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El Académico Correspondiente Fernando Guzmán Mora, escribió para la revista Medicina No. 105 en el año 2014, un artículo titulado “¿Fue una meningitis tuberculosa terminal la causa de muerte de Simón Bolívar?”. Con motivo del Día Mundial de la Meningitis, traemos apartes del artículo relacionados con la enfermedad.

 

Por Fernando Guzmán Mora

Simón Bolívar, el Padre de la Patria grancolombiana, cuarto hijo de Don Juan Vicente Bolívar Ponte y de Doña María de la Concepción Palacios y Blanco, presenta antecedentes familiares de una posible tuberculosis al fallecer su madre a consecuencia de una hemoptisis masiva, el 6 de Julio de 1792, cuando Bolívar solamente cuenta con nueve años de edad. Las Campañas de Bolívar, quien peleó, planeó, dirigió y organizó un total de 472 batallas, entre noviembre 26 de 1810 (Batalla de Coro) y Enero 22 de 1826 (Batalla de El Callao), lo llevaron a los más inhóspitos y malsanos terrenos.

Mucho se ha especulado sobre la causa de su muerte. Algunos han llegado al extremo de acusar a sus propios médicos de haber administrado medicamentos equivocados para los conocimientos de aquel entonces. Otros han mencionado la malaria como la enfermedad que causó su deceso.

Las opiniones no son iguales y encuentran particular divergencia tres teorías sobre la causa última de su muerte: El paludismo, el absceso hepático amebiano y la tuberculosis.

Sin embargo, al revisar documentos históricos de la época que incluyen los frecuentes partes médicos del Dr. Reverend, su último galeno, se encuentra una evidencia casi contundente que señala a la tuberculosis como causa de muerte del ilustre grancolombiano, quién fallece a la prematura edad de cuarenta y siete años, con el ánimo deshecho y el cuerpo completamente emaciado, como lo atestigua el informe de la autopsia practicada en la Quinta de San Pedro Alejandrino, cerca de la ciudad de Santa Marta, el 17 de diciembre a las cuatro de la tarde.

 

BIOTIPO DE BOLÍVAR

El General Bolívar era de cuerpo delgado, estatura mediana, frente ancha, piel morena pálida y de naturaleza inquieta, nerviosa e impaciente.

Mollien, uno de sus detractores, lo describió como: “…de ojos agatados y relumbrosos, rostro seco y amarillento, cutis áspero, pelo rojizo y crespo, tiene un cuerpo sumamente flaco, osamenta fuerte y músculos vigorosos. Posee bastante capacidad para concebir y combinar las ideas con prontitud. A un mismo tiempo recibe impresiones diversas, casi sin cesar. Su imaginación es siempre exaltada y sus pasiones violentas…”. Envejece prematuramente. Uno de los oficiales de la Legión Británica dice en 1818:

“…tenía unos treinta y cinco años, si bien parecía de siete u ocho más…”

Antes de la Batalla de Carabobo ya se sentía sumamente cansado. El 24 de mayo de 1821 dice en una carta a Fernando Peñalver: 

“…Añado que mi salud está ya descalibrada y que comienzo sentir las flaquezas de una vejez prematura”.

El 6 de agosto de 1829, a Fernández Madrid: “…Si usted me viera en este momento parezco un viejo de sesenta años…”

 

BOLETINES MÉDICOS DE REVEREND

Desde la llegada de Bolívar a Santa Marta, el Doctor Reverend comienza a escribir boletines respecto a la evolución del enfermo.

El primero de ellos dice a la letra:

“…Su excelencia llegó a esta ciudad de Santa Marta a las siete y media de la noche…y habiéndose venido a tierra en una silla de brazos, por no poder caminar, le encontré en el estado siguiente: cuerpo muy flaco y extenuado; el semblante adolorido y una inquietud de ánimo constante. La voz ronca, una tos profunda con esputos viscosos y de color verdoso… mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados…tiene también el pecho contraído, y agregando a estas señales la amarillez de su rostro, opiné que la enfermedad era catarro pulmonar crónico…”. Posteriormente escribe por lo menos un boletín diario sobre el estado de Bolívar.

En momentos en que mostraba una transitoria mejoría, poco antes de entrar en el estado terminal, no puede aceptar Bolívar que su estado sea tan grave. Cuando se solicita la presencia del Obispo de Santa Marta para la toma de confesión exclama: “… ¿Qué es esto? ¿Estaré tan malo para que me hable de testamento y de confesarme?…”

Con estas palabras despide al Obispo Estévez, quien en represalia ni asiste cuando se le solicita para la administración de extremaunción, ni se hace presente en las ceremonias fúnebres del Libertador.

El 10 de diciembre dicta su testamento, el cual culmina con el famoso:

“… ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilamente al sepulcro…”

Los últimos minutos los describe Reverend posteriormente en sus Memorias así:

“… Conocí que se iba aproximando la hora fatal. Me senté a la cabecera, teniendo en mis manos la del Libertador, que ya no hablaba sino de un modo confuso…Cuando advertí que ya la respiración se ponía estertorosa, el pulso de trémulo casi insensible y que la muerte era inminente, exclamé: Si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo. Inmediatamente fue rodeado el lecho del ilustre enfermo, y a pocos minutos exhaló su último suspiro Simón Bolívar, el ilustre Campeón de la Libertad Sudamericana…”

 

LA AUTOPSIA DE BOLÍVAR

El día de su muerte, 17 de diciembre de 1830, el doctor Reverend lleva el cuerpo del Libertador a examen postmortem. La descripción se conserva todavía y dice:

  1. Habitud del cuerpo: Cadáver a los dos tercios de marasmo, descoloramiento universal, tumefacción en la región del sacro, músculos muy poco descoloridos. Consistencia natural.
  2. Cabeza: Los vasos de la aracnoides en su mitad posterior ligeramente inyectados, las desigualdades y circunvoluciones del cerebro recubiertas por una materia parduzca, de consistencia y transparencia gelatinosa, un poco de serosidad semirroja bajo la dura mater. El resto del cerebro y cerebelo no ofrecieron en su sustancia ningún signo patológico. (El subrayado es nuestro)
  3. Pecho: De los dos lados, posterior y superior, estaban adheridas las pleuras pulmonares a las pleuras costales por producciones semi- membranosas.

Endurecimiento en los dos tercios superiores de cada pulmón: El derecho, casi desorganizado, presentó un manantial abierto, de color de las heces del vino, jaspeado de algunos tubérculos de diferentes tamaños no muy blandos. El izquierdo, aunque menos desorganizado, ofreció la misma afección tuberculosa, y dividiéndolo con el escalpelo se descubrió una concreción calcárea y regularmente angulosa, de tamaño de una pequeña avellana.

Abierto el resto de los pulmones con el instrumento, derramó un moco pardusco que por la presión se hizo espumoso.

El corazón no ofreció nada de particular, aunque bañado por un líquido ligeramente verdoso, contenido en el pericardio.

  1. Abdomen: El estómago, dilatado por un licor amarillento de que estaban fuertemente impregnadas sus paredes, no presentó sin embargo ninguna lesión ni flogosis.

Los intestinos delgados estaban ligeramente meteorizados. La vejiga enteramente vacía y pegada bajo el pubis no ofreció ningún carácter patológico. El hígado, de un volumen considerable, estaba un poco escoriado en su superficie cóncava. La vejiga de la hiel muy distendida. Las glándulas mesentéricas obstruidas. El bazo y los riñones en buen estado. Las vísceras del abdomen en general no ofrecían lesiones graves. Concluyendo entonces Reverend:

“…Según éste examen es fácil reconocer que la enfermedad de que ha muerto Su Excelencia, el Libertador, era en principio un catarro pulmonar que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico y consecutivamente degeneró en tisis tuberculosa”.

 

LA PATOLOGÍA DE LA MENINGITIS TUBERCULOSA

Quiero hacer especial referencia a los hallazgos post-mortem del Sistema Nervioso Central:

“…Los vasos de la aracnoides en su mitad posterior ligeramente inyectados, las desigualdades y circunvoluciones del cerebro recubiertas por una materia parduzca, de consistencia transparente y gelatinosa, un poco de serosidad semirroja bajo la dura mater…”

Si consultamos los textos de anatomía patológica, encontramos algunos conceptos sobre el particular:

“…Macroscópicamente, el ataque es más grave en la base del cerebro y alrededor de la medula espinal, en donde aparece exudado amarillo fibrinoso y necrótico que comprime el cerebro y la medula subyacente…”

“…La preponderancia del exudado en la región basal, prácticamente se observa en todos los casos…”

“…En contraste con la mayoría de las lesiones tuberculosas, la meningitis tuberculosa es una reacción exudativa. El exudado es principalmente de distribución basal y, en casos típicos, forma un conglomerado verdoso, gelatinoso…Consecuentemente, las circunvoluciones cerebrales se encuentran aplanadas…”

 

¿DE QUÉ FORMA DE MENINGITIS TBC SE TRATABA?

De acuerdo a la respuesta inmunológica individual se observarán las formas meningíticas localizadas y generalizadas.

Las formas anatomopatológicas clásicas descritas por Rich son:

  • Tubérculos miliares diseminados
  • Placas caseosas focales
  • Meningitis aguda inflamatoria caseosa, localizada o difusa
  • Meningitis proliferativa, localizada o difusa.

No se descarta totalmente una forma de tuberculosis de tipo de tubérculo miliar. Porque si bien es cierto que Reverend no describe la formación de francos tubérculos cerebrales, ellos no siempre son fáciles de hallar macroscópicamente, aún buscando en forma muy cuidadosa.

Ellos se localizan, generalmente, en los aspectos laterales de los lóbulos temporales y parietales, generalmente siguiendo la disposición anatómica de los vasos sanguíneos. Además, el foco primario puede perfectamente estar en la región medular.

Sin embargo, es posible que la forma de TBC meníngea del Libertador haya sido una forma aguda caseosa, que es además la forma más común de neurotuberculosis. La descripción macroscópica de esta última forma la transcribo del estudio de Tandon: “…las cisternas basales están ocupadas por una masa de exudado gelatinoso que resulta en una opacidad grisosa de las leptomeninges…hay congestión en los vasos superficiales…”

 

¿BUSCABA REVEREND ESPECÍFICAMENTE UNA MENINGITIS TBC?

El nombre de “Fiebre Cerebral” que se le dio a la meningitis tuberculosa, fue acuñado por el cirujano militar francés De Meyserey, a finales del siglo XVIII.

Es de gran importancia anotar que no fue sino hasta 1803 que los cirujanos militares franceses (Herpin), comenzaron a hablar de “Meningitis” como tal. Por lo tanto, el cuadro clínico específico de la inflamación meníngea no se comenzó a conocer hasta bien entrados los años 1800. Y en 1820 se discutían las interrelaciones entre meningitis, hidrocéfalo y tuberculosis. De la misma manera, comenzaba a describirse la predilección basal de la meningitis tuberculosa, sin poder todavía aclarar por completo su etiología, pues médicos del renombre de Seen, en 1825, es decir cinco años después de la muerte de Bolívar, apenas comienza a sospechar la relación entre los tuberculomas y la inflamación meníngea.

La diferenciación entre meningitis tuberculosa y no tuberculosa, viene a aparecer en los trabajos de Guersent en 1839. Por lo tanto, era poco probable que Reverend estuviera buscando patología meníngea específica y en la base del cerebro.

 

CORRELACIÓN DE LOS HALLAZGOS POSTMORTEM CON EL CUADRO CLÍNICO FINAL DE BOLÍVAR

La cefalea había sido una queja frecuente del Libertador. Escribe en abril 20 de 1829 a Castillo y Rada:

“…Hoy he amanecido con un dolor de cabeza muy fuerte de resultas de que ayer fue 19 de Abril y tuve que obsequiar a los amigos con aquel motivo…”

En abril 23 de 1829, al General Herrán: “…Tampoco pude contestar en el correo pasado porque estaba con un gran dolor de cabeza aquel día, de resultas de un convite…”

En junio 29 de 1829, al Sr Restrepo:

“…Yo cuento con una salud bastante buena, aunque actualmente estoy con dolor de cabeza…”

Y en agosto 6 de 1829, a O’Leary:

“…Yo me encuentro algo achacoso, unas veces con dolor de cabeza, otras de la bilis…”

No deben pasarse por alto estos detalles clínicos y mucho menos conociendo el trabajo reciente de Anderson y Willoughby, que muestra que de 83 pacientes que se presentaron con un cuadro de meningitis crónica, el 40% era de origen tuberculoso, y menos aún con la publicación de Traub y cols (1986), que prueba un caso de meningitis tuberculosa de 2 años de evolución sin medicación.

Ahora bien, correlacionando los hallazgos de autopsia con el cuadro clínico del Libertador en sus últimos días, de acuerdo a los boletines del Doctor Reverend, encontramos que se describe un deterioro progresivo de tipo sistémico, pero en particular de tipo neurológico:

Boletín No. 8 (Dic 8): “…Estaba bastante amodorrado…se le observaba de un modo sensible entorpecimiento en el ejercicio de sus facultades intelectuales…”

Boletín No. 15 (Dic 12): “…amaneció menos despejado que el día anterior…”

Boletín No. 17 (Dic 13): “…Está más abatido que en los días anteriores…”

Boletín No. 20 (Dic 15): “…Un sopor continuo se ha apoderado de Su Excelencia…”

Boletín No. 27 (Dic 15): “…Nada de despejo en todo el día…”. Este día escribe el Coronel Belford H. Wilson a Mr. Duncan:

“…Todavía está vivo. No va a durar tres días más. Esta mañana estuvo perfectamente consciente por una hora y luego se hundió de nuevo…”

Boletín No. 28 (Dic 16): “…Nunca había llegado Su Excelencia a tan sumo grado de postración…”

Y termina falleciendo el 17 de Diciembre, en forma descrita por su médico de cabecera:

“…ya no hablaba sino de un modo confuso… ya la respiración se ponía estertorosa…la muerte era inminente…”

 

EXHUMACIÓN DE LOS RESTOS

Bolívar es inhumado en Santa Marta. Sin embargo, siguiendo instrucciones de su testamento, y bajo presión de sus familiares, el cuerpo es trasladado a Caracas, su ciudad natal, el 20 de noviembre de 1842. A su exhumación acude, como testigo de excepción, el propio doctor Reverend.

El informe de los restos dice:

“…el cráneo estaba aserrado horizontalmente y las costillas por ambos lados cortadas en oblicuidad, como para examinar el pecho. Los huesos de las piernas y pies estaban cubiertos con botas de campaña; la derecha todavía entera, la izquierda despedazada y solo conservada en su parte inferior; pedazos de galón decaído se hallaba a los dos lados de los muslos, y listas de color verde de cobre oxidado formaban líneas paralelas a estos huesos…”

El último viaje lo hace el Libertador a bordo de la goleta venezolana “Constitución”, escoltada por buques de las marinas de guerra francesa, holandesa, danesa y británica

Luego de un apoteósico recibimiento en Caracas, reposa en el Panteón Nacional de Venezuela.


EL Dr. Fernado Guzmán Mora es MD, Abogado, MA (Der. Penal), MA Bioética (C). ESP Patología, Cirugía General, Cardiovascular, Administración de Salud y Bioética. Catedrático, facultades de Derecho, universidades Militar Nueva Granada, Libre y Sergio Arboleda. Expresidente, Tribunal Nacional de Ética Médica (Magistrado) y Federación Médica Colombiana. Miembro Correspondiente, Academia Nacional de Medicina de Colombia, Bogotá.

EL ARTÍCULO COMPLETO Y LA VERSIÓN PDF PARA DESCARGAR EN: ¿FUE UNA MENINGITIS TUBERCULOSA TERMINAL LA CAUSA DE MUERTE DE SIMÓN BOLÍVAR?

Imagen: La Muerte del Libertador – Antonio Herrera Toro

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