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Las malas condiciones, la hambruna desenfrenada y una densidad de población entre cinco y diez veces mayor que cualquier otra ciudad del mundo actual convirtieron el gueto en el caldo de cultivo perfecto para que las bacterias se propagaran y arrasaran buena parte de la población “como si fuera un incendio forestal”, señalan los investigadores en un artículo publicado en la revista Science Advances . La epidemia, una enfermedad transmitida por piojos que es menos contagiosa pero más mortal que el Covid-19, afectó a gran escala, pero podría haber sido mucho peor de no ser por el “esfuerzo hercúleo de los médicos del gueto”. “Los nazis -escriben los especialistas- justificaron el genocidio supuestamente para controlar la propagación de la enfermedad. Curiosamente, la epidemia se redujo y se detuvo repentinamente antes del invierno, cuando el tifus normalmente se acelera”. El equipo liderado por Lewi Stone, de la Universidad RMIT australiana, cree que las “intervenciones de salud pública y las prácticas de distanciamiento social son las explicaciones más probables del colapso repentino y misterioso de la epidemia, que los sobrevivientes aclamaron como un milagro”, según han determinado a partir de modelos matemáticos para reevaluar los eventos durante el Holocausto que condujeron a la liquidación del gueto de Varsovia (1941–1942).
Alrededor de 120.000 presos quedaron infectados por el tifus y hasta 30.000 murieron. A esa cifra hay que añadir, además, todos los que perecieron por inanición o una combinación de ambos factores (alrededor de 100.000). “Pero en octubre de 1941, cuando comenzaba un duro invierno y se esperaría que las tasas de enfermos se dispararan, la curva epidémica repentina e inesperadamente se hundió hasta la extinción”, apunta Stone en un comunicado. ”Era inexplicable en ese momento y muchos pensaron que era un milagro”, añade. Según los análisis realizados, la epidemia iba en camino de multiplicarse por dos o por tres en el pico previsto para pleno invierno, justo antes de que desapareciera. “Afortunadamente, resulta que el gueto de Varsovia tenía muchos médicos y especialistas experimentados”, dice.
Los investigadores pasaron mucho tiempo recluidos en bibliotecas de todo el mundo buscando detalles sobre las intervenciones que se llevaron a cabo para frenar al tifus. Así descubrieron que, por ejemplo, se realizaron cursos bien organizados sobre higiene pública y enfermedades infecciosas, cientos de conferencias sobre la lucha contra las bacterias del género Rickettsi a e incluso se creó una universidad médica subterránea para jóvenes estudiantes.
Los líderes judíos fomentaron la higiene general y la limpieza de los apartamentos, propiciaron el distanciamiento social –“que se consideraba de sentido común básico”, apunta Stone”- y la cuarentena doméstica no era infrecuente. “La tragedia, por supuesto, es que casi todas esas vidas salvadas -se calcula que se evitaron unas 100.000 muertes por tifus- a través de los sacrificios, la disciplina y los programas comunitarios pronto terminarían en exterminio en los campos nazis”, lamenta el investigador.
FUENTE: DAVID RUIZ MARULL https://www.lavanguardia.com/cultura/20200727/482544205926/gueto-judios-nazis-enfermedad-tifus-milagro-varsovia-segunda-guerra-mundial.html
Los escritos de historiadores, médicos y microbiólogos en el gueto de Varsovia
Estas son algunas de las frases escritas desde el gueto de Varsovia sobre la epidemia de tifus.
Emanuel Ringelblum (1900–1944), historiador polaco. “La epidemia de tifus ha disminuido de alguna manera precisamente en invierno, cuando generalmente empeora. La tasa de epidemia ha caído un 40 %. Escuché esto de los boticarios y lo mismo de los médicos y del hospital”.
Ludwik Hirszfeld (1884-1954), microbiólogo polaco nominado al Premio Nobel. “En el caso de la Segunda Guerra Mundial, el tifus fue creado por los alemanes, precipitado por la falta de alimentos, jabón y agua, y luego, cuando uno concentra 400.000 desgraciados en un distrito, les quita todo y les da nada, entonces crea el tifus. En esta guerra, el tifus es obra de los alemanes”.
Chaim Kaplan (1880-1943), maestro polaco. “La negligencia del Departamento de Salud… ha convertido el gueto en un basurero y un gran retrete público. El agua congelada y las tuberías del alcantarillado nos han obligado a hacer letrinas en escaleras y corrales. Estamos rodeados de suciedad apestosa y cuando la primavera empiece a derretir el estiércol congelado se amontonará. ¿Quién sabe qué enfermedades espantosas se desencadenarán entonces?”.
Jakub Penson (1899-1971), médico polaco. “Otra epidemia estalló en junio de 1941 y continuó hasta junio de 1942. Se extendió por todo el gueto, infectando a unas 100.000 personas. Esta epidemia fue mucho más aguda que la primera, con una tasa de mortalidad del 20 % (en la primera fue de 10 %); durante ese tiempo, unas 20.000 personas murieron de tifus”.
Bernard Goldstein (1889-1959), sindicalista polaco. “Los muertos eran arrojados desnudos a las calles porque la ropa era valiosa. Todas las mañanas los vagones eran conducidos a través del gueto para recoger los cuerpos y llevarlos al cementerio, donde fueron enterrados en fosas comunes”.
Fuente: SINC