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Manuel Mallo, payanés de nacimiento y cuyos dos únicos y extraños títulos para pertenecer un poco a nuestra historia son los de haber sido protector de Bolívar y amante público y reconocido de la reina de España. Más concretamente, de la casi horripilante y desdentada esposa de Carlos V y por consiguiente madre de Fernando VII, doña María Luisa de Parma. La misma sobre la cual el pincel sombrío y siempre irónico de Goya realizó tan diversas exploraciones pictóricas para dejarnos un testimonio sobre lo que posiblemente puede ser la negación de la belleza femenina, tanto en lo corporal como en lo espiritual.La familia de Mallo, que al parecer provenía de Venezuela, llegó a Popayán vinculada a ciertos afanes burocráticos. Permanecieron en la ciudad algunos años, tiempo en el cual vino al mundo el héroe de nuestra historia. Posteriormente abandonaron la ciudad a causa de pleitos y de entuertos de dinero derivados del ejercicio de su cargo. Este es todo el nexo que une a don Manuel Mallo con la muy ilustre y muy pecadora ciudad de Popayán: la accidentalidad de su nacimiento, pues ni antes ni después, ni sus apellidos ni sus ancestros lo vinculan con la ciudad.

Saltando años, sucesos y aventuras, nos encontramos con el joven y apuesto payanés incorporado a los guardias de corps de su majestad, esos mismos guardias entre los cuales la libidinosa reina reclutaba a sus amantes. Pues guardia de corps también había sido el más deslumbrante y conocido de ellos: don Manuel Godoy, príncipe de la paz, derrochador insigne de la fortuna de sus majestades y supremo director y árbitro de la política española de su tiempo. Y quien además fue arquetipo y paradigma que le serviría de modelo al nuevo amante payanés que transitoriamente lo sustituyó en los favores de la reina.En una pelea de María Luisa con Godoy, y seguramente con base en sus atributos físicos, don Manuel Mallo recibió la orden de amar y complacer a su soberana. Algo que posiblemente debería ser un honor y un sacrificio. Pero esto significó la opulencia, el prestigio y el poder para el hermoso guardia venido más allá de los mares.

Y esto acontecía justo en el momento en que Simón Bolívar arriba lleno de juventud y de arrogante ignorancia a las tierras españolas. Mallo mantenía una estrecha y cordial amistad con don Esteban Palacios, tío carnal de Simón Bolívar.Es más, el tío del Libertador vivió un buen tiempo en casa del nuevo favorito. Por esto mismo, Bolívar pudo ser introducido a la Corte y hasta pasar una temporada en Aranjuez, la residencia veraniega de los reyes a las orillas del Tajo, donde también pudo conocer a María Luisa de Parma y al heredero de su fealdad.Ese rey de mentón de babucha, boca cruel y mirada huidiza , que más o menos tenía su misma edad y a quien Bolívar tumba su sombrero de un raquetazo en el curso de una partida de volante y al que sólo muy pocos años después le tumbaría todo un reino para que nosotros nos diésemos el lujo de tener una patria.

Fuente: Víctor Paz Otero. El autor anotó ademàs lo siguiente:  Cuando realizaba diversas investigaciones históricas para darle vida y aliento a algún capítulo de mi novela La eternidad y el olvido, me encontré en esos confusos y laberínticos caminos del pretérito con un personaje que encarna como ninguno el prototipo del aventurero con fortuna y cuya vida y obra se confunden un poco con los tonos de la leyenda y, consecuentemente, el personaje se nos transmuta en una ilusoria y fantasmal entidad novelesca.

Nota: Se recuerda más comúnmente el  incidente del joven Bolívar con el joven ¿Príncipe de Asturias?, quien coincidencialmente como rey Fernando VII perdió las colonias suramericanas a manos del mismo Bolìvar. También es muy conocida la liviandad de la Duquesa de Parma y la estolidez de su esposo Carlos IV, quien se interesaba en la cacería y dejaba el manejo de España a Godoy, a su vez amante principal de su esposa. Parece que este rey, manipulado por Napoleón al igual que su hijo Fernando VII, solo se vino a enterar de las aventuras de su reina, después de la muerte de ella, cuando exiliados residían en Nápoles. Goya satiriza a estos personajes en algunos de sus cuadros. Napoleón puso preso a los dos reyes (padre e hijo) haciéndolos ir a Francia, y luego puso a Fernando como rey marioneta, pero manejaba a España a través  de su hermano José Bonaparte (Pepe Botellas), con la intención de atacar a Portugal a través de España. Estos episodios fomentaron la revoluciòn de los países suramericanos, que aunque todavía eran más bien realistas, no estaban de acuerdo con el mando napoleónico. En la biografía que anoto sobre Fernando VII, el autor español habla del General Pablo Morillo como un gran militar, pero no menciona para nada su actividad en la Nueva Granada como “Pacificador”, lo que indica que por aquellas tierras, las colonias no tenían importancia alguna.

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