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El académico Hugo Armando Sotomayor Tribín escribe.  La paleopatología o el estudio de las enfermedades de los pueblos antiguos tiene como fuentes el estudio de los restos humanos -momias, huesos, dientes, coprolitos-, las informaciones históricas y la representación de las enfermedades en las artes pictóricas o escultóricas. Ver artículo completo en https://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Medicina/article/view/1630

Sólo en las sociedades en las que se sabe que hubo un importante proceso de sedentarización y de dominio de la alfarería, la metalurgia y de otros materiales que se conservan por cientos y miles de años, es en las que el arte juega un papel importante en la paleopatología.

Fue así que, en las sociedades mesoamericanas, en algunas de la América Intermedia y en la de los Andes centrales, a partir de los periodos formativos, pero en especial desde los llamados Desarrollos Regionales y Períodos clásicos y hasta la llegada de los europeos, la representación de las enfermedades en aquellos materiales constituye una fuente importante para los estudios de la paleopatología de América Antigua.

La representación artística de enfermedades -al igual que de otros temas- suele ser realista más que geométrica. La representación de las enfermedades en el arte, la iconografía, si bien no tienen la precisión que pueden tener las encontradas en los restos humanos, ofrecen para el conocimiento de las patologías el inmenso valor de mostrar un mayor número de ellas y de señalar enfermedades que los huesos y las momias no pueden revelar, y dejan ver con gran claridad algo que solo el contexto arqueológico de los restos humanos puede dejar entrever, el simbolismo.

Los diagnósticos que se pueden hacer con cierto grado de fiabilidad en el arte, suelen resumirse en cuatro categorías: enfermedades de origen genético, de origen traumático e intencional, de aparición espontánea e infeccioso.

En el conjunto de las representaciones artísticas de las enfermedades en el mundo en general, en América en particular y específicamente en Colombia, predominan las iconografías de las enfermedades genéticas y traumáticas sobre las espontáneas e infecciosas.

Vale la pena enfatizar que las enfermedades que se representan son aquellas con manifestaciones externas evidentes. Por ejemplo, entre las enfermedades infecciosas representadas tenemos a la leishmaniasis cutánea y mucocutánea, la verruga peruana, el pían (yaws o frambesía) y la sífilis venérea.

El realismo en las representaciones artísticas de la verruga peruana aquí mostrada, dentro de una medicina puramente empírica analítica, al igual que el que se utilizó en otras patologías, buscaba mostrarles -con mayor seguridad- a los miembros de las comunidades indígenas las diferencias en la anatomía de ellas, dentro de medicina empírico analógica, la manera como la medicina occidental lo hace con las colecciones de teratología, los moldes en cera de las enfermedades y la fotografía.

La paleopatología es uno de los cimientos de la paleoepidemiología, como a su vez esta conforma un capítulo más de la epidemiología general con la epidemiología histórica, la etnoepidemiología y la epidemiología intercultural.

Se presentan tres máscaras de cerámica de la colección personal de paleopatología del Académico Hugo Armando Sotomayor Tribín, curador del Museo de Historia de la Medicina desde 2009 y miembro de la comisión de Museo desde su creación en el año 2000 y donadas a este Museo en octubre del 2020. Además, se hace una revisión narrativa y sucinta de la bartonelosis en Colombia.

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