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Por David Vásquez Awad
Quizá sean más conocidas las grandes figuras de la historia que acometieron gestas guerreras, emancipadoras, revolucionarias o conquistadoras. Sus resonantes victorias militares impresionan por su impacto emocional y político y, sin duda, esas figuras contribuyeron a formar el mundo que hoy conocemos y que nos diferencia entre países. Esos héroes que poblaron nuestra infancia y adolescencia de sueños y fantasías son muy importantes y tienen un gran valor histórico.
Pero yo me inclino más -labriego que es uno- por otras figuras: unas, las que descollaron por la expresión artística, esto es, por la presentación estética del sentimiento humano convertido en deleite para los sentidos, y, por otra parte, las figuras que, con su estudio, capacidad de observación y trascendencia, cambiaron para bien la historia de la humanidad con base en la ciencia y el conocimiento. Entre las primeras, y con la debida admiración a tantos artistas que han existido, me inclino por Leonardo da Vinci. Entre las segundas, también con el respeto y la admiración que me producen tantos científicos -y en especial de la ciencia médica- me inclino por Alexander von Humboldt.
Humboldt fue un adelantado a su tiempo. Su espíritu aventurero y su pensamiento científico se unieron para viajar por el mundo, en especial por esa América de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, colonial y provinciana, en la búsqueda de algo tan grande como es el conocimiento de nuestro planeta. No hubo obstáculo que impidiera su hazaña. Mares y ríos, montañas y llanuras, volcanes y selvas, fueron recorridos en una incesante búsqueda de conocimiento. Los tres reinos de la naturaleza, animal, vegetal y mineral fueron escudriñados por su mirada científica para entender, muchos años antes de lo que la tecnología permitió, los pormenores de los ecosistemas, las relaciones entre las diferentes formas de vida y el impacto que las alteraciones del equilibrio natural estaban generando. Fue un pionero en el cambio climático, la ecología, la sismología, el magnetismo terrestre y muchos conceptos que hoy en día son vitales para la supervivencia de la raza humana.
Fue un adelantado a su tiempo porque comprendió que todos los seres humanos somos iguales, somos familia, somos hermanos de una misma madre, el planeta tierra, como bien lo escribió Miguel de Cervantes tres siglos antes. Fue un adelantado a su tiempo porque escribió en términos científicos, pero a la vez comprensibles para el común de la gente, el origen e importancia de esos fenómenos naturales que pasaban sin que nadie se preguntara por qué. Fue un adelantado a su tiempo porque vio en la democracia la mejor forma de gobierno, imperfecta, pero la que más protegía las libertades y el avance de la ciencia y el bienestar general.
Humboldt disfrutó de una juventud aventurera, audaz y productiva, y de una vejez rica en conocimientos, en admiración y en sabiduría que emanaba de todas sus palabras habladas y escritas.
Humboldt ejerció una decisiva influencia sobre políticos, científicos y pensadores como Charles Darwin, Julio Verne, Thomas Jefferson, James Madison, George Perkins March, Ernest Haeckel, John Muir, Henry David Thoreau, y Theodoro Roosevelt.
Infinidad de universidades, colegios, accidentes geográficos y movimientos civiles llevan su nombre en el mundo.
Columna El Meridiano
El Académico David Vásquez Awad es Médico cirujano de la Universidad Javeriana. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina. Especialista en Ginecología y Obstetricia, Perinatología y Desarrollo Humano y Vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina.