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El Académico Fernando Sánchez Torres en su habitual columna para el diario El Tiempo  analiza la posibilidad que se abre para restaurar y rehabilitar el Instituto Materno Infantil (IMI)

Por Fernando Sánchez Torres.

El Ministerio de la Cultura recientemente adjudicó una licitación pública por valor de 106 mil millones de pesos con destino a la restauración, rehabilitación y reforzamiento estructural, es decir, a una intervención integral de la planta física del Instituto Materno Infantil (IMI) de Bogotá que, como es conocido, forma parte del Complejo Hospitalario San Juan de Dios. El hecho de que se haya dado vía libre a esa obra es un paso saludable para quienes conocimos de cerca la importancia de esa legendaria institución y para quienes se podrán beneficiar de ella.

El IMI, que fue el servicio de maternidad del San Juan, obtuvo vida jurídica mediante el Acuerdo 14 del 4 de mayo de 1944, emanado de la Junta General de Beneficencia de Cundinamarca, con el objeto de “proteger a la mujer, desde antes de la gestación, hasta cuando terminen las consecuencias del estado puerperal; y la protección del niño desde su nacimiento hasta cuando termine su formación como unidad socialmente útil”. En una disposición posterior se aclaró que la obligación del Instituto era prestar atención a los niños hasta cumplir el primer año.

Analizándolo bien, a esa maternidad se le bautizó en 1944, pero su existencia se remonta a los orígenes mismos del San Juan, vale decir al año 1564, cuando se destinaron 10 camas a la atención de mujeres. Pero una sala de maternidad propiamente dicha solo fue creada en la década de los 70 del siglo XIX con el nombre de Clínica Obstétrica e Infantil.

Para entonces disponía de 15 camas ubicadas en una sala común, donde se improvisaban otras cuando aquellas estaban ocupadas. Hubo ocasiones en que se hacinaban allí veinticuatro y más pacientes. Todas tenían su parto en un mismo jergón cubierto con una piel curtida o vaqueta. La mortalidad materna era alta a causa de la infección puerperal. En 1899 se desató una epidemia que mató a casi todas las enfermas, lo cual obligó a cerrar temporalmente el servicio. Para 1912 se atendían uno o dos partos al día, siendo necesario a veces acostar pacientes en el suelo.

Comenzando la década del 30, Bogotá padecía una alarmante crisis de camas para la atención obstétrica. La maternidad del San Juan contaba con 58, que eran insuficientes para la demanda. Era necesario ampliar el servicio. Al inaugurarse en 1926 la nueva planta del San Juan en terrenos de ‘La Hortúa’, la maternidad fue trasladada a un edificio vecino con más de doscientas camas. Allí se originó el IMI en 1944, como ya registramos.

Con el paso de los días se constituyó en el centro obstétrico de referencia no solo de la ciudad, sino de todo el país. En 1967, el servicio de ginecología del San Juan se integró geográficamente con el de obstetricia, dado que esas dos disciplinas se habían integrado académicamente en la Universidad Nacional. Para aquellas calendas la explosión demográfica se había desbordado. En 1973 Bogotá contaba con una población cercana a los tres millones de habitantes.

No es de extrañar, pues, que en el IMI se hubieran registrado en ese año 25.275 partos y 6.561 abortos. A veces era necesario acostar en una sola cama dos pacientes con sus respectivos críos. Esta aberrante situación fue recogida por la prensa. Doña Nydia Quintero de Turbay, esposa del presidente de la República, sensibilizada por esa noticia, intervino en 1979 para que se acordara remodelar la planta física del IMI y renovar sus equipos médicos. Más tarde, la ruina en que cayó el San Juan repercutió en la maternidad, lo que la llevó a entornar sus puertas.

Desde su fundación, la atención científica estuvo a cargo de docentes de la Universidad Nacional, lo que permitió un gran progreso de la ginecobstetricia y la neonatología. Allí se dio a conocer el “Programa canguro”, método acogido mundialmente para el manejo de los niños prematuros. Es de esperar que al reabrir sus puertas remozado y sin el lastre de una demanda asistencial apabullante, el IMI se constituya nuevamente en un centro de atención especializada digno de admirar.

Columna de El Tiempo


Dr. Fernando Sánchez TorresEl Académico Dr. Fernando Sánchez Torres es doctor en medicina y cirugía, con especialización en ginecobstetricia.

Ha sido rector de la Universidad Nacional de Colombia, Presidente de la Academia Nacional de Medicina y presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica.

 

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