Órgano consultor del Gobierno Nacional en temas de  Salud y  Educación Médica. Creada por Ley 71/1890, ratificada por Ley 86/1928, Ley 02/1979, Ley 100/1993.

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Por Fernando Ruiz. 

Pasó desapercibido un reciente comunicado de la Liga Colombiana Contra el Cáncer y la Alianza Nacional Abrázame que evidenció la baja cobertura de la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) en Colombia. La cobertura nacional alcanzada de vacunación en niñas de nueve años —hasta mayo de 2025— fue solamente del 21 %; un 18,5 % menor a la meta de cobertura esperada del 39,5 %. En niños de nueve años, la cobertura fue aún menor: del 18 %.

Este asunto se transformó en una silente tragedia nacional, además de un problema de salud pública que pareciera ser ignorado por todos los poderes públicos. En Colombia, cada año se presentan más de 4.500 casos de cáncer de cuello uterino y mueren más de 2.400 mujeres por esa causa. La eficacia de la vacuna está comprobada no solamente contra el cáncer de cuello uterino, sino sobre otros cinco tipos de cáncer, incluyendo el de boca y garganta.

Diversos factores han influido en la baja cobertura de vacunación en Colombia; sin embargo, el incidente presentado en Carmen de Bolívar, en 2014, generó una importante crisis de confianza en los padres y fue el principal detonante. Transcurridos más de diez años, no hay evidencia alguna que sustente los efectos secundarios que le fueron atribuidos a la vacuna y que crearon la negativa percepción de la comunidad. Las niñas afectadas ya son —efectivamente— adultas y el caso correspondió a un episodio de respuesta psicogénica masiva en el cual influyeron diferentes factores de exclusión e historia de violencia de la población, así como contra las mujeres que, a través de las niñas afectadas, encontraron una voz.

No obstante, el problema es que una década de bajas coberturas de vacunación contra el VPH acumularon cerca de 20.000 muertes evitables que irremediablemente se presentarán en los próximos años. Mientras tanto, vecinos como Ecuador y Chile han llegado a coberturas del 98 y 92 %, respectivamente. Tampoco se ha aprovechado la evolución técnica al pasar de tres dosis a una sola dosis —con mayor protección contra nuevas cepas del virus— y que ha permitido a muchos países crecer en cobertura. No ha tenido efecto positivo en Colombia.

Un factor que ha hecho más difícil para el sistema de salud incrementar la cobertura ha sido la obligación impuesta a los servicios de salud por la Corte Constitucional de “contar con el consentimiento libre e informado [de los padres] antes de aplicar la vacuna, enfatizando la no obligatoriedad de la vacunación”. Ese requisito legal prácticamente es único en el mundo y la no obligatoriedad hace que sea muy, pero muy difícil crecer en cobertura de vacunación contra el VPH en la población colombiana.

Sería recomendable que la honorable Corte Constitucional revise en profundidad la Sentencia T-365 de 2017. En ella, la Corte definió la obligación de consentimiento informado, a pesar de reconocer en la misma que a la evidencia científica no le fue posible demostrar que la aplicación de la vacuna fuera la causa de las enfermedades de la menor que instauró la tutela y que originó esa sentencia.

A nivel global, una reciente revisión estadística encontró que en los últimos 50 años las vacunas han salvado 154 millones de vidas. La viruela —que en el pasado acabó con la vida de millones de seres humanos en repetidas pandemias— fue erradicada a nivel mundial en 1980. Actualmente, gracias a las vacunas, se redujeron en más del 9 % el número de casos de enfermedades que hoy parecen de un pasado remoto, como sucede con la difteria, el polio, el sarampión, la rubeola, la tosferina, entre otras. Las nuevas vacunas, en la actualidad, abordan enfermedades que no creíamos posible prevenir, como la hepatitis B y la neumonía.

Una de las pocas ganancias que nos dejó la pandemia de covid-19 fue la aplicación de tecnologías que prometen nuevos y rápidos desarrollos en vacunas con procesos que están avanzando para prevenir la malaria, la tuberculosis, el dengue, el VIH e incluso el cáncer.

Según el Estudio Global de Confianza en las Vacunas, cerca del 90 % de los colombianos creen que la vacunación es importante para los niños y, gracias a esa confianza, hoy Colombia tiene uno de los programas de vacunación más robustos del mundo. Sin embargo, no hemos crecido en la vacunación contra el papiloma humano. Es hora de que nuevas voces, incluidas las de mujeres con alta influencia en la opinión pública con diferentes agremiaciones, busquen el bien común y hagan retumbar su voz sobre esta tragedia real y silente.

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Fuente: SEMANA

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