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Siempre en la historia de las pandemias, las farmacéuticas han hecho parte de la solución efectiva. Por eso, actualmente los gobiernos y las personas han depositado su confianza en la industria para terminar con el COVID-19. Ahora más que nunca, los ojos del mundo están puestos en la industria farmacéutica, y en la efectividad de sus vacunas para acabar con la pandemia que cambió el mundo en el 2020.
Miles de muertos, una economía global afectada, trabajos perdidos, confinamientos eternos, entre otras consecuencias de la pandemia. La respuesta primaria al hecho fue la firma de un pacto de colaboración global para acelerar la investigación alrededor del Coronavirus y permitir el acceso de tratamientos a pacientes de todo el mundo. A este pacto se sumaron diferentes organizaciones, entre las que están la Fundación de Bill y Melinda Gates, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Federación Internacional de Farmacéuticas y Asociaciones (IFPMA), The Global Fund y otras seis organizaciones.
El 4 de mayo de 2020, la Federación Internacional de Farmacéuticas y Asociaciones (IFPMA) se unió al Maratón Global de Compromiso de Respuesta al Coronavirus, que buscaba invertir en investigación y desarrollo. La Federación ha donado más de 700 millones de dólares durante la crisis.
Como resultado de este esfuerzo los tiempos de creación de una vacuna se han acortado considerablemente. Crear una vacuna es un proceso largo, complejo, que dura de 10 a 25 años. La primera fase es la exploratoria o académica, que dura de 2 a 4 años, donde se buscan partículas que puedan combatir el virus. Después, sigue la fase pre-clínica donde se prueba lo encontrado en animales, por ejemplo. Esta dura de 1 a 2 años. Es decir, en el mejor de los casos, en los primeros tres años de exploración, todavía no hay ninguna prueba clínica que involucre al humano directamente.
En el día de la Industria Farmacéutica hoy 5 de enero, es importante recordar las palabras de Alan Morrison, vicepresidente de los asuntos regulatorios internacionales de MSD (Merck Sharp & Dohme), recordando la importancia de crear unas medidas regulatorias robustas para los medicamentos del COVID-19, “ya que solo así la medicina podrá llegar a la población entera y cruzar todos los países”. Por ahora hasta que esto sea una realidad, sólo resta continuar con el distanciamiento social y las medidas preventivas que ya todos conocemos.