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Cátedra de Humanismo Médico Academia Nacional de Medicina y ASCOFAME

“Hace 150 años el médico noruego Gerhard Henrick Armauer Hansen descubrió el Mycobacterium leprae, bacilo productor de la lepra al que se dió su nombre. Un padecimiento que causó más dolor que el inherente a la condición médica. Discriminación, maltrato y encierro atribuido al pecado desde tiempos bíblicos, el mal de San Lázaro. Los leprosos fueron considerados inmundos, alejados de la sociedad, encerrados en leprocomios y privados de la mayoría de sus derechos. No hubo compasión para ellos.

 

En Colombia, fueron famosos los lazaretos de Caño del Loro, Contratación, El Curo y Agua de Dios, donde vivió buena parte de su vida uno de los más importantes compositores colombianos, Luis A.Calvo. Su música, compuesta en su mayor parte en el lazareto, nos conmueve por su belleza, pero también nos transporta a la nostalgia de su reclusión, encierro que duró hasta su muerte en 1945”. Luis María Murillo. Coordinador Comisión de Historia, Academia Nacional de Medicina

 

Cátedra a cargo del Dr. Enrique Ardila Ardila, egresado de la Universidad Nacional, especialista en Medicina Interna en Wayne State University, Detroit-Michigan y endocrinólogo de la Universidad de París. Hizo estudios postdoctorales sobre metabolismo óseo en la Clínica Mayo de Rochester, MN y en la Universidad Claude Bernard, Lyon Francia, sobre evaluación de la calidad en medicina. Se especializó en periodismo en la Universidad de los Andes, Bogotá. Actualmente es el Coordinador de la Comisión de Educación de la Academia Nacional de Medicina.

 

Luis Antonio Calvo fue un hombre muy pobre, hijo natural. Nacido en un pequeño pueblo de Santander llamado Santa Fé de Gambita, el 28 de agosto de 1882. Creció junto a su madre Marcelina, que era panadera y su hermana Florinda. Su iniciación musical se dió en el coro de la iglesia parroquial, mientras observaba al sacristán tocar el armonio e intentaba imitar las notas que surgían del instrumento. Cuando tenía 9 años él y su familia se marcharon a Tunja, buscando un mejor porvenir.

Allí, Luis Antonio fue aprendiz de sastrería, más tarde mandadero de una tienda de abarrotes propiedad de Pedro Gómez León quien era violinista y con él aprendió nociones de música. A los 10 años trabajó en la banda departamental como platillero, luego se inició con el bombo y más tarde con el bombardino. Además, practicó 2 años de violín y piano bajo la dirección del maestro Tomás Posada.

Empezó a componer desde muy joven, creando su primera obra de nombre “Livia” a los 18 años, dedicada a su madre Marcelina. Con el ánimo de continuar sus estudios de música se trasladaron a Bogotá el 11 de mayo de 1905. Tenía la intención de ingresar a la Academia Musical pero la falta de influencias frustró su sueño inicialmente.

Más tarde, Rafael Vásquez profesor de la Academia, viendo sus aptitudes lo invitó a formar parte de ella y fue allí donde pudo estudiar varios instrumentos y junto a Vásquez y Guillermo Uribe Holguín llegó a formar parte de la orquesta de la Academia.

Una de sus obras cumbre, el Intermezzo No. 1 (1910), se inspiró en las tardes frías y melancólicas de la capital en un restaurante de la época llamada Patiasao, localizado en la carrera séptima con calle 85. Posteriormente escribió obras como Eclipse de belleza, El lejano Azul, (catalogado como el Intermezzo No. 2), Anhelos, Carmiña y de música colombiana, el pasillo Noel y el bambuco El Republicano.

En 1910, Calvo presentó una serie de manifestaciones cutáneas en la región posterior del tórax, manchas y tumefacciones. El doctor Carlos Tirado, que era su médico, lo examinó y sospechando que se trataba de lepra lo remitió al profesor Federico Lleras Acosta, quien le practicó un frotis de mucosa nasal y encontró que tenía los bacilos de Hansen.

El 12 de mayo de 1916 fue remitido a Agua de Dios, llamada en ese entonces “la ciudad martirio”. Se llegaba tomando la ruta en tren hacia Tocaima y Girardot y desde allí un coche conducido por caballos, después de 8 kilómetros de recorrido se llegaba al leprocomio.

Antes de ingresar, se pasaba por un sitio que llamaban “el puente de los suspiros”, que constituía un umbral entre los sanos y los enfermos. Allí los pacientes debían despedirse de sus parientes. En su danza “Adiós a Bogotá” compuesta en el momento de salir hacia Agua de Dios, se refleja una gran tristeza y dolor.

Se dice que en 1940 obtuvo permiso para venir al Teatro Colón, a un evento que se llamó “escenas pictóricas de Colombia”.
El 18 de octubre de 1942, contrajo matrimonio con Doña Ana Rodríguez, quien vivía en el lazareto acompañando a una hermana suya que padecía la enfermedad.

La producción del maestro Calvo es muy abundante, en total 160 obras, de las cuales 50 son para piano. Su repertorio incluye danzas, pasillos, bambucos, valses, canciones, romanzas, marchas, pasodobles, serenatas, gavotas, himnos, tangos y música religiosa que le dio renombre internacional.

Escuelas, auditorios, y un museo han sido nombrados en Colombia en honor a este ilustre compositor.

El doctor Germán Barón Castañeda, ginecólogo y endocrinólogo de la Universidad del Rosario, Magíster en Climaterio y menopausia de la IMS, especialista en docencia universitaria y además pianista y compositor de música colombiana acompañó la presentación interpretando en piano algunas obras del maestro Calvo, el pasillo “Entusiasmo”, el Intermezzo No. 1, el bambuco “El Republicano” y la danza “Adiós a Bogotá”.

 

Cuadro clínico de la enfermedad de Hansen en Luis A. Calvo

Presentado por el Dr. Michel Faizal Geagea. Dermatólogo. Esp. en Cirugía Dermatológica. Profesor Titular de Dermatología, Cirugía dermatológica y Oncología, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina. Tesorero de la Academia Nacional de Medicina.

No se puede hablar de la vida de Luis Antonio Calvo, sin hablar de la enfermedad de Hansen -antiguamente llamada lepra- y de su médico tratante, que lo acompañó y apoyó para poder llevar a cabo todas sus composiciones importantes, el profesor Federico Lleras Acosta. El doctor Carlos Tirado Macías, le hizo el diagnóstico clínico inicial que debía confirmarse para esa época mediante pruebas directas de detección del bacilo en las lesiones. Por tal motivo, el doctor Tirado remitió al maestro Luis Antonio Calvo con una sospecha de esta enfermedad al laboratorio particular del profesor Federico Lleras Acosta, una de las personas más importantes e influyentes de la bacteriología moderna. Aunque era médico veterinario, también se dedicaba a la bacteriología veterinaria y en humanos.

En consulta, el profesor Lleras percibió inicialmente una cara abotagada que ameritaba una revisión más profunda. La espalda, abdomen y pecho tenían los signos distintivos de la enfermedad. Su esposa y ayudante de laboratorio Amalia Restrepo, le tomó las muestras directamente de las lesiones en la espalda con una jeringa hipodérmica de la época.

El Dr. Lleras Acosta, conoció de la importancia en el ámbito musical del maestro Calvo a través del padre Perico García, salesiano, violinista y uno de los personajes más avezados de la música en el ambiente religioso de la época. Con profunda tristeza pero con claridad, el Dr. Lleras le informó a su paciente que su enfermedad de difícil diagnóstico y sin cura -más allá de tratamientos experimentales con sales de Chalmugra y sulfonas-, lo obligaba a recluirse en alguno de los sanatorios dispuestos por las leyes colombianas. Agua de Dios era el más cercano a Bogotá y también el más grande. La enfermedad en teoría estaba respaldada por 3 principios elementales, el aislamiento, la nutrición adecuada y el principio de la higiene, pero únicamente se cumplía el primero y más inhumano de todos, el aislamiento.

Ante la pérdida de fe, el profesor Lleras le recuerda al maestro Calvo una frase importante de Santa Catalina de Siena, “si uno se mantiene en la fe, jamás la tristeza alberga en su corazón”. Se calcula que para ese momento en 1916, había cerca de 30.000 personas padeciendo la enfermedad en Colombia.

El maestro Calvo fue homenajeado antes de su partida hacia Agua de Dios en el teatro Colón, el 28 de abril de 1916 y allí interpretó su obra “Adiós a Bogotá”. El Dr. Federico Lleras Acosta y el padre Perico García lo acompañaron hasta Agua de Dios.

Es recibido en Agua de Dios por la madre Ana del Pilar, de la congregación de la Santísima Virgen de la Presentación que se encargaba de la atención de los pacientes de Hansen. Una mujer que veló por su bienestar y el de todos los enfermos alojados allí. Las comunidades religiosas en general fueron muy importantes en el cuidado de estos enfermos.

Agua de Dios era un crisol de culturas que congregó a literatos, historiadores, biógrafos, abogados, médicos y muchas otras profesiones que permitieron el florecimiento cultural e intelectual del lazareto que incluso llegó a tener más de 100 periódicos circulando.

La admiración y respeto que despertaba el maestro Calvo en la comunidad hizo que le donaran una pequeña casa dentro de la comunidad de Agua de Dios que le permitió vivir sin lujos pero con cierta comodidad. Además, desde Bogotá le hicieron llegar un piano que lo acompañó durante toda su enfermedad y en donde produjo buena parte de su extensa obra musical.

La casa actualmente es el Museo Luis A. Calvo en Agua de Dios.

La cátedra y el concierto del Dr. Barón puede verse en: https://www.youtube.com/watch?v=5Yyt3lANdmw

Resumen de la sesión. Victoria Rodríguez G. responsable página web ANM.

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