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Por Pablo Rosselli-Cock
Siento escalofrío ante la osadía de quienes pretenden continuar con las marchas, el paro y los bloqueos de las vías en medio de la mayor crisis de salud en la historia reciente de Colombia. Parece increíble que mientras centenares de personas mueren al día y los servicios de salud están colapsados atendiendo los contagiados por el COVID 19, haya quienes, a pesar de estar bien informados, retan de manera temeraria las leyes de la propagación de las epidemias.
En la ley de la selva suele pasar que, por esperar el ataque del tigre del coronavirus olvidamos que también existen cocodrilos, arañas y serpientes venenosas que pueden hacernos daño. Vale la pena recordar que los humanos nos enfermamos y dejamos este mundo no solo por esta maldición viral, sino también por los infartos, el cáncer, la diabetes, los derrames cerebrales, los accidentes automovilísticos y tantas otras dolencias que acechan y requieren de tratamientos oportunos. En momentos en que “no hay cama pa ́ tanta gente”, en especial en las unidades de cuidado intensivo, es mejor no toparse con uno de estos males.
Así las cosas, quienes quieren viajar por tierra para alejarse de las ciudades deben tener en cuenta que no es un buen momento para tener un accidente automovilístico que requiera de atención médica de urgencia. Movilizarse en bicicleta por la ciudad (soy ciclista urbano por convicción) se convirtió en una actividad de riesgo ante la inseguridad y la posibilidad de un atraco acompañado de lesiones personales.
Mejor no pensar en padecer una apendicitis, un cólico renal, ni tener un trabajo de parto complicado o una depresión mayor, porque ya muchos andamos deprimidos con todo lo que ocurre a nuestro alrededor y nos hemos olvidado que las demás enfermedades siguen rondando nuestras vidas y las de nuestras familias.
Conmueve y preocupa saber que el oxígeno, un elemento imprescindible en los hospitales, escasea y las camas de las unidades de cuidado intensivo destinadas a los niños están ocupadas por adultos, que muchas veces han hecho caso omiso al distanciamiento físico y al uso del tapabocas.
Históricamente los colombianos nos hemos caracterizado por el individualismo y la ausencia de civismo que se ha hecho evidente con los acontecimientos recientes. Ojalá que quienes promueven las aglomeraciones y las marchas tuvieran la solidaridad, la empatía y la compasión de entender lo dramático de la situación sanitaria actual.
Si no piensan en ellos mismos, mucho menos en los demás, y hoy muchos compatriotas no tienen el derecho al trabajo ni a movilizarse, y ahora perdimos el derecho a enfermarnos.
Y, a propósito de la ley de la selva, razón tenía el médico, ensayista y dramaturgo español Pío Baroja (1872-1956) exiliado durante la Guerra Civil, al decir: “El hombre: un milímetro por encima del mono, cuando no, un centímetro por debajo del cerdo”.
Columna de opinión “El Meridiano de Córdoba”. 12-06-2021
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El Dr. Pablo Rosselli Cock es Médico cirujano, ortopedista y traumatólogo, Pontificia Universidad Javeriana. Fellow en investigación en Ortopedia Infantil, Dupont Hospital for Children, Wilmington, Delaware, Estados Unidos y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina