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A nivel cerebral, el ciclo de sueño y vigilia se altera de manera notable a los 90 días de estar en el espacio. Esto se puso de manifiesto en el estudio de caso del astronauta ruso que describió, durante los días 110 y 122 de su estancia en ingravidez, la influencia del marcapasos circadiano endógeno, que disminuye la temperatura oral y el estado de alerta. También se evidenció la debilidad corporal, de manera considerable e independiente, de las actividades programadas de actividad física para el mantenimiento de la masa ósea y muscular, sin excluir que existen interrupciones en el sueño al dormir, motivo por el cual, se implementan medicamentos como coadyuvantes.
Cabe señalar además, que varios estudios evidencian que los astronautas, al completar misiones de larga duración a bordo de una estación espacial internacional, experimentan una desalineación circadiana de aproximadamente 20% de los días en vuelo, lo que resulta en una pérdida de sueño de aproximadamente una hora por noche. Así mismo, se ha detallado que un 94% de una muestra de 219 registros de los viajeros, incluyó algún medicamento durante el vuelo que permitiera sobreponerse. En ese mismo registro, se reportó que el mareo por movimiento espacial se presentó en un 47%, y se estableció que el 45% estaba vinculado a los trastornos del sueño. Así mismo, se asociaron en porcentajes más pequeños, el dolor de cabeza, dolor de espalda y congestión nasal, que se pueden presentar al exponer a los organismos a condiciones de estrés fisiológico y que desencadenan, en ocasiones, estados de inmunosupresión. Los fármacos se administraron con mayor frecuencia por vía oral, seguidos en orden decreciente de frecuencia por vía intranasal, intramuscular y rectal.
Ver documento – Sistema nervioso central y viajes espaciales