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La muerte del cartonista argentino apodado Quino trae inevitablemente el recuerdo de nuestra temprana juventud, cuando la lectura de las tiras cómicas eran una de las principales distracciones de la época, cuando no había televisión, internet, celulares, solo un radio compartido con los de la casa para oír radionovelas como “El derecho de nacer” del cubano Félix B. Caignet. Y por supuesto, la ida a cine los domingos, después de misa.

Mafalda es una niña corriente, hija de un oficinista y una ama de casa, con amigos en el edificio y en el barrio. Es una contestataria de la época de la Guerra Fría URSS vs USA, y de las dictaduras militares latinoamericanas y la española posrepublicana. No espera uno de una niña preadolescente tales profundas preocupaciones que se convierten en cómicas por su dosis de cinismo y crítica social. Su relación con su hermanito, padres, amigos y amiga, hacen de ellos también unos personajes con su propia filosofía. Manolito, una versión clonada de su padre Manolo, de moral laxa cuando se trata de vender lo de la tienda, cabeciduro y nada intelectual. Felipe, el amigo pensativo, y la amiga Susanita, cuyo principal deseo es casarse con un muchacho buen mozo y tener muchos hijos, y sus padres, abrumados por la cotidianidad y la escasez de recursos. Estuvieron, al menos  algunos de ellos, basados en personajes reales.

Los electrodomésticos Mansfield (con M), necesitaban un personaje con M como Mafalda para promocionar sus productos. Un socialista como su creador Quino (no me interesa acordarme de su nombre real), también necesitaba comer y obtener recursos. Mafalda es un ícono argentino como son otros con M, como Messi, Maradona y (Jorge) Mario (Bergoglio), el Santo Padre. Todos llevamos dentro una Mafalda, parodiando el cuento de que a veces se nos sale aquel pequeño argentino que todos llevamos dentro.

Nuestra niñez y juventud se vio marcada por otros tiernos personajes infantiles, y sus maneras de ser. Carlitos (Charlie Brown) y su perro Snoopy, preocupados por su día a día y su entorno cercano. Nada preocupados por la política mundial. Igualmente, la pequeña Lulú y Toby, ni que decir los personajes de Disney, con sus animales humanizados.

No menciono aquí la vida personal de Quino, en si muy interesante como lo fueron las del mismo Disney. Cervantes, Schultz y otros más, que continúan viviendo gracias a la perennidad de sus personajes.

Como homenaje a Quino, recordemos algunos pensamientos de Mafalda.

  1. Paren el mundo que me quiero bajar
  2. Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión
  3. El problema es que hay más gente interesada que gente interesante
  4. ¿Que importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que al fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo
  5. Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría
  6. Sí, ya sé, hay más problemólogos que solucionólogos, pero ¿qué le vamos a hacer?
  7. ¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?
  8. Si no haces cosas estúpidas cuando eres joven, entonces no tienes nada para reirte cuando estás viejo
  9. Algunos me aman por ser como soy, otros me odian por la misma razón, pero yo vine a esta vida a tratar de ser feliz… ¡no a complacer a nadie!
  10. Trabajar es para ganarse la vida. ¿Pero por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?
  11. Lo malo de los reportajes es que uno tiene que contestarle en ese momento a un periodista todo lo que no supo contestarse a sí mismo en toda la vida… Y encima pretenden que uno parezca inteligente
  12. A fin de cuentas, la humanidad no es nada más que un sándwich de carne entre el cielo y la tierra
  13. La vida no debiera echarlo a uno de la niñez sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud
  14. (Mirando a los supuestos habitantes de un globo terráqueo): ¡Irresponsables!

Carmen de Carlos escribe en el ABC cultural, de España, con ocasión de la muerte de Quino: La voz de la conciencia social, la niña precoz de clase media que dejaba mudos a los adultos con sus preguntas, en forma de reproche inocente, fue el adorado tormento de Quino. Su pequeña le persiguió hasta el final de sus días por culpa de los millones y millones de fans. La hizo nacer, con 4 años, el 29 de septiembre de 1964 en la revista Primera Plana y ya entonces, odiaba la sopa y amaba a los Beatles. Su destino era formar parte de una campaña de publicidad pero la agencia rechazó a la figura inanimada más famosa de la historia de Argentina. A través de Mafaldita, Quino gritaba «!Que paren el mundo!» o pronunciaba frases como, «La vida es linda, lo malo es que muchos confunden linda con fácil».

Lástima que la transparencia no sea la virtud predominante. Sed como niños, advirtió Jesús de Nazareth.

 

 

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