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Han pasado cinco años y no se ha evidenciado una decisión política de darle vida jurídica.

 

POR: Fernando Sánchez Torres

La Academia Nacional de Medicina, liderando la Gran Junta Médica, desempeñó un papel capital en el estudio, redacción y aprobación de la Ley 1751 de diciembre de 2015, elevada a la condición de “Ley estatutaria de la salud” en razón de sus alcances jurídicos. En tan solo 26 artículos se logró concretar los asuntos básicos que dieran sustentación firme a un buen sistema de salud. Se presumía que ellos, a través de la respectiva ley reglamentaria, tendrían que ser marco de referencia para una adecuada implementación.

Empero, han pasado cinco años y no se ha evidenciado una decisión política de darle vida jurídica al instrumento indicado para complementar esa ley mayor, que consagró como un derecho fundamental la salud de los colombianos. El espíritu de la ley estatutaria es la reforma estructural e integral del sistema de salud. En la actualidad –usando un símil arquitectónico–, aún se halla en la etapa de obra negra. Faltan la obra gris y los acabados. A punta de resoluciones y decretos se los ha querido sustituir, sin alcanzar los objetivos deseados, pues a golpes de palustre, parcheando, no es posible lograrlo. Una ley, para que sea de verdad confiable, es decir, efectiva, de fácil implementación, debe ser coherente, armónica, precisa, como lo es también una partitura maestra, sin la cual no es posible que el director de orquesta –el ministro de Salud, en el caso que comento– logre que los músicos, atentos a su batuta, interpreten a satisfacción la sinfonía que ejecutan.

Preocupada por tal dilación, la Academia de Medicina creyó pertinente intervenir de nuevo, esta vez para que no se mantuviera desvirtuada la ley estatutaria negándole la respectiva ley reglamentaria. Con tal objeto propuso al Ministerio de Salud, en cabeza entonces del doctor Alejandro Gaviria Uribe, la creación de una comisión conjunta encargada de identificar lo que no se había hecho y de proponer la manera de hacerlo. En efecto, la comisión se creó, se agendaron para su estudio los temas neurálgicos y se iniciaron las reuniones. Entre esos temas se consideraron indispensables la calidad e integralidad de los servicios; los determinantes sociales en salud; la autonomía médica; la política farmacéutica; el sistema de información; la inspección, vigilancia y control; las condiciones laborales del personal sanitario y la sostenibilidad financiera del sistema. En junio de 2018 se obtuvo un primer documento cuyo contenido no alcanzó a ser aprobado por haberse interpuesto el cambio de gobierno. En marzo de 2019, el nuevo ministro, doctor Juan Pablo Uribe, acogió la idea y revivió la comisión. En diciembre del mismo año se dio por terminada la misión, dejando en manos del Ministerio un documento con 89 recomendaciones, que deberán ser materia de consideración cuando vaya a redactarse el ansiado proyecto de ley reglamentaria.

Es significativo, pero no extraño, que nuevamente los médicos se hayan declarado guardianes de la salud y la vida de sus compatriotas, teniendo en cuenta que el mayor y mejor instrumento para garantizar la protección de ellas es un buen sistema sanitario. Es de esperar que si la ley estatutaria se reglamenta adecuadamente, ese sistema, imaginado y reclamado por los médicos, se haga realidad y la actual avalancha de tutelas por insatisfacción de los usuarios que hoy lo atosiga sea cosa del pasado. Según la mecánica parlamentaria, correspondería preferencialmente al Ministerio de Salud, es decir, al Gobierno, llevar ahora la iniciativa para presentar a consideración del Congreso el respectivo proyecto de ley. Para ello cuenta con un buen insumo, que son las recomendaciones que la Academia de Medicina y el Ministerio elaboraron de manera conjunta.

Qué bueno fuera que el ministro Fernando Ruiz asumiera la vocería del cuerpo médico –como también la de toda la ciudadanía– ante el Congreso de la República, motivando a los parlamentarios para que le den al proyecto el trámite adecuado. Él es buen conocedor del asunto, como que era viceministro del ramo cuando se presentó y discutió la ley estatutaria. Ojalá el coronavirus le dé un respiro para que pueda hacerlo.

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El Dr. Sánchez Torres es ex-Presidente y Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina y declarado como Académico ejemplar en el año 2016.

FUENTE: EL TIEMPO

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