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El diario EL TIEMPO, publicó el pasado 8 de mayo, un artículo sobre el Académico Diego Roselli a quien definió como “el médico que recorre caminos del país en un jeep”. A continuación reproducimos el artículo
Se llama Diego Roselli y tiene una hoja de vida extensa, bella y humana como médico, incluso un premio a su carrera otorgado por la Fundación Rockefeller.
Actualmente, es profesor de epidemiología y economía de la Salud en el Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, en momentos en los que vemos cómo el país se sigue debatiendo entre la muerte y la contingencia por la pandemia del covid-19. Allí pone todo su saber y su entrega.
Y él, como todos los médicos que prometieron salvar vidas, sigue luchando por las de sus pacientes y por mejorar las condiciones de la salud pública.
Tataranieto de italianos, Diego Roselli se hizo médico en la Universidad del Rosario, pero honrando a sus pasados aventureros, que dejaron la bella ‘bota’ de Europa para hacer vida en América, a él también le gusta recorrer caminos y por eso fue el invitado el pasado 9 de mayo al blog Café Literario del eltiempo.com (http://blogs.eltiempo.com/cafeliterario/por-los-caminos-olvidados-de-colombia-en-land-rover).
Roselli tiene dos Land Rover en los que se ha dedicado a recorrer los caminos de Colombia. Seguramente, cuando se sube a alguno de ellos deja su mente científica a un lado para convertirse en el recorredor de caminos, legado de sus antepasados, para empezar a andar.
Ya ha visitado más de 300 poblaciones colombianas en distintos pisos térmicos y en cada lugar ha hallado otras filosofías de vida que no solo lo motivan para conocer y saber más del país en el que nació, sino también para analizar sus formas de vida y desarrollo, porque vivir en el campo no es atraso, todo lo contrario.
Sus recorridos pueden ser caprichosos. De pronto, deja uno de sus carros cuadrado en una población del norte de Colombia y el otro en una del sur, y regresa a Bogotá, a retomar sus labores médicas, educativas y científicas.
Pero esa alma aventurera se siente luego obligada a retomar el paso, seguir caminos, dar una vuelta por un lado y por el otro, charlar con los campesinos, comer delicias, oír historias de los días y las noches, de cómo crecen las plantas y dan frutos, y hasta de los espíritus que salen por las madrugadas.
Por eso, es bueno ver sus videos y conocer sus historias, y de paso, montarse de copiloto, más en estos días en los que este país anda convulsionado, triste y esperando cambios.
REDACCIÓN EL TIEMPO