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Se repite hasta el cansancio que la protesta pacífica es algo legal y bienvenido. Aunque cuando se vuelve rutinaria, y se acompaña de vandalismo y violencia, esas marchas y esas tomas se convierten en PARTE DEL PROBLEMA. El académico Robin Prieto nos envía un artículo, proponiendo un estilo de marcha que sea PARTE DE LA SOLUCIÓN.
Este escrito está dirigido a todos los que son jóvenes, a los que sin serlo sienten el ímpetu juvenil correr por sus venas vigorizando sus cuerpos, y a los que han dejado que sus arrugas y canas pesen más que sus sueños de juventud. Invito a todos a la “Toma de Bogotá”, pero no quiero que nos quedemos ahí, los invito a que de una vez por todas realicemos la “Toma de Colombia”, puede ser el 9 de junio o en julio, pero que sea pronto.
Manifiesto mi total apoyo e invitación a los mestizos que somos el 87 % de los colombianos, a la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera que corresponde al 9 %, a los indígenas que son cerca del 4 %, e incluso a los gitanos, mulatos, zambos y pocos blancos que hay, porque es claro que este no es un país europeo, sino orgullosamente suramericano, en donde la genética se ha mezclado tanto, que casi somos una sola raza, aunque a veces nos pueda disgustar el color o el acento del otro.
Espero que nos acompañen los de derecha y los de izquierda, los diestros y los siniestros (en cualquiera de sus acepciones), los del centro o los de los de extremos, los que nunca han votado y los que se arrepienten de haberlo hecho; aguardo a los seguidores de la amarilla, del verde, del azul o del rojo, que sí sabemos de angustias y derrotas; incluso reservaré un lugar lejos de la portería para los que no les gusta el fútbol. Invito a los seguidores del ciclismo, ellos si saben levantarse, pedalear, subir y triunfar; animo a los amantes del beisbol que entienden lo que es sacarla del estadio, a los pugilistas que si saben de recibir golpes y de dar un nocaut; a todos los deportistas y si tienen tiempo incluso a los que solo siguen a su propio cuerpo.
Al 80 % de colombianos que se declara católicos practicantes o no, al 12 % de protestantes, “que por esta época parecieran muchos más”, al 6 % que dicen ser no creyentes, al 2 % que profesan otras religiones; a los que van al templo, a la sinagoga, o a la mezquita, o a los que solamente iban al cine, al estadio o al teatro, pero que la pandemia ya no los dejó volver más; a los que leen la Biblia o el Corán, y a los que han leído o leerán El Capital de Marx. A los que no han podido estudiar y a los que sí, al bachiller, al universitario, al doctor, y al 5,2 % de analfabetas.
Extiendo mi invitación a todos los integrantes del “comité del paro” aunque no los conozco; a los sindicatos, especialmente a sus dirigentes a quienes solo veo en la televisión; a todos los gremios, especialmente a los trabajadores y a los que han dejado de serlo. A los que prefieren trabajar e incluso a los que no.
¡A todos los invito, vamos a “la toma” ya!
La estrategia es sencilla. Empezaremos tomándonos las calles y carreteras, la meta es arreglarlas y ampliarlas, tiene que ser en menos de 24 horas y ojalá de noche a la luz de la luna; los más audaces deberán retirar los bloqueos y permitir el paso de todos, pero especialmente de los insumos alimenticios y de salud. Una vez nos tomemos las vías nos dividiremos en cuatro frentes.
El primer frente estará conformado por trabajadores, estudiantes y maestros, se encargará de tomarse las escuelas y universidades, deberá reparar las construcciones. Invito a los políticos y gobernantes a “tomar” la decisión de dotarlas y de diseñar estrategias para atraer a los estudiantes y asegurarles un futuro laboral, a los estudiantes los invito a estudiar. El segundo frente se tomará el comercio, los almacenes y las fábricas, tendrán que reactivar la economía cuidando a todos de la pandemia, de este grupo formarán parte los trabajadores, los empresarios y el gobierno. Las instalaciones deportivas y culturales serán tomadas por el tercer frente, que estará conformado por deportistas, y tantos artistas callejeros, acá cualquiera puede participar, la misión será reactivarlas todas, que, si los congresistas se toman el tiempo sin abusar, sin duda todo va a funcionar.
El cuarto frente estará conformado por los manifestantes y la gente “del común”, apoyará emocionalmente a las 1606 familias que perdieron a alguien por la pandemia este fin de semana del Corpus Christi, se encargará también de la toma de los hospitales e instituciones de salud, la misión es ayudar en la atención de los enfermos especialmente de los infectados por el COVID-19, además deberán entender, aprender y divulgar la importancia de las medidas de prevención que han olvidado. El personal de salud ya está cansado. Los que deben seguir en casa o no pueden caminar, podrán aportar con sus consejos y hasta con sus rezos.
Estoy seguro que con esta simple estrategia, vamos a salir todos adelante. Les cuento que he desatendido una de las recomendaciones que siempre dan todos nuestros padres o por lo menos los de antes: “en la mesa nunca se habla de política, fútbol o religión” y aunque estoy es en la sala, sé que ellos me entenderán, porque la situación así lo amerita. Esta es la toma que apoyo y a la que los invito, incluso como lo canta Luis Gabriel (sí, Luis, no Juan) prefiero tomar “cerveza, chicha, aguardiente o guarapo” o incluso un whisky que la verdad no me gusta. La otra “toma”, esa si no la apoyo, ni me la trago yo.
Académico Robin Prieto,
junio de 2021N
PD. El ministro de salud Fernando Ruiz pide que aunque la protesta es un derecho que se ha ejercido por varias semanas, hay otro derecho que los que protestan no permiten, y es el derecho a la movilidad. Diría yo también que el derecho al trabajo, el derecho a la salud (y controlar la pandemia), el derecho a la integridad, a la propiedad pública y privada, el derecho a sancionar a los que cometen delitos. Proponemos un diálogo ya, pero con sindéresis. No insistir en cosas inviables, al menos no de manera inmediata. Hace muchos años, el recién posesionado presidemte Virgilio Barco dijo que el propósito de su gobierno de 4 años era acabar con la pobreza. Un brasileño que me visitaba por esos días dijo que ese era un buen propósito, pero para 100 años.