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Por Remberto Burgos de la Espriella
Las cifras no mienten: existen 1300 millones de personas en el mundo que son fumadores activos y de estos 8 millones fallecen por enfermedades derivadas del tabaquismo. En Colombia la cifra está en 34.000 y aunque ha disminuido sigue siendo muy alta, de 8.7% a 5.6% su prevalencia. Sigue siendo muy elevado el porcentaje:33% de los colombianos han consumido cigarrillos en el último año. El medio ambiente lo agradece y evitar que 2.190 millones de colillas se conviertan en desechos tóxicos es una sana noticia.
Si se detiene en la escala poblacional y busca cómo se comportan los adolescentes las cifras alarman: el 8.7 % de los estudiantes de octavo grado, el 15.7% los de décimo grado y el 24.8% en los estudiantes de duodécimo grado. Los efectos dañinos de la nicotina se afirman en un cerebro que está en formación, desarrollándose, con criterios de cambio y que solo alcanza su madurez emocional a la edad de 25 años. Asociándose con medidas de prevención es la población que debemos alertar pues entre más temprano se empiece más graves son sus efectos. Los fumadores mayores de 60 años tienen un índice de mortalidad dos veces mayor y mueren 6 años antes.
El tabaquismo está asociado al 80% del cáncer de pulmón, responsable del 80% de las defunciones por esta adicción. Fumar está vinculado con cáncer de boca, faringe, laringe y esófago. No olvidar otras enfermedades como EPOC, Bronquitis y Asma. La lista sigue con las enfermedades cardiacas (40% mortalidad), enfermedades vasculares, aneurismas cerebrales. Complicada la disfunción inmunitaria y la menor calidad de vida en la población joven. Las campañas han sido poco efectivas: en 1964 fumaba el 40% de la población y hoy solo hemos disminuidos el 10%.
Debo insistir en la salud mental de los muchachos y especialmente aquellos que fuman. La dependencia de la nicotina guarda relación con lo que los estudiantes ven en el colegio. El consumo de tabaco está relacionado con las alteraciones en la personalidad, la depresión y estados ansiosos: nadie quiere apartarse del grupo donde todos fuman. En las reuniones sociales, donde el cigarrillo es de uso común, es un factor y se convierte en motivación para los adolescentes. La epigenética guarda un lugar importante y cuando el padre fuma casi seguro el hijo lo hará. Por eso, las campañas de prevención deben ser dirigidas, entre otras, a la familia.
Debemos ser claros con esta adicción: el consumo de nicotina produce mejor estado de alertamiento, placidez y euforia. Se aumenta la betaendorfina que regula la ansiedad y la memoria se facilita. Pero debemos saber que dejarla es más difícil que suspender la adicción a la heroína. Los efectos colaterales son inmensos: agrandamiento de la aorta, arteriosclerosis y tendencia a formar coágulos. El sueño se altera, hay pesadillas e irritabilidad. El manejo del estrés tiene varias interpretaciones, pero inicialmente se regula: control y finalmente exacerbación.
Los beneficios de dejar de fumar son múltiples: se disminuye el riesgo de muerte súbita y los pulmones comienzan a recuperar su mucosidad. Regresa el gusto, el olfato y se inunda la sensación de bienestar. Lo más importante en este tema es dar el ejemplo: dejar de fumar es una lección que debe ser de superación individual. Aplicada hacia la familia y con este paso hemos ganado muchos años de vida.
Artículo original de El Heraldo
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El Académico Dr. Remberto Burgos de la Espriella es neurocirujano. Ha sido presidente de la Asociación Colombiana de Neurocirugía, presidente Honorario de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía y es Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina de Colombia