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22/02/2021 | Por Remberto Burgos De la Espriella*

Se necesita un gran esfuerzo para escribir sobre la esperanza y habilitar los sueños de construcción de un nuevo país. Esta semana la causa del insomnio vino del alma. El secuestro, la tortura y el infame asesinato del Doctor Fabio Hernández Salom a quienes mentes perversas lo raptaron de su familia. Los hampones que se lo llevaron querían lastimar y dejar huella. Lo lograron: un tiro de gracia en el frontal del colega, área del cerebro que alojaba su vocación y sus sentimientos. Quizá la mejor definición de la bondad del doctor Hernández me la escribió un amigo desde esas Sabanas de luto del Viejo Bolívar: “de los pocos directores del hospital de Corozal que no se robó un peso.”

Las cifras mencionan que en el 2020 hubo 48 colombianos secuestrados. ¡Por Dios, no debe haber uno! Este delito abominable, execrable, lleno de vileza y atrocidades reflejo de mentes maligna, debe desaparecer de Colombia. Los responsables, después de un debido proceso, merecen la más severa condena que la justicia pueda otorgar. Nada de facilitar la cultura del sapo. Que paguen esta afrenta que expone la perversión del alma humana. Confiemos en el puro dictamen de nuestros jueces.

Pero la agenda del país la llena la vacunación y su implementación. Ya están en brazos de colombianos 33.140 dosis. El esfuerzo del gobierno es mayúsculo y hay que aplaudirlo. Si a Duque le va a bien a Colombia le va mejor. El reloj de su mandato está en las 4 p.m. No obstante, esta campaña de salud pública necesita responsabilidad en su efectiva difusión y menos reflectores de distracción. Ver, por ejemplo, la pintoresca foto (El Meridiano) de funcionarios regionales cargando la caja de las primeras vacunas, solo produce sonrisa triste y vende alientos politiqueros que deben estar lejos de las chuzadas.

Recuerden señores gobernadores y alcaldes: no los vamos a calificar por cuantas cajas de vacunas carguen en los hombros. Su gestión, que debe estar ya en curso y mostrando los primeros resultados, la vamos a valorar en la medida que el Programa Ampliado de Inmunización (PAI) sea el texto de imitar para que ejecuten la vacunación en su territorio. Ya ustedes deben tener anticuerpos en su mandato contra la perversión en los contratos públicos, la extorsión a los contratistas (desaparición del CVY) y esos sinuosos elementos que impiden la realización de obras sociales prometidas. Dedíquense por favor a ejecutar y recuerden: las pantallas producen agnosia visual. Decoro es lo que pedimos que carguen.

Aquellos que predicen el futuro, con seriedad, hablan de 7 años para que la normalidad regrese. (Randall, Bloomberg). Israel líder en vacunación logrará en dos meses la inmunidad de rebaño. Canadá, glotón, compró el doble de las dosis que necesitaba, lo conseguirá en 10 años. EEUU en diciembre del 2022 y Nueva York por los caprichos del clima y sus nevadas se alejó 17 meses. Si esta batalla es de mediano plazo: ¿por qué no pensar en soluciones nuestras, definitivas? ¿Será descabellado considerar un centro de acopio de vacunas?

Que tal, por ejemplo, una Zona Covid donde se estimule los innovadores y puedan procesar y porque no producir nuestras vacunas. Estímulos para la inversión, flexibilidad tributaria, reglas fijas y control de calidad con un INVIMA de mayores garras.

El año calendario y el sol poniente del gobierno exigen medidas audaces. Con argumentos de transparencia y efectividad por qué no llamar e invitar al sector privado en una gran alianza público-privada. Sin despilfarro de lo adquirido, otras opciones: compra de licencia a los dueños de la vacuna, pagando justos costos, para nuestra producción o procesamiento. La emergencia sanitaria no es del gobierno es de una nación que debe unirse alrededor de este propósito. Las universidades y facultades de medicina son alfiles necesarios. Hay que combatir el autismo de las academias. Su momento es ahora.

Necesitamos producir nuestras vacunas. Tenemos el talento humano y orientados podemos avanzar rápidamente sin malgastar los escasos recursos. En esta época de guerra el enemigo es uno solo: SARS CoV-2. Entiendo la exclusividad y costos de las patentes. Pero no es la hora de los negocios, son los tiempos de la bondad.

Fuente: http://www.lalinternaazul.info/2021/02/23/nunca-dejemos-de-sonar/

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