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En su más reciente columna para el diario El Tiempo, el académico Dr. Fernando Sánchez Torres se ocupa del tema de la esterilidad y anécdotas curiosas en torno a sus tratamientos. 

 

La esterilidad, es decir, la incapacidad para procrear, puede residir en el hombre o en la mujer. Durante muchos siglos se creyó que la hembra era la única culpable. No solamente era despreciada por su esposo, sino también por la sociedad toda. Según el evangelista Lucas, Isabel, esposa de Zacarías, era estéril; por eso era mirada con ojos de oprobio. En la antigua Mesopotamia al varón le era permitido adquirir una segunda mujer cuando la primera era estéril. El historiador Pausanias refiere que en la antigua Grecia la fertilidad frustrada era producto de la cólera de los dioses. Fue necesario que se hiciera luz en torno de la reproducción para que se aceptara que el hombre también podía estar comprometido en la esterilidad conyugal.

En el mundo, actualmente una de cada seis personas en edad reproductiva carece de la capacidad de multiplicarse. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha lanzado un llamado de atención para que se tome en serio dicha calamidad, pues algunas regiones se muestran hoy despobladas y debe evitarse que el mal se generalice.

Hace unas pocas décadas, ¿quién iba a imaginar que la infertilidad llegara a preocupar a la humanidad? Promediando la segunda mitad del siglo XX, las proles grandes no solo preocupaban a las parejas sino que también inquietaban a los gobiernos de muchos estados. En 1974, en Bucarest, Rumania, los delegados de 135 naciones llegaron al acuerdo de que en aquellos países donde el crecimiento de la población pusiera en peligro la estabilidad social y el bienestar de las personas, se hacía necesario establecer una política demográfica de control natal. Es bueno añadir que la “píldora anticonceptiva” había sido ya puesta en venta en la década de los 60. Ese descubrimiento, logrado por los norteamericanos Gregory Pincus y John Rock, se constituyó en una verdadera revolución científica y social. Por eso sus autores fueron considerados como “grandes benefactores de la humanidad”, contra el querer de la Iglesia católica.

Para combatir la infertilidad la ciencia también ha hecho aportes exitosos, algunos de verdad sorprendentes, como la fertilización in vitro seguida de implantación intrauterina (el “bebé probeta”), procedimiento que en su momento (1978) conmocionó al mundo. Puede decirse que en la actualidad la fertilización frustrada tiene solución. Al revisar el tránsito de la lucha contra ella encontramos hechos curiosos, como los que relataré a continuación.

Juan Méndez Nieto fue un médico portugués que arribó a Cartagena en 1569. Escribió el libro Discursos medicinales, constituyéndose en el primer tratado colombiano de medicina. En él quedó constancia de algunas costumbres populares y de los conocimientos médicos del siglo XVI. Para tratar la infertilidad, Méndez Nieto recomendaba que tanto el hombre como la mujer apretaran los dedos pulgares de los pies con un cordel, de suerte que dolieran. Con el mismo fin aconsejaba preparar cierto cocimiento y al día siguiente, muy temprano, calentarlo y echarle luego agua fría en “una batea grande, que pueda la enferma estar dentro sentada i bañarse completamente con jabón”. Después debía la mujer reposar o dormir dos horas. El marido tomaría el mismo baño y se acostaría en cama aparte. Al día siguiente “podrán al romper el alva comenzar a jugar con las armas con destreza y a placer, de suerte que vengan ambos a concluir la partida en un mismo tiempo y punto, que éste es el toque i secreto de esta cura”.

Otra recomendación risible: en 1860, el médico cubano José Salvador Riera, radicado en Bogotá, publicó un trabajo titulado La esterilidad en ambos sexos, del cual tomo uno de sus casos. “Una dama casada, muy dada a la lectura de los libros sagrados, consultome el medio de lograr tener un hijo, y al efecto le aconsejé que abandonara toda clase de lecturas, ocupándose de los quehaceres más activos de la casa, y que hiciera ejercicio a pié y a caballo, a mañana y tarde. Le aconsejé también una bebida afrodisíaca. Al poco tiempo aparecieron los síntomas de la fecundación teniendo al final dicha señora el placer de arrullar en sus brazos una hermosa niña”.

Columna El Tiempo

Dr. Fernando Sánchez Torres

El Académico Dr. Fernando Sánchez Torres es doctor en medicina y cirugía, con especialización en ginecobstetricia.

Ha sido rector de la Universidad Nacional de Colombia, Presidente de la Academia Nacional de Medicina y presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica.

 

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