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Las tres mujeres que aparecen en esta extraordinaria fotografía, tomada en 1885, son Anandibai Joshi, de India; Keiko Okami, de Japón; y Sabat Islambouli, de Siria. Cada una de ellas fue la primera en la historia de sus respectivos países en licenciarse en medicina occidental. ((Photo: Legacy Center Archives, Drexel University College of Medicine). Las tres estudiaron en el Women’s Medical College de Pennsylvania (WMCP), en Estados Unidos, uno de los pocos lugares en el mundo donde las mujeres podían estudiar medicina en aquella época. De las tres, tenemos más información sobre la india Anandibai Joshi. Sabemos que Soshi pertenecía a la privilegiada casta de los brahmanes y que a los nueve años la casaron con un hombre veinte años mayor. Su marido tenía ideas muy progresistas para la época y, de una manera casi paternal, fomentó la educación de su esposa
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Pero lo que hizo que Soshi tomase la decisión de estudiar medicina fue la muerte de su bebé de diez días, cuando ella solo contaba catorce años. El cuidado médico para las mujeres —incluso para las de casta privilegiada como ella— era prácticamente inexistente. Tuvo que superar obstáculos mayúsculos, tanto relacionados con su casta y la tradición como con la falta de dinero y de conexiones, para viajar a Estados Unidos y solicitar la adminisión en el WMCP. «[L]a determinación que me ha traído a este país, contra la oposición conjunta de mis amigos y mi casta, debería ayudarme a llevar a cabo el propósito para el que vine, que es el de proporcionar a las mujeres pobres enfermas de mi país la verdadera atención médica que tan desesperadamente necesitan, pero que preferirían morir antes que aceptarla de manos de un hombre. La voz de la humanidad me acompaña y no puedo fracasar. Mi alma se ve impelida a ayudar a tantas mujeres incapaces de valerse por sí mismas. Se cree que Joshi fue la primera mujer hindú en pisar suelo estadounidense.
¿Por qué Estados Unidos? La razón la encontramos en los cuáqueros de Pennsylvania, que creían en los derechos de la mujer tanto como para fundar en 1850 en Germantown el WMCP, la primera facultad de medicina para mujeres del mundo, que inmediatamente empezó a atraer estudiantes extrajeras que no podían estudiar medicina en sus países de origen. Primero llegaron de otras partes de Norteamérica y de Europa, después de lugares aún más lejanos.Mujeres que, como Joshi en India o Keiko Okami en Japón, tuvieron noticia de la existencia del WMCP, desafiaron las expectativas sociales y familiares para viajar solas a Estados Unidos para solicitar el ingreso, y después tuvieron que encontrar la manera de pagar la matrícula y el alojamiento.
Esta historia nos recuerda lo excepcional que era Estados Unidos en el siglo XIX. Tras licenciarse, Okami volvió Tokio, donde le homologaron el título y la nombraron directoria de ginecología en uno de los hospitales más importantes, pero renunció a su cargo unos pocos años después, cuando el emperador se negó a recibirla durante una visita al hospital porque era mujer. Abrió entonces su consulta privada y murió en 1941, a la edad de 81 años.
Se cree que Sabat Islambouli, la estudiante procedente de Siria, volvió a Damasco después de obtener su título. Según consta en el registro de antiguos alumnos del WMCP, en 1919 vivía en El Cairo, Egipto, pero después la escuela perdió el contacto y no se sabe qué fue de ella desde entonces.
De las tres, Joshi fue quizá la que alcanzó una mayor notoriedad. Cuando se graduó, el WMCP recibió una carta de felicitación de la reina Victoria de Inglaterra, que era también emperadora de la India.
Joshi consiguió un puesto como directora médica del ala femenina del hospital del estado de Kolhapur. Lamentablemente, contrajo tuberculosis y murió en unos meses, a la edad de 21 años. Aún se la recuerda como una heroína entre las feministas indias. Rompiendo una vez más con la tradición, su marido envió sus cenizas a una de sus amigas estadounidenses, que les dio sepultura en Poughkeepsie (Nueva York).
Pero el impacto del WCMP no se dejó sentir únicamente en el extranjero, también contribuyó a transformar la propia sociedad estadounidense. Además de las alumnas internacionales, allí se licenció la primera doctora indígena estadounidense, Susan LeFlesche, y también tuvo habitualmente estudiantes afroamericanas, algunas de las cuales, como Eliza Grier, antes habían sido esclavas. Muchas de las doctoras estadounidenses viajaron al extranjero como misionarias, en particular a lugares como China, Corea o India.
Colaboración del académico David Vásquez Awad.