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Premio otorgado al equipo de investigadores de la Universidad del Bosque.

 

La resistencia antimicrobiana es un problema de salud pública mundial. Cada vez hay más bacterias resistentes a los antibióticos y cada vez tenemos menos antibióticos que funcionen contra las bacterias. Rescatar el uso de la cefazolina conocido por sus beneficios para el tratamiento de la bacteriemia por SASM es el objetivo de esta investigación, liderada por Lina Paola Carvajal, microbióloga industrial y doctora en salud pública, junto con otros investigadores del laboratorio UGRA de la Universidad del Bosque. Para desarrollar su investigación, concentraron su interés en el Staphylococcus, una bacteria que es de alta prioridad para la OMS y la salud pública.

La realidad, explica la investigadora, es que staphylococcus sensible a meticilina generalmente es sensible a otros antibióticos pero “nuestro equipo pudo estudiar e identificar un mecanismo de resistencia que se denomina efecto inóculo en estos estafilococos sensibles a meticilina. Es un mecanismo que se había hablado, pero no había sido de mucho interés por investigadores. En el 2003 una falla en el tratamiento en endocarditis por estafilococo aureus susceptible tratada con cefazolina, volvió a centrar el interés”.

Por esta razón, el equipo investigador comenzó a hacer el análisis de los estafilococos que causan bacteriemia y hacen resistencia a cefazolina por ese efecto inóculo. La idea fue enfocarse en bacteriemia una infección con alta cantidad de bacterias.

La cefazolina es un antibiótico muy recomendado y que tiene muchas ventajas con respecto a la oxacilina por ejemplo en dosificación, disminución de efecto adversos a los pacientes y el costo económico.

La investigadora y su equipo realizaron un análisis de Staphylococcus susceptibles a la meticilina que causan bacteriemia de 9 países Latinoamérica, incluido Colombia, y determinaron que el efecto inóculo es del 40%, un porcentaje alto e importante para infecciones como bacteriemia.

Por medio de tecnologías genómicas lograron determinar el mecanismo que provoca la resistencia al antibiótico que parece es multifactorial.

El gran problema es que este fenómeno que pasa desapercibido en los hospitales, porque los laboratorios clínicos no tienen forma de identificarlo, pero puede ser solucionado si se proporciona una prueba diagnóstica que le permita al médico decidir o predecir si usa o no la cefazolina.

Por otro lado, la investigadora y su equipo desarrolló una prueba rápida para detectar ese efecto inóculo, que permita recomendar el uso o no de la cefazolina. “La prueba rápida desarrollada tiene una sensibilidad del 86% y especificidad del 89% con una buena precisión. Es una prueba sencilla que puede hacerse en un laboratorio clínico”. Esta prueba fue validada en 689 aislamientos causantes de bacteriemia de Latinoamérica y USA.

La investigación además pensó si la prueba podría ser o no costo efectiva para el sistema de salud y convertirla en un mecanismo práctico para identificar resistencia. Entonces, los investigadores estimaron los ahorros en el sistema de salud de implementar esa prueba rápida en el país, analizando su costoefectividad.

“Lo que hicimos fue hacer un análisis en una bacteriemia no complicada, persistente y la complicada que es un paciente ya en UCI. Los datos buscaron confirmar cuáles eran los costos de usar uno u otro antibiótico, la cefazolina y la oxacilina, en el sistema de salud y cuánto sería el ahorro si se detecta a tiempo la resistencia al antibiótico”, dice la investigadora.

Los investigadores en la búsqueda bibliográfica encontraron que la Oxacilina que es un antibiótico de primera línea genera mayor porcentaje de efectos adversos, como por ejemplo una nefrotoxicidad del 33%, frente a la cefazolina que es del 13% , concluyendo que al implementarla, el sistema podría ahorrarse hasta 20 millones de dólares anuales en el caso de pacientes con bacteriemia que hacen shock séptico y lo que tendría que invertir el Estado para implementar una prueba rápida es de aproximadamente 120 millones de pesos. “Usarla nos permitiría reducir eventos adversos, mejorar la calidad y esperanza de vida del paciente, y disminuir los costos hospitalarios”, explica la microbióloga.

La idea es recuperar el uso de un antibiótico, en este caso la cefazolina, que tiene mejores beneficios para el tratamiento de la bacteriemia. Qué sigue en la investigación, hacer el análisis de la prueba en otras infecciones con un alto inóculo bacterial, como son endocarditis, osteomielitis, entre otras.

La idea es hacer las validaciones en un laboratorio clínico en el ambiente hospitalario, salir del laboratorio de investigación. Por esta razón, quieren avanzar en investigaciones que permitan recuperar antibióticos que han tomado mucho tiempo para ser desarrollados, y que no se desarrollan a la misma velocidad que las bacterias, según explica Lina Paola.

“Nos falta camino para sustentar una prueba que pueda ser aprobada. Vamos por buen camino en tener una prueba que nos ayude a recuperar la cefalexina para infecciones profundas. Ya hicimos un ensayo en el Hospital San Jorge con buenos resultados, pero debemos avanzar más”, explica la investigadora de UGRA de la Unibosque.

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