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Por Alfredo Jácome Roca.
Por estos días, numerosos medios de comunicación colombianos han publicado notas informativas sobre el fallecimiento de Salomón Lerner Muztmajer. La mayoría se han limitado a reproducir un comunicado emitido por la Librería Lerner de Colombia, empresa que fue su hija y que subsiste exitosamente con sus dos sedes de Bogotá y otra en Medellín.
Lerner tuvo amistad con importantes médicos colombianos, pero también con el mundo académico en general. Fue amigo de todos aquellos interesados en la divulgación de la cultura, logrando éxitos irrefutables no solo en la lecturabilidad de sus publicaciones sino en la difícil tarea de hacer una actividad muy rentable. Como dicen las noticias, “Salomón Lerner fue testigo de las transformaciones culturales y económicas que vivieron países como Argentina, Colombia y España en determinados momentos de su historia. Fue amigo de médicos, historiadores, artistas, escritores, editores, políticos y abogados, con quienes publicó libros y revistas que contribuyeron a la formación de profesionales en campos como la medicina, el derecho, la historia y el arte”.
Cuando intenté escribir algo sobre la actividad del señor Lerner en la educación médica, acudí a la imprescindible ayuda del buscador de Google. Busqué en páginas y páginas, encontrando solo la noticia de su fallecimiento. Finalmente di con una entrevista que su biógrafo, el escritor Miguel Ángel Manrique, le había concedido al diario bogotano EL TIEMPO, con ocasión de la inauguración de la sede norte de su librería. En ella mencionaba brevemente su contribución en la divulgación de conocimiento médico a través de la Tribuna Médica, de la revista Consulta, de libros y de otros medios.
Dice Manrique: “Editó, entre otras publicaciones, ‘Tribuna Médica’, la primera revista colombiana de divulgación científica que se globalizó (tuvo ediciones en países como Perú, Israel, España y otros estados europeos, y entonces pensé que Tribuna estaba allí para quedarse). También la ‘Iconografía del Libertador’, una serie de retratos de Simón Bolívar realizados por diferentes artistas nacionales, y los treinta primeros tomos de la ‘Historia extensa de Colombia’, una contribución enciclopédica al conocimiento del pasado de ese país. Hizo parte de la revolución de la industria gráfica colombiana a principios de los años sesenta. Creó una empresa editorial y una imprenta en Bogotá. En Europa popularizó las revistas de medicina a color, cuando aún no se usaba la policromía, y se asoció con editoriales como Abrams Books y Rizzoli para publicar libros de artistas latinoamericanos. Dominó el negocio editorial en España durante más de una década y fue dueño de fábricas de papel y cartón corrugado. Esta es la historia de un hombre entusiasta, de un personaje apasionado por la pintura, la poesía, los viajes y los amigos. Un hombre que se entregó a su familia, a sus aventuras como empresario y a su oficio como editor”.
Conocí a Lerner durante mis estudios de medicina, cuando acompañé a un amigo que pertenecía igualmente a la colonia judía, quien buscaba algún libro medico en especial. Lo visitamos brevemente en su local de la 14. Años más tarde conversaría con él en un funeral, sobre la prematura muerte de Jacome Valderrama, miembro del Comité de su proyector editorial. Después supe de el a través de sus colaboradores médicos, que he mencionado ya. En los años setenta, fruto de mi interés en la comunicación, visite los talleres de la Tribuna Medica donde publicábamos mi revista patrocinada por Laboratorios Wyeth “Resúmenes de la literatura médica colombiana”. El inconfundible olor a tinta de los talleres (en esas épocas a cargo de su cuñado Jacko Grimberg), me recordó aquella visita que yo había realizado años antes a las instalaciones del periódico “El Heraldo” de Barranquilla, cuando quería dedicarme al periodismo. En mi familia me convencieron de que fuera médico más bien. Yo tenía sangre de editor, como me lo repetía el profe DiDoménico.
La TRIBUNA MEDICA DE COLOMBIA empezó a editarse en formato tabloide, en papel fino, como un semanario médico. Esto lo logro por un acuerdo con el recién fundado Colegio Colombiano de Cirugía, que luego se transformó en la Sociedad Colombiana de Cirugía. El editor fue el recordado profesor Juan Di Doménico Di Ruggiero, cuya labor se centró siempre en la educación médica. En el comité editorial figuraban destacados cirujanos de la capital, como Hernando Anzola Cubides, Roberto Gutiérrez Arango, José Antonio Jácome Valderrama, José Vicente Huertas, Cesar Augusto Pantoja, Juan Jacobo Muñoz, José Félix Patino y Juan Mendoza Vega, entre otros. Pronto se convirtió en la más importante revista médica colombiana, con un tiraje de 10.000 copias, casi todas ellas entregadas por subscripción. Pocos meses después Jácome (mi tío primo) me convenció de publicar ahí una revisión extensa que había hecho sobre tiroiditis, como parte de mi tesis de grado sobre inmunidad tiroidea. Miles de médicos leyeron esa mi primera revisión. De periódico semanal, Tribuna paso a ser revista quincenal, y luego mensual. Recuerdo a un pariente médico que dedicaba todos los lunes a leer de cabo a rabo la Tribuna Medica. Era un verdadero icono de la educación médica, y era un honor y un éxito publicar en esa revista. Los editores fueron académicos, Di Doménico, Patiño Restrepo, Mendoza Vega, Otero Ruiz… Esos nombres hablan de la calidad de la publicación.
Después de casi tres décadas de publicación, la empresa quebró y Tribuna desapareció. Unos años más tarde, la casa Legis compró la marca Tribuna Medica, y una hija de Tito Livio Caldas, el propietario, reinició la publicación impresa, que duro un año, en cuyo comité editorial pude participar. La ineludible supremacía de la publicación online acabó con esos proyectos.
Mendoza Vega amaba los libros y las revistas, pero impresas. El día que tuvo que mandar al reciclaje sus colecciones de revistas, pues ya no cabían en los anaqueles de su casa, penosamente debió entender que las revistas digitales eran, no el futuro, sino el presente.
El Dr. Alfredo Jácome Roca es Internista-Endocrinólogo. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, Fellow del American College of Physicians y Miembro Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Editor Emérito de la Revista MEDICINA.