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La adicción a las drogas es una lucha que lleva varias décadas. Ya en 1983 el Académico Dr. Alfredo Jácome Roca se refería a una “Sociedad Adicta”, en una columna para el diario El Siglo, hoy El nuevo siglo, y mencionaba el trabajo de un psiquiatra de Harvard sobre la toxicomanía en los Estados Unidos, investigación que fue publicada en el New England Journal of Medicine, en ese momento.
Hace 40 años, la preocupación era la marihuana y posteriormente la cocaína. De acuerdo al Informe Mundial sobre Drogas 2021, aproximadamente 200 millones de personas consumieron cannabis en 2019, lo que representa el 4% de la población mundial, y se estima que 20 millones de personas consumieron cocaína en 2019, lo que corresponde al 0,4% de la población mundial.
A finales del siglo XX, Estados Unidos enfrentó su primera epidemia de opioides (en dos décadas medio millón de personas murieron a causa de sobredosis). La adicción fue una causa legal en muchos casos, ya que la casa productora de oxicodona la promovió entre los médicos como efectivo analgésico para el dolor, quienes ampliamente la formularon, así como un siglo antes usaron los barbitúricos para el insomnio y morfina, meperidina y heroína, como analgésicos aprobados y comercializados por reconocidos laboratorios.
El registro fatídico que a finales del 2019 entregaron los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos ha ido creciendo y agravándose, ya que a estos opioides que tienen como base la amapola real o el fentanilo, se le han adicionado otras drogas ‘legales’ pero peligrosas, convirtiéndolas en un coctel letal que tiene en máxima alerta a autoridades y familias.
Ahora, un artículo publicado recientemente en El Nuevo Siglo, da cuenta de cómo Estados Unidos enfrenta una ‘segunda epidemia’ con el consumo cada vez mayor del fentanilo, un narcótico 50 veces más potente que la heroína (y 100 más que la morfina), y al que ahora los ‘comerciantes’ le adicionan (al igual que a otros estupefacientes) la xilazina, un potente sedante para animales. Por sus efectos altamente dañinos para varios órganos, especialmente la piel, así como potencialmente mortales, la combinación fue bautizada como Tranq o “droga zombi”, (otras drogas zombie con diferente composición son el Kocodrile y la Flakka).
Mortalidad “in crescendo”
La mortalidad va “in crescendo” pues en solo un año (agosto de 2021 al 22), la FDA informó 107.735 fallecidos por sobredosis accidental de opioides de origen ilegal o recetados, sin saber que estuvieran ‘potenciados’ con Tranq.
La lucha contra las drogas parecería perdida. Mientras no se encuentren otras estrategias, las autoridades la combaten desde los frentes sanitario, comercial, policivo, preventivo y financiero. El narcotráfico hace daño por el consumo, por las vendettas, por el perjuicio financiero, por el dolor que causa, por sus consecuencias, la muerte, juicios, o cárcel.
Dice El Nuevo Siglo: “En ese esfuerzo por frenar la creciente epidemia de esta ‘droga zombi’, semanas atrás se impusieron restricciones para la entrada a Estados Unidos de la xilazina, que desde 1972 está autorizada por la FDA como sedante y analgésico veterinario, por ejemplo, para calmar el dolor de los caballos y ciervos. Ahora tiene estricto seguimiento desde el punto de importación hasta la llegada y uso que los centros de atención para animales le dan”. El Tranq puede “reducir la respiración, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la temperatura corporal a niveles críticos e, inclusive, desarrollar heridas graves en la piel y parches de tejido muerto y en descomposición que se infectan fácilmente y, si no se tratan, pueden provocar una amputación”.
Dichas heridas, según explican las autoridades médicas, pueden desarrollarse incluso en zonas del cuerpo alejadas del lugar donde se inyecta y “convertirse en una amenaza para la vida”.
USA reforzó su blindaje al declarar, por primera vez en la historia del país, a dicha droga como una “amenaza emergente”, lo que le permitirá una rápida liberación de fondos para luchar más eficazmente y en todos los flancos contra esta sustancia cada vez más extendida y con graves estragos en esa nación. Esa designación también obliga al gobierno, dentro de los tres meses siguientes a la designación, a presentar un plan de acción al Congreso, que abordará varias áreas: más pruebas para detectar la droga y análisis para entender mejor de dónde viene con el fin de luchar contra su creciente presencia en el mercado ilegal.
La Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) informó que entre 2020 y 2021, la detección de xilazina aumentó casi un 200% en el sur del país y más del 100% en el oeste. Según su directora, Anne Milgram, “esta es la amenaza de drogas más mortal que nuestro país ha enfrentado” y agregó que su Departamento ha incautado mezclas de ese sedante veterinario con fentanilo en 48 de los 50 estados de la Unión.
Otro estudio de 2020 descubrió esta droga zombi en el 26% de las sobredosis mortales en Pensilvania y el 20% en Maryland, un estado aledaño a la capital, Washington.
En las calles se le conoce como “droga zombi” porque los consumidores literalmente parecen eso: criaturas sin conciencia ni autodeterminación. En otras palabras, “un muerto viviente”.
Si bien la xilazina se suele mezclar con varias drogas narcóticas como la heroína, las mentanfetaminas o la cocaína, se prefiere el fentanilo, tanto por costos, facilidad en la producción y propagación de su consumo, droga que generalmente se vende en píldoras o en polvo.
La epidemia de opioides es “una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad pública y la salud pública” (Presidente Biden). Washington “está construyendo una coalición global” contra las drogas sintéticas ilícitas mediante enfoques bilaterales y multilaterales y se ofrece a “liderar” el esfuerzo que estará destinado a desarrollar soluciones e impulsar acciones. La lucha contra el lavado de dinero termina afectando a los que por razones legales debemos hacer transferencias, ya que los bancos nos aplican los mismos controles que a los narcos.
Proteger más al sistema financiero nacional es otra de las prioridades del presidente Biden y en ese marco indicó que como los narcotraficantes necesitan fondos para las cadenas de suministro, el gobierno prevé aumentar “las medidas de rendición de cuentas, incluidas las sanciones financieras, contra objetivos clave” para obstruirles el acceso al sistema financiero.
En ese ámbito también espera colaborar con socios internacionales sobre financiación ilícita y lavado de dinero.
Antídoto insuficiente
La investigación médica es otra prioridad. “Reuniremos a expertos nacionales en este ámbito para (…) identificar los enfoques más prometedores para la estabilización clínica, la gestión de la abstinencia y los protocolos de tratamiento”, detalló Rahul Gupta, director de la oficina encargada de la lucha contra las drogas.
Además “necesitamos un antídoto”, agregó. Narcan, cuyo principal componente es la naloxona, aprobado en a finales de marzo por la FDA se usa para reanimar a una persona que sufre una sobredosis por un opioide, por ejemplo el fentanilo, pero no es eficaz contra la xilazina.
Sin embargo, los expertos recomiendan administrarlo cuando una persona sufre una sobredosis.
El Dr. Alfrédo Jacome Roca es Internista-Endocrinólogo. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, Fellow del American College of Physicians y Miembro Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Editor Emérito de la Revista MEDICINA.
Corrección artículo. Victoria Rodríguez G., responsable plataformas digitales ANM
Fuente: EL NUEVO SIGLO
Referencias:
- Montero F, Bourgois P, Friedman J.J Potency-Enhancing Synthetics in the Drug Overdose Epidemic: Xylazine (“Tranq“), Fentanyl, Methamphetamine, and the Displacement of Heroin in Philadelphia and Tijuana. J Illicit Econ Dev. 2022;4(2):204-222. doi: 10.31389/jied.122.
- Reed MK, Imperato NS, Bowles JM, Salcedo VJ, Guth A, Rising KL Perspectives of people in Philadelphia who use fentanyl/heroin adulterated with the animal tranquilizer xylazine; Making a case for xylazine test strips. Drug Alcohol Depend Rep. 2022 Jun 30;4:100074. doi: 10.1016/j.dadr.2022.100074.pa