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El ex Comisionado de Paz Víctor G. Ricardo escribe en EL NUEVO SIGLO la columna Gracias a la vacuna estoy con vida, que reproducimos aquí por su interés médico.
Creo que es oportuno escribir nuevamente sobre el covid, esta vez desde mi experiencia personal, incluso después de haber sido vacunado en enero y febrero, respectivamente, con dos dosis de Pfizer.
Si bien, como muchos, confiaba en que haría parte del 95% de efectividad en la prevención que presentaba la vacuna Pfizer, siempre continué siendo cuidadoso con las medidas de prevención. Sin embargo, caí en el 5% de la población que -incluso con la doble dosis de Pfizer- puede contagiarse.
La pregunta que más me he hecho en los últimos días es ¿cómo me contagié? Y la respuesta no la encontraré, pues a mi manera de ver no solo era juicioso con las medidas de prevención sino incluso exagerado: pues utilizaba doble tapabocas y era intenso en el uso del alcohol o antibacterial.
Comencé a sentirme mal el jueves 3 de junio. Sentí lo que pensé era un simple resfrío, con congestión nasal, como si me fuera a empezar una fuerte gripa. Jamás consideré que fuera posible atribuirle esa congestión al covid. Principalmente, porque dos días antes me había hecho una prueba rutinaria PCR que me salió negativa. No obstante lo anterior, en mi casa me aislaron, para prevenir que los demás se enfermaran en esta época en la que tan solo estornudar es incómodUn par de días después, lo que en mi cabeza era una gripa empezó a parecerse un poco a aquellos síntomas que suelen relacionarse al covid; me sentía agitado y ya tenía fiebre. Consciente de que quizás era una mera angustia, por precaución y ante la insistencia de mi hija, me realicé una nueva prueba el sábado 5 de junio y esta salió positiva.
Incrédulo, junto con mi familia, tuvimos que hacer frente a esa noticia que, no obstante estar vacunado, generó una gran preocupación en todos y, particularmente en mí, miedo. Estaba vacunado, no creía haber cometido ninguna imprudencia en los cuidados frente al covid y sin embargo estaba infectado.
Fue entonces cuando empezaron a tratarme, me recetaron más de veinte medicamentos y me reiteraron la importancia de asumir un tratamiento rápidamente. Me mandaron a hacer algunos exámenes y me empezaron a monitorear la oxigenación. Entonces entendí la importancia de este tema, pues si no se mantiene el rango de oxigenación adecuado, existe un riesgo de que los pulmones se vean gravemente afectados, se presente un infarto o incluso algún accidente cerebral.
Este fue el tema complicado en mi caso. La oxigenación debía estar por encima de 90 y al principio llegaba a 80-81. Entonces, me conectaron al oxígeno, todo esto desde el aislamiento.
Gracias a un monitoreo estricto, la asistencia médica, la ayuda de Dios y el apoyo de mi familia y los amigos que siempre estuvieron pendientes, lo pude superar y hoy voy presentando mejoras e indudablemente estoy recuperándome.
En retrospectiva, creo fielmente que el estar con vida y el no haber terminado en una clínica se lo debo a la vacuna, aunque sé de amigos y conocidos que no han contado con la misma suerte. Quienes me conocen sabrán que no soy un hombre “fit”, tengo mis kilitos y, posible o probablemente, sin la vacuna la historia que hoy cuento sería muy diferente. Quiero agradecer especialmente la profesionalidad de la ayuda médica que recibí por parte de los doctores Mercado, Enciso y Roa, así como la asistencia de mi EPS que aunque un poco burocrática respondió. Gracias a mis amigos por estar pendientes y a mi familia por el cuidado que me ha brindado Y por supuesto, gracias a Dios que me permite estar aún aquí.
Mi recomendación: ¡Hay que cuidarse!
PD. Reconozco que desde que nos vacunaron a mi esposa y a mi con la vacuna de Pfizer, me siento más tranquilo con lo de la pandemia. Sin embargo, al igual que el Dr. Ricardo, seguimos guardando la distancia, nos ponemos tapabocas y usamos generosamente el Sanitizer. Al igual que él, esperamos pertenecer al 95% de los que quedan cubierto con inmunidad total, al menos por varios meses. Este caso me parece interesante porque no es tan raro. Una sobrina está enferma, su esposo también aunque se vacunó con la de J & J en viaje a los Estados Unidos. Ellos viven en el área de Sopó, pero fueron infectados con una persona del servicio doméstico. La madre de él, vacunada con la Sinovac, también desarrolló el Covid, se sintió mal pero ya se recuperó. Mencionan ellos un caso (que no he podido confirmar) de una pareja vacunada que se enfermó, pero si murieron. Enntiendo que Pfizer (y tal vez las otras casas farmacéuticas) están haciendo seguimiento a un porcentaje de sus vacunados, pero no sé adonde porque a nosotros no nos han llamado.
Lo que esto quiere decir es que hay un porcentaje de vacunados que también se enferman, pero se dice que un 100% de ellos, ni se mueren ni tienen que ser hospitalizidos, menos intubados. Esperamos que en los próximos meses haya información en la literatura médica sobre estos casos, que en mi opinión son más probables en personas que viven en grandes ciudades, o que reciben personas que ho hacen parte del hogar propiamente dicho. Recuerdo el caso de un alto ejecutivo retirado que vivía en Miami con su esposa, sin hijos. Resolvieron pasar las fiestas de fin de año en una población rivereña colombiana, una muchacha del servicio los infectó, él salió adelante pero ella murió. ¡Qué virus tan traicionero!