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Por Robin Prieto.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “un estado de bienestar en el que la persona realiza sus actividades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar en forma productiva y contribuir a su comunidad”.

De acuerdo a la 5a edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM), el trauma psicológico o emocional corresponde a “cualquier situación en la que una persona se vea expuesta a escenas de muerte real o inminente, lesiones físicas graves o agresión sexual, ya sea en calidad de víctima directa, cercano a la víctima o testigo”. Según la edición 11 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), corresponde a “cualquier exposición a una situación estresante de naturaleza amenazante u horrorizante que probablemente producirá un malestar profundo en   la mayoría de las personas”.

A lo largo de la historia de la humanidad han ocurrido muchas pandemias que han causado grandes afectaciones en la salud física y mental. De acuerdo con la OMS la pandemia por COVID-19 persiste y habrá que esperar las consecuencias o secuelas a largo plazo. Se han realizado múltiples estudios que evalúan las afectaciones mentales en diversos grupos poblacionales, revelando un incremento en las cifras de ansiedad, estrés, depresión y estrés postraumático.

En grupos de adolescente se han observado niveles significativamente más altos de ansiedad que en los niños, presentando mayores síntomas depresivos y de ansiedad. Este grupo poblacional se ha visto afectado por el aislamiento, el maltrato infantil, los altos niveles de estrés familiar, la perdida de sus cuidadores, familiares o de los padres mismos. En un grupo de estudiantes universitarios, la prevalencia de pensamientos suicidas fue del 11.4%, de angustia severa del 22.4%, de estrés del 24,7%, de depresión del 16,1% y de ansiedad del 27,5%.

En una revisión sistemática y metaanálisis que evaluaba la población general, se encontró una prevalencia para ansiedad del 33% y para depresión del 28%. La incertidumbre, especialmente la económica, se encuentra asociada con trastornos relacionados con el estrés y el suicidio. En grupos de adultos mayores se realizó una encuesta a 64 adultos entre 61 y 89 años, 33 de ellos con depresión en la vejez y 31 controles sanos en términos de ideación suicida.

Los grupos de pacientes con enfermedades crónicas y aquellos que han sufrido el COVID, así como el personal de salud, también presentan porcentajes importantes de afectaciones en la salud mental con mayor susceptibilidad de desarrollar afecciones psiquiátricas dadas por mayor nivel de estrés, ansiedad o depresión, relacionado con las condiciones laborales, aspectos sociales y familiares, y factores relacionados con los pacientes.

Se considera de gran importancia diseñar y aplicar estrategias para realizar el diagnóstico temprano de las alteraciones de la salud mental en la población en general y en especial en el personal de salud de primera línea. Es de esperar que a mediano y largo plazo surjan secuelas relacionadas con el aislamiento especialmente en niños y adolescentes.

El artículo fue publicado originalmente en la revista Repertorio de Medicina y Cirugía de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud – FUCS.

Ver artículo completo en: https://revistas.fucsalud.edu.co/index.php/repertorio/article/view/1360


Dr. Robin G. Prieto

El Dr. Robin Prieto es especialista en Cirugía General, Gastroenterología y Endoscopia Digestiva, Centro de enfermedades hepáticas y digestivas CEHYD SAS.

Miembro correspondiente ANM, Bogotá D.C., Colombia.

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