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Una frase muy conocida en Colombia y que despierta rechazo por su connotación arribista pero que el Dr. Manuel Enrique Cadena Gutiérrez, especialista en cirugía general de la Pontificia Universidad Javeriana, profesor de cirugía de la Universidad de los Andes y magistrado del Tribunal de Ética Médica de Bogotá quiso usar para analizar la relación médico-paciente, que puede ser un desafío para ambas partes y requiere confianza, respeto y comunicación efectiva.

La profesión médica es calificada de aristocrática debido al limitado número de estudiantes que pueden acceder a la educación médica. En Colombia, sólo uno de cada seis estudiantes que solicitan ingreso es admitido en la facultad de medicina, lo que da como resultado un promedio de 3.600 graduados por año.

En el país, existen aproximadamente 19 médicos por cada 10.000 habitantes, un número realmente escaso y la situación de los especialistas es aún más preocupante, solamente uno de cada 13 graduados es admitido para realizar una especialización, 1.5 especialistas por cada 1.000 habitantes, la recomendación estándar internacional es de al menos tres especialistas por cada 1.000 habitantes. 

La transformación de la profesión médica a lo largo de los años ha sido evidente, desde el médico artesano y empírico, pasando por el médico sacerdote que veía la enfermedad como un castigo de dioses y era una especie de intermediario entre deidades y enfermos, llegando al médico filósofo que empezó a dejar atrás la “magia” y se centró más en la razón. Este tipo de médico ya disponía de su propio código ético (el juramento Hipocrático), era juzgado por sus propios pares y su compromiso era actuar en beneficio del enfermo guardando siempre el secreto profesional como ahora. 

En este proceso de modernización de la medicina, surgieron las facultades de medicina, los colegios médicos, se dispersó y amplió el conocimiento, anteriormente limitado a unos pocos. 

En el siglo XIX, médicos generales, especialistas y cirujanos se integraron a la clase burguesa y asumieron los valores tradicionales de la profesión. En los inicios de este siglo aparece el primer código de ética médica, Medical Ethics, de Thomas Percival, publicado en 1803.

El siglo XX trajo las consecuencias de la Revolución Industrial cuando se empezó a hablar de costos, beneficios y servicios privados, haciendo que el acceso fuera difícil para un individuo común. Entonces, las grandes industrias crean las “sociedades de auxilios mutuos” para sus trabajadores, consideradas precursoras de los sistemas de seguridad social, el primero de ellos en Alemania. Los médicos que hacen parte de estos sistemas empiezan a recibir un salario pero también quejas y demandas. 

La relación paternalista entre médicos y pacientes comenzó a cambiar con el reconocimiento de los derechos humanos, lo que llevó a la publicación de la Declaración de Derechos del Paciente en 1973 y el surgimiento de la bioética que propone 4 principios en esa nueva relación médico-paciente: autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.

El Dr. Cadena anota que la progresión de la ciencia ya no es lineal sino geométrica, y cada desarrollo tecnológico conduce a cinco nuevos. Las comunicaciones y el transporte se han vuelto más accesibles, las migraciones han provocado cambios en las características de las enfermedades y la aparición de otras nuevas. La aparición de la industria en la medicina ha provocado cambios culturales y de valores, haciendo al paciente más escéptico y exigente. 

Ha surgido la autonomía del paciente, o la “medicina del deseo”, con el médico obligado a satisfacer los deseos del paciente, dando lugar a una relación estrictamente comercial. La razón fundamental de la medicina es la relación entre el médico y el paciente, independientemente de sus roles o posiciones. A lo largo de la historia ha habido cambios significativos, siendo el más notable el cambio de autoridad hacia el paciente y el médico convirtiéndose en consultor. 

Este cambio ha llevado a que el acto médico sea referido como un evento más que un acto, con los médicos convirtiéndose en prestadores de servicios, los pacientes en usuarios,  el hospital en una Institución Prestadora de Servicios y las mediciones se hacen por eficiencia y economía. El reto a pesar de estos cambios, es mantener el aspecto humano de la comunicación y la empatía entre médicos y pacientes. Aunque las presiones sociales y económicas han llevado a un tipo diferente de práctica, es necesario mantener la dimensión humana de la medicina. 

La charla del Magistrado Manuel Enrique Cadena Gutiérrez en 

FORO: BIOÉTICA.TRIBUNAL DE ÉTICA MÉDICA DE BOGOTÁ 30 AÑOS

Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina

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