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La Cátedra de Humanismo Médico del 12 de octubre de 2022, tuvo como invitado al Académico Honorario Dr. Fernando Sánchez Torres, médico cirujano de la Universidad Nacional de Colombia y especialista en Ginecoobstetricia de la misma universidad. Docente, humanista y artista. Su charla es una reflexión acerca de la pintura dentro del ámbito del arte.

 

No he sido crítico de arte ni consagrado artista. Soy apenas un diletante más, uno de tantos asistentes a museos, a galerías o a conciertos, confundido entre lo que se llama público o espectadores. Al final de mi vida he querido pasar a ser actor, dando rienda suelta a mi afición y disposición por la pintura, sin que por ello me considere una autoridad en asuntos artísticos. Sin embargo, mi afinidad al arte, particularmente al género pictórico, es lo que me ha llevado a reflexionar sobre el tema y por lo mismo a expresar con timidez algunas de esas divagaciones que quiero compartir con ustedes. Fernando Sánchez Torres.

 

Qué es el arte

El inglés Herbert Read define el arte como la afirmación la aceptación y la intensificación de la vida, para el Dr. Sánchez Torres es simplemente una forma estética de expresar los sentimientos que pueden transmitirse de forma visual o auditiva – artes plásticas, música, literatura que incluye la poesía, e incluso la danza-, quizás la más antigua de las Artes.

El cultor del arte plasma sus sentimientos, producto de estímulos externos e internos que el cerebro capta, procesa y refina para convertirlos en obras, pero esa capacidad de “traducir” estéticamente los sentimientos requiere inspiración. Aunque existe el concepto de “bellas artes”, es subjetivo y puede estar ligado más a la sensibilidad y el grado de cultura artística del receptor, mientras no haya sensibilidad no podrá valorarse con justeza el arte, es decir, no podrán advertirse el sentimiento ni el mensaje que el artista puso en su obra. Hay producciones que no representan figuras bellas o sonidos apacibles, pero son obras de arte indudablemente, por cuanto expresan un sentimiento del artista. Las llamadas pinturas negras de Francisco de Goya, “El grito” del noruego Edvard Munch, las gordas de Botero o algunas piezas de Stravinsky, son muestra de ello, todo es cuestión de gustos.

Según el arquitecto catalán Antoni Gaudí, el arte es la belleza y la belleza el resplandor de la verdad, sin la cual no hay arte.

 

Quién es el artista

estructura ADN - Watson y Crick

La definición de arte ha perdido su sentido primigenio. Ahora, todo aquel que tenga posibilidad de crear algo o de expresarse estéticamente recibe el calificativo de artista. Y aunque el médico internista español Carlos Jiménez Díaz reclamaba que se incluyera a la clínica como una de las Bellas Artes, el flujo de la tecnología reemplazó el ojo clínico – ojo artístico-, por el ojo mágico de las máquinas.  Aunque algunos descubrimientos elevados a expresión virtual o abstracta pueden transformarse en algo artístico, bello, como ocurrió con la doble hélice de Watson y Crick, expresión gráfica de la molécula de DNA que simula un monumento arquitectónico, un conjunto de armonía, equilibrio y ritmo. También, el premio Nobel de física 1933, el austriaco Erwin Schrödinger, uno de los creadores de la física cuántica, refiriéndose al grado de organización de las células de los mamíferos cuando se reproducen, decía en 1944 que tal fenómeno podría expresarlo mejor un poeta, un pintor que un científico.

Crear en el ambiente artístico es un proceso intelectual consciente, originado en algún grupo neuronal del cerebro y convertido en objeto mediante el instrumento más útil y admirable que posee el hombre, sus manos y transmitido al espectador o receptor que al final es el verdadero juez. Pero hay ocasiones en las cuales el “artista” es rechazado por buena parte de esos receptores, pero alabado por otros, especialmente en obras llamadas “conceptuales” que pueden ir desde lo “burlón” hasta lo escatológico llevado a un extremo grotesco, que podría incluso considerarse una patología digna de ser llevada al diván del psiquiatra. Parecería que actualmente entre más irreverente sea la producción mejor recibo tiene.

El arte ha encontrado otras vertientes, por ejemplo, el arte aupado por la tecnología que producen los cerebros electrónicos computarizados. Cuenta con algún valor estético hay que reconocerlo, ¿pero puede aceptarse como obra de arte algo a lo que le falta escrito, emoción, alma, sello característico de una auténtica obra de arte?

 

El arte revolucionario

El “arte revolucionario” fue un movimiento de carácter subjetivista, apoyado en la hipótesis del subconsciente, formulada por Freud y que tuvo representantes en la pintura como:  Matisse, Picasso y Braque, y en la arquitectura con Gaudí e incluso con precursores como Van Gogh, “el héroe de la modernidad clásica”. ¿Quién más revolucionario que Van Gogh?, que pintó independizándose de lo establecido por el arte y por la naturaleza. El color fue el símbolo de sus sentimientos más íntimos, el amarillo su color preferido. Van Gogh ha sido catalogado médicamente como un esquizofrénico epiléptico; bipolar. Aun cuando nunca padeció convulsiones tipo “gran mal”, si adolecía de sus equivalentes, representados en alucinaciones. Para los psicólogos Schuster y Beisl, la esquizofrenia es, entre las enfermedades mentales, la que permite al enfermo una mayor posibilidad de trabajos artísticos. Sea lo que fuere, el arte de Van Gogh es bello, no basta copiar exactamente lo que se ve para adjudicarle al objeto representado el atributo de bello. Es un arte cautivante, no por ser distinto al arte previo, sino porque permite que sea sentido con todo el cuerpo.

Del figurativismo fiel se pasó al figurativismo subjetivo, que fue la línea que siguió Van Gogh. La invención de la cámara fotográfica o “máquina de retratar” hizo que la retratística fiel, quedara relegada siendo reemplazada por una retratística caricaturesca. Allí surge una desintonización o desentendimiento entre el artista y el receptor, inicialmente estas nuevas corrientes no fueron tan bien recibidas. Les ocurrió a los impresionistas; cuando quisieron entrar al mundo de las galerías, sus cuadros fueron calificados como “mamarrachos”. Ocurrió con el arte abstracto, una revolucionaria expresión pictórica, en la que está ausente la realidad natural y posteriormente con el cubismo de Picasso y Apollinaire, el surrealismo de Dalí o al arte metafísico de Klee.

 

Arte, sociedad y cultura

El arte es una necesidad social tanto como una necesidad individual. El crítico portugués Mario Dionisio en “Introducción a la pintura” sostiene que ya se trate de poesía, pintura, música o danza, su nacimiento es producto de ciertas necesidades sociales, sin embargo, pensando en las primeras huellas artísticas dejadas por el hombre, las figuras rupestres pintadas más o menos hace 20.000 años en las cuevas de Altamira, difícil sostener que fue una necesidad social lo que condujo a ello. Tiene más visos de haber sido una necesidad individual del “artista” para darle rienda suelta a su instinto creador, pero esa ocurrencia estableció una comunicación entre el artista y el espectador qué es lo que a la postre hace del arte una función social.

Pero el arte además puede tener una serie de implicaciones de todo tipo: religiosas, políticas, sociales, comerciales etcétera; incluso estar al servicio de una causa política como ocurrió en Rusia en la época de Stalin donde la única representación que existía era el día a día de la revolución. Cualquier manifestación artística fuera de este marco era considerada un desacato al partido. Otra modalidad artística reconocida al promediar el siglo XX fue la denominada Art Brut, término acuñado por el pintor y escultor francés Jean Dubuffet, un movimiento de vanguardia surgido al margen de cualquier conocimiento artístico previo, una expresión estética libre, venida de personas marginadas socialmente, enfermos, locos, ancianos, niños. Un arte bruto o puro de raíces innatas, una especie de primitivismo, que podría incluso compararse con esas primeras manifestaciones artísticas en las cuevas de Altamira.

Aun cuando sus raíces son antiquísimas, en los últimos tiempos ha surgido otro movimiento en las artes plásticas, que bien puede considerarse de vanguardia, y esto es las expresiones pictóricas registradas en los muros de las principales ciudades del mundo democrático. En Colombia, en la década de los 50, el advenimiento al poder del General Gustavo Rojas Pinilla mediante golpe de fuerza dio como resultado un movimiento de rechazo y resistencia al gobierno militar. Los muros empezaron a convertirse en papel para manifestarse.  Del pasquín -escrito anónimo que se fija en un sitio público y que contiene expresiones satíricas u ofensivas contra el gobierno, personas o instituciones- se pasó al graffiti, y del papel al aerosol.

El nombre técnico que se ha dado a este género es Street art o arte callejero, pero bien podría ser llamado muralismo salvaje, muralismo libre o muralismo vagabundo.  El graffiti ha pasado de ser una expresión clandestina para convertirse en el icono de una cultura, la llamada hip hop. Ahora está presente en trabajos monumentales hechos por encargo o incluso en galerías de arte.

 

El arte como profesión y el valor de las obras de arte

No siempre la entrega al arte les ha permitido a sus creadores vivir de él. El caso más evidente fue el de Van Gogh, en vida fueron contados los cuadros que vendió, y todos por sumas irrisorias, ni siquiera su hermano Teo logró comercializarlos, pese a andar involucrado en el negocio del arte. Ahora, una obra suya se vende por millones de dólares. Una obra de arte como todo objeto o bien preciado tiene valores extrínsecos e intrínsecos, los primeros dados por su tamaño, el tema o la técnica, sin embargo, lo que de verdad impone el precio son las cualidades intrínsecas que el artista le imprime a su obra, es el toque de genialidad que hay en ella.  Y a veces sólo basta el nombre consagrado del autor para justificar el valor las obras de arte.

La producción de los artistas consagrados es patrimonio de la humanidad, por lo tanto, siempre deberían estar al alcance de los espectadores, de cualquier estatus social o económico. Es pecado, que haya obras admirables confinadas en las salas de los opulentos apenas para solaz suyo y de su selecto grupo de amistades.

El Dr. Sánchez Torres finalizó su charla hablando de su ingreso al mundo de la pintura.  A los nueve años por iniciativa propia, se matriculó en un programa nocturno de dibujo para obreros que ofrecía la escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Ya en la universidad, el maestro de dibujo médico, Miguel Díaz Vargas de la escuela madrileña de San Fernando, le insinuó que incluso podría cambiar su rumbo hacia el arte, pero su compromiso con la Medicina era inquebrantable, aunque la pintura nunca se ha alejado de su vida. Otro de sus maestros, Ángel Loochkartt, formado en Italia le enseño según sus palabras “recursos artísticos que solo la experiencia da”. Su preferencia siempre ha sido el retrato “una buena oportunidad para develar artísticamente la personalidad del modelo, es un desafío captar el parecido externo e interno”.

retratros del Dr. Fernando Sánchez Torres

Obras del Dr. Fernando Sánchez Torres


Dr. Fernando Sánchez Torres

 

El Dr. Sánchez Torres ha sido miembro del Consejo Superior y rector de la UNAL. Director científico de los hospitales Materno Infantil y San Juan de Dios, magistrado y presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica. Presidente de la Academia Nacional de Medicina y miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina.  

Resumen de la Cátedra, Victoria Rodríguez G., responsable de plataformas digitales en la ANM.

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