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La Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina inició actividades este 2023 con la conferencia “Reflexiones sobre la lucha contra la Lepra en los primeros 70 años del siglo XX”, con la intervención de los Académicos Doctores Hugo Sotomayor Tribín, Robin Prieto, Luis María Murillo y la directora del archivo y Museo de Agua de Dios, María Teresa Rincón.

 

Etapas de la historia de la lepra en Colombia

Presentación del Académico Dr. Hugo Sotomayor, presidente de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, leída por el Dr. Hernando Nieto en el día mundial de la lepra.

La lepra ha sido abordada bajo 2 enfoques: las mentalidades científicas (anatomopatológica o anatomoclínica, la fisiopatológica o procesal y la etiopatológica) en los siglos XVIII, XIX e inicios del siglo XX y las mentalidades humanísticas (la antropológica y la bioética) en el siglo XX y XXI.

Hay 5 etapas de la lepra en Colombia desde la presentación de los primeros casos en el siglo XVI hasta el presente.

1ª. Siglo XVI hasta 1873. Desde la presentación de los primeros casos hasta el descubrimiento del bacilo responsable de la enfermedad por Gerhard Henrik Armauer Hansen en 1873. Se destaca la respuesta social que se dio con la creación de lazaretos para albergar a los enfermos de lepra. Entre ellos, el primero fundado en el continente en Santa María la Antigua del Darién en 1514, otro en el Hospital de San Lázaro en Cartagena a finales del siglo XVI, Caño de Loro en la isla de Tierrabomba en 1796, El Curo en Santander hacia 1812 y el Lazareto de Agua de Dios en Cundinamarca en 1871.

2ª. Desde 1873 hasta 1961. A partir del descubrimiento del bacilo y con el desarrollo de la bacteriología se legitima una lucha contra el germen con serias consecuencias sobre las personas. Las conclusiones del Dr. Hansen, ampliadas por el Dr. Besnier durante el Primer Congreso Internacional de Lepra en Berlín en 1897 establecen que: “En todos los países en que la lepra forma focos o toma una gran extensión, el aislamiento es el mejor medio de impedir la propagación del mal”.

Por esa misma época hacia 1890, el último presidente de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales de Bogotá, Juan de Dios Carrasquilla se oponía al confinamiento de los enfermos, considerando esta una medida “cruel, inhumana y vejatoria de la dignidad del hombre y de sus derechos individuales”.

Las medidas restrictivas incluían: policía al interior y exterior, perímetros que no podían ser sobrepasados sin un pase, documentos diferenciados, una moneda exclusivamente para la población enferma (coscojas), prohibición de contacto con el agua de las poblaciones, los niños fueron separados de sus padres. Todo debía pasar por un proceso de desinfección, aún la correspondencia. En Colombia, la ley 148 del 22 de diciembre de 1961 declaró a los pacientes de lepra como sujetos con todos los derechos civiles y políticos y garantías sociales que consagra la Constitución Nacional.

3ª. Desde 1961 hasta 1986. Va desde la recuperación de los derechos civiles de los enfermos, hasta la introducción en Colombia del tratamiento poli-quimio-terapeútico muy efectivo e impulsado mundialmente por la OMS desde 1981 y aplicado en Colombia desde 1986.

4º. Desde 1986 hasta 1997. Período que permite disminuir la lepra, a nivel nacional, a tasas consideradas universalmente como un problema de salud público controlado.

5º. Desde 1997 hasta hoy. En este período los casos de lepra a nivel global van disminuyendo. Surge en el 2002 la Corporación Social para la Rehabilitación de los enfermos de lepra y consanguíneos, CORSOHANSEN, como una organización no gubernamental, empeñada en la lucha contra el estigma de la lepra.

La práctica médica y la coerción de tipo policial deben ser tomadas como modelo en torno a cualquier discusión sobre derechos de los enfermos y un punto de reflexión antropológica y bioética para el personal sanitario sobre “el otro”, el enfermo.

 

La práctica médica que hace daño. “Cuando olvidamos el Juramento Hipocrático”

Presentación a cargo del Académico Dr. Robin Prieto, médico de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Cirugía General de la Universidad Javeriana y en Gastroenterología de la Fundación Universitaria Sanitas.

Hipócrates, contemporáneo de Sócrates y Platón, consideraba que los principios éticos manifestados por estos filósofos debían ser también aplicados a la Medicina especialmente en lo relacionado con “hacer el bien” en concordancia con la ética médica clásica.

El Juramento Hipocrático, aunque se ha modificado y adaptado con los tiempos, desde sus inicios consideraba el beneficio para los enfermos y un ejercicio de la profesión puro. La ética médica se basa en el principio de libertad y autonomía que confiere igualdad a los hombres, nadie tiene soberanía sobre otro.

El término Bioética fue utilizado por primera vez por el médico oncólogo Dr. Van Rensselaer Potter en 1970 y el principio de responsabilidad médica indica que todos los actos y compromisos del hombre, están atados a ciertas obligaciones. En el caso de los médicos por la relación médico-paciente y es allí donde términos como impericia, negligencia e imprudencia toman relevancia.

En el campo de la investigación biomédica y la practica médica han surgido abusos injustificables a través de la historia que han derivado en mala práctica médica. Centros de experimentación, personal médico al servicio de dictaduras en Latinoamérica, genocidios, el experimento de Tuskegee, que buscaba estudiar la evolución natural de la sífilis en ausencia de tratamiento, entre otros.

¿Porqué algunos médicos a lo largo de la historia han traspasado los límites de la ética y quebrantado el Juramento Hipocrático? En el capítulo II del libro  “Cuando la medicina no cura”, Sarah Cohen menciona algunos de los posibles factores relacionados con la psicología de la tortura:

  • La obediencia a la autoridad y la difusión de la responsabilidad.
  • La teoría de la identidad social.
  • La ideología nazi como política medicalizada.
  • Comenzar siendo humano, terminar siendo un torturador.
  • Los procesos de deshumanización y separación.
  • El proceso del desdoblamiento.

Después de los excesos cometidos durante la I Guerra Mundial, las principales potencias llegaron a un acuerdo para prohibir el uso de armas químicas y biológicas que se formalizó en el Protocolo de Ginebra de 1925, pero algunos países continuaron investigando en armas biológicas y químicas. Lo hizo Japón durante la Segunda Guerra chino-japonesa de 1937-1945, realizando experimentos a gran escala con seres humanos. El escuadrón 731 estuvo a cargo del médico Shirō Ishii, un complejo con más de 150 edificios y hornos crematorios para deshacerse de sus víctimas, principalmente chinos, soviéticos, mongoles y coreanos. Prisioneros de guerra y detenidos políticos a quienes se inoculó gérmenes del cólera, tifus, difteria, botulismo, ántrax, brucelosis, disentería y sífilis, además sufrieron vivisecciones, amputaciones, y un sinnúmero de experimentos fisiológicos aberrantes. Hasta 10.000 personas asesinadas.

También Alemania en los campos de concentración nazis con Otman von Verschuer y Josef Mengele donde las víctimas fueron presos judíos y gitanos, sometidos a torturas para estudiar el comportamiento de una enfermedad mediante la inoculación de los gérmenes, o como reaccionaba el organismo ante ciertas acciones como cámaras de alta presión, tanques de agua helada, e inyecciones letales.

La psiquiatría fue una de las ramas más comprometidas en casos de mala práctica. En la Unión Soviética, se usó el pretexto de utilizar el diagnóstico de una enfermedad mental para encarcelar disidentes políticos y religiosos. Andrei Snezhnevsky de la escuela de psiquiatría de Moscú determinó que los síntomas psicóticos no eran esenciales para un diagnóstico de esquizofrenia, bastaba la alteración de la personalidad que incluía el pesimismo, la escasa adaptación social y el conflicto con las autoridades.

Latinoamérica no ha estado exenta. Durante las dictaduras militares en Chile y Argentina la tortura fue una práctica regular con aislamiento, privación de sueño, golpes, mantener por largos periodos de tiempo posiciones forzadas, simulacros de fusilamiento y ahogamiento. Hospitales como el Policlínico Alejandro Posada en Argentina, funcionó como centro clandestino de detenciones y niños nacidos en cautiverio fueron arrancados de sus madres detenidas, para ser entregados a otras personas. Muchos médicos fueron enjuiciados por estas prácticas y otros incluso fueron víctimas de estas torturas por oponerse.

 

Los excesos recomendados por la comunidad médica en el tratamiento de los pacientes en el lazareto de Agua de Dios.

Presentación de la directora del Archivo y Museo Médico de la Lepra de Agua de Dios, Sra. María Teresa Rincón  

Es importante hacer una reflexión sobre la lucha contra la lepra en la historia. El objetivo del Museo médico de la Lepra de Agua de Dios es convertirse en un espacio de reflexión sobre el sufrimiento y la exclusión que pueden generar los estigmas y una medicina dominada por el cientificismo, centrada en la enfermedad y no en el enfermo, y en un lugar de referencia y visita para todos aquellos interesados, dentro y fuera del país, en conocer la historia de la lepra en Colombia.

La institución nace en 1870 creada para atender a los ciudadanos que padecían la enfermedad y el museo como tal nace en 2009 a partir de una iniciativa de un grupo de interesados en recuperar los archivos históricos del lazareto encabezados por el Dr. Hugo Sotomayor. El trabajo de recopilación incluyó también a los habitantes de la población que compartieron sus historias e incluso entregaron objetos pertenecientes a esa época.

Una de las conclusiones iniciales, de acuerdo a los registros, indica que durante los primeros años el acompañamiento fue más de tipo policivo que médico. Un lugar cercado con alambre, que tenía policía en el interior y exterior. La represión más que el tratamiento marcó la historia inicial de estas instituciones y la indiferencia de la sociedad en general, con el afán de aislar, ocultar y alejar a quienes padecían la enfermedad los convirtió en habitantes “fantasmas” de repúblicas independientes o pueblos olvidados.

El sanatorio de Agua de Dios E.S.E. tiene como propósito fundamental, trascender las fronteras del dolor que enmarcaron al enfermo de Hansen y restituirle a través del Museo los derechos que le fueron vulnerados desde el mismo momento en que fueron aislados, con procesos de divulgación, interacción, conocimiento, aclaración y formación en lo que representa la enfermedad a nivel histórico y científico.

El museo como proyecto cultural hace parte de la Red de Museos de Cundinamarca y participa en la construcción de la Red de Museos Nacionales de la Ciencia, como proyecto académico promueve la interacción permanente de comunidades estudiantiles de colegios y universidades que visitan su sede para conocer su historia, como proyecto económico busca su autosostenibilidad y como proyecto de responsabilidad social busca llegar a más personas para que conozcan su historia y visiten el lugar, incluso más allá de sus puertas.

 

Ciento cincuenta años del descubrimiento del bacilo de Hansen, una mirada al pasado y una reflexión bioética.

Presentación del Académico Dr. Luis María Murillo, médico Ginecoobstetra y escritor. Miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia.

Su historia se remonta incluso a siglos a. de C. cuando ya en la biblia los leprosos eran deshonrados y esa condición que enunciaban los textos, se extendió a la posteridad a todas las sociedades cristianas. En contraste, el nuevo testamento habla de un Jesús compasivo y sanador con los leprosos. Lázaro, es tal vez su figura más representativa a quien según las escrituras Jesús resucitó. Sin embargo, siglos después, la sociedad cristiana y en general otras religiones y culturas los siguieron consideraron impuros, el castigo o la consecuencia de pecados del pasado.

En el siglo XII los cruzados padecieron la lepra y la propagaron a su regreso a Europa. Surgió la Orden de San Lázaro dedicada desde entonces al cuidado de los leprosos. El mal se extendió por Europa, los lazaretos se multiplicaron y a los leprosos italianos en los siglos XVI y XVII se les recluía en la isla de San Lázaro, frente a Venecia. Muchos terminaron en la hoguera.

En el medioevo, se les prohibía asistir a sitios públicos, relacionarse con personas sanas, tocar elementos que no fueran de su propiedad, beber agua de pozos públicos, salir del campo y estaban obligados a llevar ropas grises, anunciar su presencia con una campanilla, y vivir de la limosna.

La lepra desde el siglo XIV comenzó a disminuir en Europa, al punto que en el siglo XIX la enfermedad dejó de ser relevante en ese continente, pero no en el trópico. Llegó a América con los españoles, los portugueses y los esclavos negros.  En el Nuevo Reino de Granada apareció en el siglo XVI. La puerta de entrada fue Cartagena, de allí pasó a Mompox a través de los ríos Cauca y Magdalena y se diseminó por el país. Las etapas fueron las establecidas al inicio del artículo.

El temor hacia ellos se debió en parte a las especulaciones en torno a la cifra de enfermos, cálculos que exageraban las cifras y asumían un país inundado de lepra con proyecciones a futuro aterradoras que nunca llegaron, pero que tuvieron como resultados más temor y duras medidas. Estos pronunciamientos venían incluso de voces respetadas y reconocidas en el sector médico.

Antes de la existencia de los hospitales creados para albergarlos, los enfermos debían permanecer “secuestrados” en sus casas por orden de las autoridades. Sólo hasta 1958 se garantizó la libre movilización de los enfermos y en 1961 la Ley 148 suprimió de forma definitiva los lazaretos.

Aunque los lazaretos se mostraban como lugares con iglesia, plaza, viviendas, escuela, teatro y hospital, en realidad eran pueblos cercados, aislados y con una población secuestrada.

Fueron muchos los médicos que abrazaron en Colombia la causa de los leprosos. El más destacado fue Juan de Dios Carrasquilla, que buscó rectificar las imprecisiones sobre la enfermedad a través de la publicación de varios artículos sobre las características de la lepra y llegó a producir un suero de su autoría que tuvo algunos resultados temporales, pero no definitivos.

 

Consideraciones bioéticas

Hechos aberrantes como la experimentación en los campos de concentración nazis, condujeron a juicios y a la reflexión sobre los derechos del sujeto de investigación científica, dando como resultado el Código de Nuremberg (1947), con las pautas para la experimentación en humanos. A esto siguieron otros hitos en el campo de la bioética. Se formularon así 4 principios básicos en la asistencia clínica: beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia. Hoy en día el paciente tiene la libertad de aceptar o rechazar una medida terapéutica, una decisión autónoma, a veces en contravía de la misma ciencia.

El maltrato a los leprosos no lo sufrieron enfermos con otras terribles enfermedades, allí hubo un sesgo religioso que relacionaba la enfermedad con el pecado y se quebrantó la noción de igualdad y el principio de justicia.

El principio de beneficencia también falló cuando se pensó en la seguridad de la población general en perjuicio del paciente que fue segregado y encerrado, incluso cuando ya se tenía conocimiento de la baja contagiosidad de la enfermedad.

Se les privó de humanidad, su dignidad fue violentada, hubo discriminación y estigmatización, se coartó su libertad con acciones absolutamente condenables. No hubo equidad, ni se tuvo en cuenta su sentir. La lección: ni la sociedad ni la medicina pueden repetirlo.

IMAGEN INTRODUCCIÓN: Museo Médico de la Lepra
La presentación completa en:  https://www.youtube.com/watch?v=EKSjgqZKXKM&t=1350s

Resumen presentación. Victoria Rodríguez G., responsable plataformas digitales ANM

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