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Gabriel Rubio Valladolid, Universidad Complutense de Madrid and Francisco López-Muñoz, Universidad Camilo José Cela

El día 15 de noviembre, a propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se celebra el Día Mundial sin Alcohol, cuyo objetivo es hacer reflexionar y concienciar a los ciudadanos sobre los daños físicos y psicológicos que produce el consumo de esta sustancia. El alcohol es responsable de más de 200 enfermedades agudas y de carácter crónico de elevada prevalencia. Su consumo se asocia a más de 3,3 millones de muertes al año en todo el mundo, incluyendo la siniestralidad de tráfico, y en España se estiman en más de 20 000 los fallecimientos anuales por esta causa.

La dependencia al alcohol es una grave enfermedad, y la recuperación de estos pacientes debe constituir un objetivo prioritario en la estrategia de salud.

 

No es el tiempo de abstinencia lo que determina la recuperación

Durante décadas, el concepto de recuperación se ha centrado exclusivamente en la abstinencia. Los profesionales de la salud y los investigadores ponían el límite temporal en 2 años de abstinencia para aceptar que una persona estaba recuperada de su adicción alcohólica. Sin embargo, hace más de una década, la Fundación Betty Ford Institute reunió a un grupo de profesionales para elaborar una propuesta sobre cómo debería conceptualizarse la recuperación y concluyeron que ésta debía incluir: la sobriedad, el bienestar en la salud personal (física y psicológica) y su implicación con la ciudadanía.

Unos años más tarde se hizo pública la The Affordable Care Act, que, aunque no entraba en el concepto de recuperación, si marcaba un cambio de paradigma en el tratamiento de las patologías crónicas: poner el foco en el bienestar alcanzado por el sujeto más que en los síntomas de la enfermedad y, además, pasar desde los modelos de tratamiento agudos a los basados en la continuidad de cuidados.

Recientemente, la Substance Abuse and Mental Services Administration (SAMHSA) de EE.UU. ha realizado una propuesta sobre las 4 áreas que deben incluirse en el concepto de recuperación:

  • Salud: abstinencia y capacidad de tomar decisiones que apoyen el bienestar físico y emocional.
  • Hogar: lugar estable y seguro donde vivir.
  • Propósito: actividades diarias significativas y ser capaz de participar en sociedad.
  • Comunidad: participar en redes sociales y tener relaciones que proporcionen apoyo.

El SAMHSA considera que, tras un periodo de 5 años, es muy probable que la persona con adicción al alcohol haya podido sentar unas bases firmes para seguir en recuperación.

En el caso de los pacientes con adicción grave por alcohol, diferentes autores han llevado a cabo propuestas, que integran el concepto de recuperación, en las que distinguen una fase de tratamiento agudo (desintoxicación), otra subaguda (deshabituación) y una basada en la continuidad de cuidados (que podría prolongarse hasta los 5 años de recuperación).

Los diferentes modelos sanitarios no acaban de integrar la continuidad de cuidados en su cartera de servicios, dejándolo en manos de las asociaciones de mutua ayuda o en el interés individual de algunos profesionales de la Atención Primaria o de la Salud Mental.

 

¿Existen programas basados en la continuidad de cuidados en España?

La respuesta a esta cuestión es negativa. Varias son las explicaciones para comprender esta realidad. De un lado, en la mayor parte de Comunidades Autónomas (aunque hay honrosas excepciones), el tratamiento del alcoholismo y las toxicomanías está segregado de los equipos de Salud Mental Comunitaria, lo que ha alejado, todavía más, el interés de los psiquiatras por estos trastornos.

De otro lado, tampoco las sociedades científicas del entorno psiquiátrico han reivindicado el tratamiento integrado (biopsicosocial) de las personas con dependencia alcohólica grave en los equipos de Salud Mental. El hecho de que un número importante de los pacientes con dependencia grave del alcohol tengan además otros trastornos psiquiátricos, sirve de excusa para que no reciban la adecuada atención, ni en los centros dedicados exclusivamente a las toxicomanías ni en los centros de Salud Mental.

Finalmente, bastantes de las redes de atención a pacientes con toxicomanías creadas en la época de nuestra particular epidemia de adicción a la heroína (años 80-90), no se han incorporado con decisión al tratamiento de estas personas.

Los programas de continuidad de cuidados fueron diseñados para el tratamiento de enfermedades crónicas, y en el ámbito de la Salud Mental están plenamente integrados en los Planes Autonómicos de Salud Mental para el adecuado tratamiento de personas con esquizofrenia, trastorno bipolar o trastornos de la personalidad, por ejemplo.

Sin embargo, la dependencia alcohólica grave está sistemáticamente excluida de esos planes. Los motivos de esta exclusión hay que encontrarlos en lo comentado previamente, junto al hecho de que, cuando este tipo de reivindicaciones se ha realizado por algunas asociaciones de pacientes, las Administraciones han mirado para otro lado.

 

¿Qué hace falta para implantar modelos de continuidad de cuidados para pacientes con dependencia grave?

El ciudadano no debería extrañarse por la respuesta: la decisión política que establezca la coordinación entre profesionales para llevar a cabo esta tarea.

Estos programas tienen como principal objetivo recoger la información relativa a su abstinencia y a los problemas médicos, psicológicos o sociales que pueden dificultar su recuperación. La entrevistas (trimestrales, semestrales o anuales), pueden ser realizadas por los equipos de enfermería.

Por desgracia, en los pacientes graves, la presencia de otras enfermedades es la norma (diabetes, hipertensión, trastornos hepáticos, neurológicos y psiquiátricos), por lo que muchos de ellos están incluidos en los programas de continuidad de cuidados para otras enfermedades. De ahí que, por suerte, con tan solo incluir algunas cuestiones relacionadas con su recuperación, quedaría resuelto el tema.

Las asociaciones de pacientes con alcoholismo (Alcohólicos Anónimos y Asociaciones de Alcohólicos en rehabilitación) prestan una enorme colaboración, de forma altruista y gratuita, en la continuidad de cuidados, pero sin que existan recomendaciones expresas por parte de las autoridades sanitarias para que se deriven pacientes a estas asociaciones y realizar allí la continuidad de cuidados.

 

¿Hay experiencias basadas en la continuidad de cuidados?

Probablemente una de las apuestas más novedosa y eficiente en España sea la del programa “Ayúdate-Ayúdanos”, que consiste en la integración de las asociaciones de la Federación de Alcohólicos de la Comunidad de Madrid en los programas públicos de tratamiento del alcoholismo de algunas zonas sanitarias de dicha Comunidad.

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Los resultados más significativos de nuestro estudio fueron que la sinergia de acudir a los grupos de mutua ayuda aumentaba en un 30% la adherencia al programa de continuidad de cuidados desarrollado por los equipos de Atención Primaria. El hecho de acudir a estos grupos también mejoraba el seguimiento de las otras enfermedades que estos pacientes presentaban.

Creemos que este tipo de iniciativas pueden servir para alentar políticas sanitarias que favorezcan estas estrategias que tanta falta hacen. Además, coincidiendo con este día “sin alcohol”, ha nacido el proyecto “In Recovery”, que agrupa a pacientes, familiares, profesionales sanitarios, psicólogos, personas del mundo de la universidad y de la empresa, que tiene como finalidad apoyar la recuperación de estas personas desde diferentes ámbitos de nuestra sociedad. Sean bienvenidas todas estas iniciativas.The Conversation

Gabriel Rubio Valladolid, Catedrático de Psiquiatría, Universidad Complutense de Madrid and Francisco López-Muñoz, Profesor Titular de Farmacología y Vicerrector de Investigación y Ciencia de la Universidad Camilo José Cela, Universidad Camilo José Cela

Este artículo es republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

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