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Científicos estadounidenses descubrieron una relación entre los microorganismos que habitan en el tracto digestivo y los desórdenes emocionales como la depresión y la ansiedad.  “No creería lo que estamos extrayendo de esto”, le dijo el microbiólogo Mark Lyte a un reportero del New York Times mientras se inclinaba sobre unos tubos de ensayo que contenían heces de mono. “Descubrimos que estos ‘muchachos’ de aquí producen neuroquímicos en los intestinos. Eso no lo sabíamos. Ahora, si producen eso ahí, ¿tendrá influencia en el cerebro? ¿Adivine qué? Nosotros hacemos lo mismo. Es probable que toda esta comunicación influya en nuestro comportamiento”, añadió el profesor. Los científicos conocen el rol que juegan ciertas bacterias gastrointestinales en la producción de vitaminas y la descomposición de los alimentos que consumimos. Su presencia o ausencia ha sido asociada a problemas de obesidad, el síndrome del colon irritable y efectos secundarios de medicamentos. Se estima que una persona puede tener cerca de 8 millones de genes bacterianos, y solo 23.000 genes en el ADN.

Lyte inició sus estudios sobre la relación entre los microbios y el cerebro hace tres décadas. Desde entonces, ha descubierto que los microorganismos que se alojan en los intestinos de los seres humanos producen sustancias como dopamina, serotonina y ácido gamma-aminobutírico (GABA), las mismas que utilizan las neuronas para comunicarse y regular los estados de ánimo. Estos hallazgos coinciden con un estudio realizado en 2014 por científicos noruegos, en el que examinaron heces de 55 sujetos y encontraron relación entre cierta clase de bacterias y trastornos depresivos. El experimento más reciente de Lyte consiste en trasplantar los microbios gastrointestinales de una cría de mono a otro y, si todo resulta de acuerdo al plan, transformar el neurodesarrollo del receptor. Este procedimiento se conoce como trasplante fecal y, de ser exitoso, se espera que pueda tratar condiciones como la ansiedad, depresión, autismo e hiperactividad. Clínicas en Arizona, Australia e Inglaterra ya han empezado ensayos clínicos con transplantes fecales principalmente en pacientes con autismo y esclerosis múltiple. Sin embargo, Sarkis Mazmanian, microbiólogo del California Institute of Technology, advierte que aún es muy temprano para tener resultados definitivos. “Estamos en un momento en que muchos dicen que esto es la cura para todas la enfermedades. Me interesaría que así fuera, pero me sorprendería si sucede”.

Fuente: El Espectador

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