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Por: Remberto Burgos de la Espriella.
La rifa de la vida. Así estamos en Colombia producto de la pandemia y de la insensatez. En dos semanas el sistema de salud ya inundado estará desbordado: no hay camas hospitalarias y disponibilidad de UCI. El oxígeno solo alcanzara unos días y otros insumos, como los sedantes, desaparecerán de los escaparates de las farmacias. Lo mejor que tenemos, el recurso humano, romántico, está agotado. El número de casos clínicos superará la oferta disponible en esta imparable tercera ola. Hay mística en nuestros médicos, pero no hay energía en su vocación y los han llevado, con la irresponsabilidad del comportamiento colectivo, al dilema ético de elegir quien o quien no sobrevivirá. Quién ganará la lotería de la cama de cuidados intensivo y cual paciente quedará a merced de la historia natural de la enfermedad. Esta determinación se denomina triaje ético. Tomar la providencia justa y tener en cuenta el derecho a la vida sacude los principios más profundos del cuerpo médico.
La rotación de camas hospitalarias y de cuidados intensivos está más demorada que lo usual. El 6.1% de los pacientes con Covid-19 requerirá UCI, la duración promedio de un enfermo allí es de 21 días y la estancia en pisos de 12 días. Todo esto dilatará aún más la disponibilidad de camas en los dos servicios. En ese orden de ideas, hay que orientar esta decisión de recursos limitados bajo la premisa de la Ética Médica. El Principio de Beneficencia, que persigue lo mejor para el paciente. El Principio de Justicia y la distribución justa de los escasos medios disponibles.
Los crueles modelos matemáticos son inhumanos. Tenemos en los últimos días un promedio de contagios de 17.000 casos nuevos. Es decir, 100 pacientes nuevos requerirán UCI. Hay una ocupación actual del 85% de las camas uci en un esfuerzo mayúsculo del gobierno que alcanzó a habilitar 12.623 camas, duplicando en un año esta oferta hospitalaria. De estas camas casi 7000 están ocupadas por pacientes COVID y 3000 por otras enfermedades. ¿Quién se gana el número premiado de la lotería de la cama COVID?
No hay país en el mundo que pueda ofertar o garantizar 100% de atención para sus ciudadanos. La cobertura universal: quimera. La disponibilidad de recursos: limitados. La pandemia en Colombia ha descubierto la escasez que tenemos y lo poquito que hay debemos, por principio moral, distribuirlo en forma equitativa. Este es el triaje. No puede ser por orden de llegada o clase social o poder económico o posición política. Debemos elegir para maximizar el mayor beneficio médico. Un paciente de 35 años tiene prioridad sobre un enfermo de 80 años y el Servicio Vital Avanzado debe ser para el joven. Si el anciano fuese su familiar, ¿lo aceptaría? Cuál es el escenario para los profesionales de la salud, en menos de dos semanas, cuando su conducta la guie “Lex artis ad hoc” o ley del arte médico en esta emergencia sanitaria.
El respeto a los derechos y a la dignidad humana es el principio rector y articulado con la autonomía del paciente enfermo. Se evalúa, por ejemplo, un paciente joven con un cáncer de pulmón, en fase final de enfermedad. ¿Debe ocupar esa cama de UCI cuando solo le restan 8 semanas de vida? Entra en juego la proporcionalidad de las medidas y el tiempo de supervivencia. La expectativa de vida de cada enfermo es otro criterio rector.
Hacer la fila y respetarla es otra norma. Educar para comprender el triaje ex antes y el triaje ex post (hasta cuando seguir con las medidas terapéuticas en uci). La decisión de triaje ético debe estar lejana del conflicto de interés y por esa razón el profesional debe delegar en un par o comité cuando se trata de un familiar. En esta asfixiante emergencia sanitaria, tiene además preponderancia el trabajo del paciente como criterio de clasificación. En las mismas circunstancias de edad, gravedad y necesidad prima la atención hacia el personal sanitario que a otro paciente con diferente oficio. No podemos perder un solo integrante del talento humano en salud pues cuando se reintegre aliviara la sobrecarga asistencial.
Durante este año se han reportado múltiples ataques a misiones médicas (hace dos días en Cali) y agresiones al personal de salud durante la atención de paciente de la emergencia sanitaria. La irracionalidad del comportamiento observado y las muestras de agresividad preocupan y lo hemos visto cuando el familiar tiene un desenlace desafortunado. Ahora bien, cuando la decisión no beneficia al familiar enfermo para acceder a los servicios de SVA (soporte vital avanzado), cómo será la respuesta del acompañante. Que espanto: el duelo revolviendo el odio de las entrañas y acumulado durante la ignominiosa pandemia. ¿Los quemaran como a nuestros policías en Pasto que solo cumplían con su deber de proteger a los ciudadanos? Hablar con la verdad y comentar las decisiones en los Comité Institucionales y de Ética es un requisito. En este país y sus circunstancias aciagas, tristemente decirlo: hay que proteger a los médicos pues la sociedad les ha perdido respeto y confianza.
Cobra relevancia el Consentimiento de Voluntad Anticipada que algunos pacientes han firmado y esto disminuye la carga moral del grupo médico. Respetable determinación, su derecho a morir dignamente. La transversal decisión anticipada está por encima de cualquier consideración. El documento elaborado por la Academia Nacional de Medicina, con serenidad ética y evidencia médica, es un excelente referente para la toma de esta decisión. Oportuno tenerlo pues en dos semanas viviremos las consecuencias de pisotear los aforos
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El doctor Remberto Burgos de la Espriella ha sido Presidente de la Asociación Colombiana de Neurocirugía, Presidente Honorario de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía y Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina de Colombia.