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En el marco del “Foro: bioética. Tribunal de ética médica de Bogotá 30 años” organizado por la Academia Nacional de Medicina en días pasados, la magistrada Maribel Arrieta Ortiz, médica cirujana de la Universidad de Cartagena y especialista en anestesiología y epidemiología, centró su charla en el transhumanismo y sus implicaciones éticas.
El transhumanismo puede considerarse como un movimiento o corriente filosófica que propugna la superación de las limitaciones actuales del ser humano, tanto en sus capacidades físicas como psíquicas, mediante el desarrollo de la ciencia y la aplicación de los avances tecnológicos. La Dra. Arrieta señaló que la Asociación Mundial de Transhumanistas aboga por rediseñar la condición humana, incluyendo desafiar limitaciones como el envejecimiento, la capacidad intelectual y el sufrimiento.
El transhumanismo abarca aspectos culturales, biológicos y cibernéticos, con el objetivo de crear individuos superinteligentes, longevos, sin enfermedades y felices. Existen ejemplos de tecnologías denominadas GRIN que involucran la Genética, la Robótica, la Informática y la Nanotecnología como los avances biotecnológicos que incluyen herramientas de edición de genes CRISPR, que se han utilizado con fines altruistas en la curación de enfermedades genéticas, pero que también plantean preocupaciones éticas cuando se aplican a embriones humanos.
Otros avances incluyen la búsqueda de tecnología anti edad para revertir el envejecimiento natural, Neurolink que pretende enlazar cerebros biológicos con redes computacionales promovido por Elon Musk, las interfaces cerebro-máquina que ya se usan en rehabilitación para lesiones cerebrales y el uso de neuroestimulación e implantes de electrodos intracraneales para tratar afecciones específicas como la enfermedad de Parkinson.
Algunos avances van mucho más allá y ya se plantea la creación de sangre sintética, la creación de exoesqueletos para el uso de ejércitos, drogas que mejoren la cognición e incluso la reproducción asexual que pretende formar nuevos individuos a partir de células o grupos de células en una especie de clonación.
Las implicaciones éticas de estos avances son grandes, particularmente en relación con la eugenesia y la manipulación de embriones. Para la medicina transhumanista hay una especie de derecho moral en el uso de la tecnología para aumentar las capacidades mentales y físicas, buscando un mejor control de sus vidas y un crecimiento personal más allá de las condiciones biológicas que consideran una limitación. La magistrada Arrieta cuestiona entonces cuál sería el valor de la vida humana tal y como la conocemos con sus posibles defectos, y se pregunta si estos avances representan una evolución, una mejora o un suicidio de la raza humana.
Analiza el equilibrio que debe existir entre la autonomía del paciente y la autonomía del profesional médico y enfatiza la importancia de la ética al abordar estas cuestiones complejas.
Surgen entonces una serie de preguntas y cuestionamientos al respecto. ¿Quién no suscriba los postulados transhumanistas será catalogado como subespecie? ¿Cómo será visto un médico que no apoye la transformación de un paciente a “superhumano”? ¿Qué pasaría si un paciente desea que le retiren un órgano sano para cambiarlo por uno mejorado con biotecnología? ¿Habrá entonces más diferencias sociales entre individuos tecnológicamente mejorados?
En el aspecto sexual y reproductivo hay que ser aún más cuidadosos porque en este momento no parece haber un límite con procedimientos como la maternidad subrogada, el congelamiento de óvulos, la fertilización in vitro, el cambio de género, donde interviene también la industria médica y farmacéutica generando millones de dólares.
La magistrada Arrieta invita a la reflexión sobre qué nos hace humanos, que nos define como humanos y expresa su preocupación por la posible pérdida de dignidad y autonomía humanas, así como por los dilemas éticos y las consecuencias no deseadas como la accesibilidad de estas tecnologías y el potencial de manipulación por parte de corporaciones, estados o entidades privadas o la búsqueda de una longevidad extrema y su impacto potencial en los sistemas de salud.
La participación de la magistrada Maribel Arrieta Ortiz en
FORO: BIOÉTICA.TRIBUNAL DE ÉTICA MÉDICA DE BOGOTÁ 30 AÑOS
Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina