sin prescripción, alcohol y otras sustancias. Es cierto que algunos de los indicadores se incrementaron debido a los cambios en la vida por el covid. De hecho, el 23.8% de los residentes aumentaron el consumo de psicoactivos como consecuencia de la pandemia. Si agregamos los problemas puntuales de algunos grupos sociales que residen en la ciudad, el panorama de la salud mental se complejiza. La ciudad recibe el 20% de los migrantes que llegan al país, lo cual agrega la atención de problemas de integración social.
Las condiciones de desempleo y deserción escolar también muestran indicadores que afectan -en especial- a los más jóvenes: Ellos deben ser una fuente importante de preocupación. Su muy notoria ausencia, en las convocatorias de marchas del gobierno, indica un estado de profunda decepción frente a las promesas incumplidas. Ese fenómeno no se debe pasar por alto porque puede en cualquier momento manifestarse. Es urgente incluir en el debate frente a la alcaldía el tema de salud mental. Este no debe ser un asunto exclusivo de Secretaría de Salud sino que concierne al propio alcalde y debe integrarse dentro de los asuntos transversales a abordar desde el propio plan de gobierno.
La aproximación a la salud mental debe partir desde una estrategia de gestión de los riesgos de los bogotanos. Deben implementarse rutas de atención que incluyan las diferentes intervenciones sociales, territoriales, de servicios de salud, de seguimiento y rehabilitación necesarias para la rápida actuación del gobierno distrital. La intervención de la Secretaría debe partir desde una política que incluya a toda una red-ciudad y no haga distinciones entre los regímenes contributivo y subsidiado e involucre a todas las redes y servicios que tiene la ciudad. Es necesario repensar la oferta de servicios llevándolos más cerca de los lugares de residencia, trabajo y diversión. La ciudad tiene limitaciones severas de servicios de diagnóstico y manejo de los riesgos de trastornos cognitivos y demencias.
Con una creciente población en envejecimiento, el abordaje de los adultos mayores es imperativo. Esto incluye la formación y apoyo a la creciente legión de cuidadores de adultos mayores, muchos de ellos informales y con escasa formación. Tampoco se puede dejar de lado la intervención de entornos escolares, donde la intervención estructurada es muy escasa, lo que ha permitido el crecimiento de actitudes violentas, deserción escolar y drogadicción. El nuevo alcalde debería convocar a un consejo permanente de salud mental con académicos de las áreas sociales, de la salud, la comunicación social, entre otras, para estructurar una respuesta que incluya la política territorial más ajustada, incluyendo la formación de los recursos humanos necesarios para superar las limitaciones que la capital tiene en este aspecto.
El Dr. Fernando Ruiz Torres es médico egresado de la Universidad Javeriana y doctor en salud pública del Instituto Nacional de Salud Pública de México.
Ex-ministro de Salud y Protección Social. Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina.