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Por Orlando Mejía-Rivera
Resumen
La utilización de la literatura y el cine para la enseñanza de valores humanistas a los estudiantes de medicina, crea elementos conceptuales de gran importancia en el marco académico de las humanidades médicas. Las narrativas literarias y cinematográficas, permiten generar en los alumnos una reflexión ética, histórica y epistemológica ante las perspectivas de la practica medica y la relación medico-paciente. Además, estimula en ellos las manifestaciones de solidaridad, empatía y reconocimiento del sufrimiento humano de los enfermos. En este artículo se muestran distintas orientaciones temáticas y obras especificas que pueden servir a la creación y desarrollo de cursos de pregrado en los currículos de medicina. (Acta Med. Colomb. 2019; 44. DOI: https://doi.org/10.36104/amc.2019.1274).
Introducción
La enseñanza de la literatura como herramienta conceptual en la formación de los estudiantes de medicina de pregrado ya tiene una tradición significativa, que se remonta al curso pionero de la facultad de medicina de la Universidad de Pensilvania iniciado en el año de 1972. A comienzos del siglo XXI, 35% de las facultades de medicina norteamericanas y europeas poseían ya un curso regular de esta temática en el currículo de sus programas y desde el año 1982 existe la revista Literature and Medicine, publicada por la Johns Hopkins University Press.
Mi experiencia docente en esta área, lleva más de diez años con el curso que dicto con el nombre de “La medicina y sus relaciones con la literatura, el arte y la filología” y que hace parte del área curricular de las Humanidades Médicas de mi escuela, en la cual soy el responsable [y que consta de cinco créditos obligatorios dentro del currículo y que está dividido así: historia de la medicina (dos créditos), dilemas éticos en la medicina contemporánea (dos créditos) y un crédito para el curso mencionado]. A continuación mostraré los fundamentos teóricos y las temáticas que se han desarrollado.
La narrativa como instrumento de reflexión médica
Con la ficción narrativa (cuentos y novelas) se construyen personajes y situaciones humanas que recrean la realidad, pero la expanden en su dimensión simbólica y en la variedad de sus significados. De ahí lo inolvidables que se tornan para los lectores ciertos personajes, que logran penetrar en la intimidad de las personas y se quedan allí para siempre. Esta capacidad de generar conocimiento y emoción proviene del poder de la narrativa para construir la alteridad (reconocimiento del otro) y establecer auténticos diálogos. Desde Bajtin sabemos que la novela moderna es “La percepción dialógica del mundo” y ello engendra la “polifonía” narrativa, que no es más que la visión múltiple de la vida humana y la cual se contrapone a los discursos unilaterales que alimentan las ideologías totalitarias o los poderes únicos. En el contexto médico la narrativa permite el reconocimiento y comprensión de la perspectiva subjetiva del enfermo y de la familia ante el dolor y también enseña las implicaciones sociales (Sickness), personales (Ilness) y biomédicas (Disease) de la enfermedad. La existencia de estas tres dimensiones antropológicas de la enfermedad permiten al estudiante entender que la explicación biomédica de la patología del enfermo no le basta a él para comprender su dolencia y que debemos aprender el lenguaje y los simbolismos de la enfermedad como fenómeno subjetivo y cultural, al igual que como presencia colectiva y social (14,15). Obras clásicas que sirven para este reconocimiento simultáneo de la enfermedad humana son, entre otras, La montaña mágica (1924) de Thomas Mann, La Peste (1947) de Albert Camus, Pabellón de cáncer (1967) de Aleksandr Solzhenitsyn, y una novela contemporánea y latinoamericana como La enfermedad (2006) de Alberto Barrera Tyszka.
La voz del paciente
Existen narraciones donde la presencia protagónica del personaje enfermo es central y autónoma. Esta experiencia brinda una gran lección de solidaridad a los estudiantes y les permite reconocer la existencia del enfermo que sufre y esto facilitará su actitud de respeto y empatía en las relaciones de su práctica clínica real. Como dice con acierto Luis Montiel, profesor de Humanidades Médicas de la Universidad Complutense de Madrid, en “la gran literatura el enfermo habla de sus miedos, de su dolor, de su impotencia, de su abandono, de su rencor, de su esperanza. Cualquiera que tenga alguna experiencia en el dolor humano sabe que lo que ese enfermo dice es verdadero, universalmente verdadero, aunque a la vez personal, íntimo, propio de quien de cierto modo ha vivido ante nosotros su existencia de ficción en el relato”. Entre las obras que mejor enfatizan en esta voz del enfermo sufriente y son convincentes, en mi experiencia docente, están: La muerte de Iván Ilich (1886) de León Tolstoi, Alguien voló sobre el nido del cuco (1962) de Ken Kesey, La campana de cristal (1963) de Sylvia Plath, Una muerte muy dulce (1964) de Simone de Beauvoir, Al amigo que no me salvó la vida (1991) de Hervé Guibert, La escafandra y la mariposa (2009) de Jean-Dominique Bauby.
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El Dr. Orlando Mejía Rivera es Profesor Titular del Programa de Medicina de la Facultad de Ciencias para la Salud de la Universidad de Caldas. Departamento de Salud Pública. Área de Humanidades Médicas. Médico. Especialista en Medicina Interna. Especialista en Literatura Hispanoamericana. Magíster en Filosofía con Énfasis en Epistemología. Escritor. Manizales (Colombia)
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