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Académico Alfredo Jacome Roca

Al tiempo que continúan las acusaciones contra conferencias y revistas depredadoras, que con una mentirosa calidad hacen dinero sacrificándola, ahora están de moda las retractaciones y las disculpas por artículos publicados en destacados medios científicos. Las cuatro empresas editoriales más grandes, también hacen muchísimo dinero, pero pagan impuestos y al menos hacen un enorme esfuerzo por garantizar la calidad. Dichas garantías resultan en el rechazo de un 70% de los manuscritos remitidos, incluso provenientes de investigadores reconocidos. La demora en publicar, y el excesivo cobro al autor por los gastos de publicación, son otra forma de desincentivar a quienes envían artículos de escasa importancia, mal estructurados en su diseño estadístico, que poco aportan al desarrollo de la ciencia.

De China, con errores

En los últimos tiempos hemos visto un gran número de artículos retractados. Un caso especialmente escandaloso ha sido en la China, pues de las mejores universidades del país se enviaron trabajos que fueron dados a la luz pública en revistas de muy alto impacto, ahora retractados. De acuerdo con el análisis de Nature, se trata de 17.000 avisos de retractación, a partir del 1º. de enero de 2021. Esta mala noticia ha movido a las autoridades sinicas a realizar una investigación de fondo (1). La “fake data” siempre ha existido, generada por la presión para publicar, ganar dinero o prestigio de manera fácil. 

Famosos científicos fabricaron datos, que resultaron altamente probables

Recuerdo el escándalo en los años setenta protagonizado por dos famosos investigadores británicos residentes en Australia, Michael Briggs y su esposa. Realizaron gran cantidad de investigaciones para respaldar el registro sanitario de anticonceptivos hormonales de la época. Los medicamentos eran comercializados por dos grandes laboratorios de la “Big Pharma”; como yo trabajaba en una de estas casas farmacéuticas, conocí el caso de primera mano. El asunto salió a flote por la declaración de otros investigadores que demostraron que era imposible generar tantos datos en tan poco tiempo. Los señalados (y conocidos) científicos huyeron del país y se radicaron en la Costa de Oro española. Lo sorprendente fue (y los mismos acusadores aceptaron) que de haberse hecho bien, los resultados ¡habrían sido los mismos! Briggs & Briggs se quedaron con la plata, y los registros sanitarios no se cancelaron, ya que 10 millones de mujeres en el mundo los estaban tomando sin problema (2) . 

Datos falsos o manipulados, artículos sin revisión, escepticismo en lectores

Estos asuntos hacen mella, pues nos hemos acostumbrado a la medicina basada en la evidencia. Un especialista en ejercicio en los Estados Unidos me decía que, de las publicaciones en revistas sobre su tema, “creía en la mitad”. Hace un año se aprobó por la FDA una droga para prevenir el mal de Alzheimer, levantando una polvareda entre los entendidos que consideraban que tenía escasos beneficios. Además, tenía un precio impagable, por lo que el conocido laboratorio Biogen resolvió comercializarlo a mitad de precio, solo para retirarlo unos meses después por su mínima utilización (3). No es nuevo retirar productos recién lanzados por efectos secundarios problemáticos o por otras razones, para evitar que hagan daño, con la posterior cascada de demandas. Recuerdo el muy sonado caso del Vioxx (rofecoxib), el AINE para la artritis que mejor bloqueaba la enzima COX-2, que por ende era muy efectivo, sin los efectos secundarios de la gastritis. Sin embargo, presentaba un riesgo infrecuente de infarto o accidente cerebrovascular, y el medicamento fue retirado. Llegaron a tomarlo 80 millones de personas. El CEO de la casa Merck, en su momento había visto un mejor futuro para esta molécula y la había escogido frente a otra. Pero era tan efectiva que una empleada de consultorio que conocí resolvió llevarse la abundante cantidad de muestras allí guardadas para eventualmente tomárselas, de lo bien que le habían sentado (4).

Falsa propiedad curativa de las “stem cells” 

En 2005, el científico coreano Hwang Woo-Suk que había ganado transitorio renombre internacional por su investigación con células madre para curar enfermedades muy difíciles de tratar, tuvo que renunciar a su  cargo universitario y pedir disculpas en varias ocasiones por haber fabricado los datos e incurrido en faltas éticas (5). 

El “mea culpa” de una antigua y famosa revista

En una edición reciente, la prestigiosa revista científica de Boston, el New England Journal of Medicine, ha publicado un artículo escrito por profesores de Harvard pertenecientes a la Escuela de Artes y Ciencias, especialistas en historia de la ciencia, antropología, estudios afroamericanos y sociología (6) . 

Comienza así: “Este artículo es parte de una serie escrita por historiadores independientes, y se enfoca en errores e injusticias que el Journal históricamente ha contribuido a perpetuar. Esperamos que nos ayude a aprender de nuestros errores y prevenirlos”, es decir piden disculpas en este, y más explícitamente en otro aparte. Continúan diciendo:  … desde su fundación en 1812, se han presentado reclamos sobre trabajos que consideran que las diferentes poblaciones (y razas) humanas tienen también innatas diferencias en la anatomía, fisiología y susceptibilidad a enfermedades, conceptos que alejan de la posibilidad causal que juega la inequidad social. De esta manera el enfoque diagnostico sería distinto para un blanco, que, para un judío, un irlandés, un mexicano o asiático, el asunto sería diferente para un europeo, africano o indígena, o entre hombres y mujeres. Vale la pena aclarar que en épocas pasadas solo se consideraban blancos a los habitantes de la Europa noroccidental. Es decir, de Gran Bretaña, Irlanda, Países Benelux, norte de Francia, Alemania y países bálticos. Los demás, que descendemos de españoles, italianos o del sur de Francia, solo aspiramos a ser “blanquitos ricos”.

¿Se trataba de la supremacía aria que promulgaba Hitler? No. La explicación de su blancura está en la vitamina D. Los más blancos, monos y ojiazules logran capturar los rayos ultravioletas del sol en regiones donde son escasos. Lo contrario ocurre en los negros africanos con sol en abundancia. La piel los protege de la insolación. 

Volviendo al New England, dicho análisis racial se centró en dos enfermedades que preocuparon a los profesionales de la salud en el siglo XIX: la tuberculosis y la locura. Se dice que los médicos abrazaron y promovieron ideas racistas. Esto fue responsable de la clasificación por jerarquías de clases sociales, sexismo, machismo, homofobias y otras posiciones que tendían a segregar. Como en aquellas épocas eran los editores los que personalmente decidían sobre lo que publicaba y lo que no, se les considera responsables de promover la desigualdad de las personas. Leer ese artículo es algo recomendable, porque en dicho foro intervienen científicos con diferentes puntos de vista, cada uno con sus razones. Pero el concepto de que raza es igual a genes diferentes, mutaciones, o susceptibilidades innatas, no es sostenible “per se”.

Tampoco exageremos

Otra cosa es que el clínico no deba tener en cuenta las características de las personas, el sexo genético y la orientación sexual, el color de la piel, toxicomanías, el oficio que desempeña o el sitio donde vive y su clasificación socioeconómica. En nuestras clases de semiología se hacía énfasis en esto, pues dichos datos jugaban un papel diagnostico en las circunstancias del trabajo y la enfermedad (ingreso de asbestos, plomo, material radiactivo, insecticidas); enfermedades venéreas y prostitución, u homosexualismo, o toxicomanías en desadaptados. Muchos trastornos genéticos son frecuentes entre los judíos por su histórica endogamia, mas no por raza o religión; por ejemplo, una clase de raquitismo era dominante en el pueblo de Ricaurte (Valle, Colombia), porque por 4 siglos se mezclaron rutinariamente los individuos de solo cuatro familias. Las sospechas del clínico buscan un beneficio diagnóstico, no buscan segregar.

Las taras que hacen daño al otro, y el excesivo activismo

Todo esto del racismo, sexismo, machismo, situación social, etc. es producto de la cultura y de la época en que se vive. Hoy pocos se preocupan de la pérdida de la virginidad femenina (la masculina se da por descontada), pero como decía una popular reina de belleza colombiana, ¡qué bueno sería si fuera posible darle ese bonito regalo al esposo! Pero en ciertas culturas, la no virginidad podría terminar en tragedia, magistralmente descrita por García Márquez, en “Crónica de una muerte anunciada”.

Vale decir que estas actitudes están presentes en nuestro desarrollo mental, como parte de la sociedad en que vivimos. Le oí quejarse a un colega argentino, algo moreno, con cara y apellido italianos que trabajaba en investigación, sobre la inclusión de la raza como variable para estudiar pacientes originarios del país austral. Averiguar por la raza en su país era un despropósito, porque en Buenos Aires “el más negro soy yo”. Pero llamar a alguien cariñosamente “negro”, “negrita”, “turco” o “turquita”, no resulta un epíteto peyorativo. No hay que exagerar. Hay demasiado activismo, quieren dar la impresión de que ser parte de los segregados es mas conveniente. Los mejores chistes sobre negros los cuentan los de raza negra, pero cuidado si un blanco los cuenta. Los piropos españoles se consideran acoso, no elogio de la belleza. Saber lo que se dice o lo que se hace, o no; el cómo, el cuándo y en que entorno. Es cuestión de educación, para no hacer daño. 

Los que estén interesados en ampliar la informacion sobre este tema, le recomendamos el portal Retractionwacht. https://retractionwatch.com/the-retraction-watch-mass-resignations-list/ 

Referencias

  1. Malapathy S. China conducts first nationwide review of retractions and research misconduct, Nature 2024; 626: 700-701
  2. Deer B. The pill: professor’s safety tests were faked. The Sunday Times, Sept.28, 1986.
  3. Miller S. FDA approves Alzheimer’s drug from Biogen, against experts’ advice, NBC News, June 7, 2021
  4. Rofecoxib. Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Rofecoxib
  5. Reed B. Korean scientist resigns over fake stem cell research. The Guardian, Dec.23, 2005
  6. Jones DS, Hammonds E, Gone JP, Williams D. Explaining health inequities, the enduring legacy of historical biases. N En J Med 2024; 290 (5): 389-396

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