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Grupo de Trabajo Responsable del Contenido

Álvaro Casallas Gómez, MD.
Martha Patricia Rodríguez Sánchez, MD FACP.
María Camila Rodríguez Díaz, MD.
Gloria Arias, MD.

Introducción y Definiciones

Hacer un análisis de lo que representa indisciplina social conlleva un nivel de complejidad alto por las características que han acompañado históricamente al término de disciplina, desde una concepción peyorativa que se asocia a castigo y que con el paso del tiempo gracias a la diversidad de estudios y modelos históricos con enfoques y tratamientos diversos han transformado el concepto desde los ámbitos instituciones, educativos, sociales y políticos. La situación conceptual desencadena preocupaciones grandes dependientes de las orientaciones educativas escolares (Carlson y Torpe, 1987; Edwards 2006) o de claustros universitarios en donde se delega la responsabilidad del comportamiento a los alumnos para alejar el problema de algunos aspectos del componente docente y del desarrollo profesoral (Goodson, 1992) citado por Gotzens, Castelló, Genovard y Badía, 2003; Gotzens, 2003; Moreno y Torrego, 2003), en un mismo sentido se sitúan las políticas donde las normativas generan inconformidad social y los líderes responsabilizan de esos actos a los miembros de la sociedad y no a las políticas que los rigen. Para acercarnos al tema relacionado con disciplina se debe tener en cuenta la influencia tan profunda que tienen las diversas condiciones coyunturales de la estructura histórica política y social que se va transformando con matices de aceptación o rechazo según cada momento y situación que se define por acuerdos establecidos desde los cimientos de la sociedad y su interpretaciones individuales y colectivas.

Para el análisis de la Indisciplina Social y sus orígenes en sí mismos complejos, trataremos de introducimos el tema con algunas definiciones.

La palabra “disciplina” (enseñanza, educación) tiene sus raíces en el latín, derivado de discípulus (discípulo) y del verbo discere, “aprender.

La disciplina ha sido considerada como la gran fuerza reguladora de la sociedad. Se define como el acatamiento cotidiano al conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación a las normas (legales, éticas y morales) entre los miembros de un grupo social. Cuando se considera como virtud, la disciplina es individual.

Es decir, confiere al individuo la capacidad para practicar el orden y la constancia, desde la moral o los principios de actuación u oficios, permitiendo controlar los impulsos, en especial los que lo apartan de un objetivo mutuo o favorecen un goce inmediato.

Construir una verdadera disciplina social o individual (altamente interrelacionadas) conlleva a considerar como existen múltiples factores, esto es, una serie de interrelaciones que al final determinan la existencia o no de la disciplina al interior de comunidades y de la sociedad misma y de las personas en particular. Según Michel Foucault (1996), la disciplina es vista como una tecnología, definiendo con esto que, quien tiene un rango de mayor jerarquía en la sociedad ejerce su poder sobre el individuo, a quien mediante principios infundados como políticamente correctos, se le educa como parte de su desarrollo en sociedad bajo normas establecidas, controlando así su conducta y generando con esto una sociedad disciplinaria, es decir, él lo define como tecnología porque son una serie de prácticas o técnicas que se infunden en la sociedad para acatar ciertas reglas aceptadas y de esta manera organizar sus mecanismo de poder que como veremos más adelante, aun se sigue ejerciendo y se evidencia en el actuar de las sociedades frente a momentos de crisis, donde las decisiones en cuento a la conducta a tomar está en manos de élites políticas.

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