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Esther Rincón, Universidad CEU San Pablo
En alguna ocasión hemos tenido que acudir a un servicio médico con cierta urgencia. Y en alguna ocasión, probablemente, la mayoría de nosotros hemos percibido que el profesional sanitario que nos ha atendido parece fatigado y mantiene un trato frío y distante. Esto nos ha producido una sensación de que “no estaba presente” con nosotros y, por tanto, de que no hemos podido transmitirle realmente cómo nos sentíamos. Tan solo pudimos relatarle una serie de síntomas físicos y nada más.
Salimos de ese centro médico con la sensación de que hemos sido tratados como un mero número. Y aunque nuestros síntomas físicos hayan sido revisados, no tenemos una sensación de alivio emocional. Si teníamos miedo o tristeza o nos sentíamos solos, incomprendidos o enfadados, dichas emociones siguen con nosotros.
¿Nos sentiríamos de otro modo si ese profesional hubiese sido capaz no solo de preguntar y abordar eficazmente nuestros síntomas físicos, sino también de hacernos sentir mejor?
Para ello, habría sido necesario que empatizase con nuestras emociones, lo que implica observar al paciente y preguntarle por sus dudas, atendiendo a sus temores y abordando sus emociones. Y eso solo es posible si se cumplen dos condiciones: 1) que los profesionales sanitarios cuenten con el tiempo suficiente; y 2) que hayan sido convenientemente entrenados, durante su formación académica, para desarrollar una medicina basada en la humanización de la salud.
Este segundo punto es en el que hemos estado trabajando desde 2019 en el Psycho-Technology Lab, de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, incorporando la simulación a través de herramientas de vanguardia como la realidad mixta.
Entrenamiento con pacientes virtuales
Esta tecnología se despliega a través de unas gafas y un software específico. Una vez que el alumno se pone el dispositivo, puede ver objetos, como avatares u otro tipo de instrumentos virtuales. Pero a diferencia de la realidad virtual, el estudiante es capaz de percibir su entorno físico inmediato (por ejemplo, el aula donde está) a la vez que interactúa con los objetos que está viendo virtualmente.
La realidad mixta cuenta con ventajas y desventajas, aunque su aplicación en el ámbito de la salud mental es aún muy escaso y, por tanto, altamente innovador. En este campo, permite que los alumnos entrenen con avatares virtuales tantas veces como sea necesario, hasta integrar todo el conocimiento adquirido, con una práctica basada en la humanización de la salud. Es decir, se les enseña a empatizar con sus pacientes y ser capaces de responder eficazmente a las distintas emociones que manifiesten.
Para elaborar este protocolo de instrucción hemos desarrollado varios estudios, en los que hemos hemos hallado algunas claves. Por ejemplo, que la incorporación de la tecnología digital incrementa la motivación y el rendimiento de los alumnos y que la utilización de avatares ya está dando resultados muy prometedores en el entorno sanitario.
Alumnos más motivados y satisfechos
Para determinar si la realidad mixta había sido empleada con anterioridad por otros autores para abordar la salud mental, el Psycho-Technology Lab ha realizado una revisión de 2 608 estudios científicos. Las conclusiones respaldan su utilidad para entrenar diversas habilidades en futuros sanitarios, tales como poder detectar la gravedad que refiere un paciente o la capacidad para entrevistar a un paciente pediátrico y a sus progenitores.
Los alumnos apreciaban también las ventajas de usar la realidad mixta, declarando una mayor satisfacción, así como un elevado nivel de motivación y de disfrute del proceso de aprendizaje. También manifestaban un incremento de la sensación de autoeficacia a la hora de desplegar habilidades prácticas, en comparación con modelos más tradicionales de enseñanza.
El protocolo de entrenamiento en humanización de la salud aún está siendo testado científicamente en el Psycho-Technology Lab. No obstante, esperamos que los resultados apoyen que la formación recibida por los alumnos les permita adquirir destrezas suficientes para proporcionar a sus pacientes un trato sanitario basado en el humanismo. Y que, por tanto, estos puedan abandonar la consulta teniendo la sensación de haber sido entendidos y valorados.
Esther Rincón, Adjunct professor, Universidad CEU San Pablo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.