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Participación del Académico Luis María Murillo, médico ginecobstetra y coordinador de la Comisión de Historia y Humanidades de la Academia Nacional de Medicina, en el webinar organizado por el Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos, adscrito a la Academia, sobre el “Análisis bioético de la estesiología y sintiencia desde la cirugía fetal”.
Desde su perspectiva de médico con medio siglo en la profesión, el Dr. Murillo ha reflexionado profundamente sobre el aborto, no solo desde lo clínico, sino desde un marco filosófico y moral que ha ido forjando a lo largo de los años. La despenalización progresiva del aborto en Colombia ha sido una señal de transformación cultural, desde su punto de vista preocupante, donde se ha impuesto el discurso jurídico sobre el médico, y se ha reemplazado el lenguaje técnico por eufemismos que encubren una realidad: no se trata solo de interrupción del embarazo, sino de actos que, en muchos casos, terminan en feticidio, eliminando vidas viables cerca del parto.
Para el Dr. Murillo, el uso impreciso del lenguaje ha favorecido una percepción errada del aborto. Aunque se habla de despenalización del aborto, las sentencias aluden a la interrupción del embarazo, y no es lo mismo. El aborto médicamente se contempla hasta las 20 semanas o hasta que el feto alcanza los 500 gramos. La interrupción del embarazo se da en cualquier momento de la gestación, procurando salvar la vida del feto en casos de emergencia obstétrica.
No puede equipararse una práctica médica responsable con la eliminación deliberada de fetos viables. Colombia ha avanzado hacia una despenalización total, sin exigir justificación, lo que ha convertido el debate en una contienda de posiciones irreconciliables y ardorosas.
Desde su experiencia como ginecólogo y miembro por muchos años de un comité de bioética, el Dr. Murillo ha hecho el ejercicio de analizar el tema, llegando a las siguientes conclusiones:
- La penalización del aborto es un asunto eminentemente legal.
- La polémica sobre su despenalización es una discusión ética y religiosa.
- Si bien no todo lo legal es ético, ni todo lo ético es legal, resulta conveniente que lo legal coincida con lo ético.
- Despenalizar no es legalizar. Una cosa es no sancionar, otra, autorizar una determinada conducta. El aborto en Colombia no ha sido legalizado.
- La existencia humana comienza con la unión de los gametos. Las discusiones por postergar este reconocimiento no cambian la realidad y habitualmente solo justifican una determinada postura.
- El aborto provocado indudablemente vulnera a un tercero, ajeno a las circunstancias que rodean su concepción.
- La resolución de un dilema ético no debe ocasionar daño a ninguno de los sujetos en conflicto.
- El embarazo no deseado es una situación a la que no se puede ofrecer una solución satisfactoria, porque el beneficio para la madre y el hijo está en franca confrontación; si se protege al uno, se vulnera al otro.
- El aborto no es un sustituto de los métodos de planificación.
- La despenalización probablemente mejora la asistencia sanitaria de las mujeres, pero al incrementarse el número de abortos, la incidencia de complicaciones tal vez no disminuya en la proporción esperada.
Aunque la mujer que aborta no actúa con la intención criminal del homicida, su acción sacrifica una vida. Y en casos no estipulados por la ley, quien realiza un aborto como práctica habitual y lucrativa incurre en una conducta agravada.
Para el Académico, uno de los grandes temas de debate sobre el aborto es la defensa de la autonomía de la mujer y su cuerpo, pero el feto no es parte del cuerpo de la madre, sino otro cuerpo humano independiente. El argumento de malformaciones es delicado y plantea enormes dificultades: ¿bajo qué criterio se hace una selección de qué malformaciones son leves o graves, o incompatibles con la vida? El doctor Murillo señala que incluso las circunstancias donde se debe elegir entre la vida de la madre o la del bebé son creencias más propias de los medios televisivos que de la realidad, pues cuando la madre está en peligro, también lo está el feto. Si ella muere, hay una alta probabilidad de que también muera su hijo. En estos casos, los obstetras siempre han procurado llevar al feto a la máxima viabilidad posible.
La objeción de conciencia, interpretada por sentencias como un asunto religioso, no es así para muchos médicos; es también una postura ética, moral y filosófica, si se quiere. Para el doctor Murillo, su objeción no se basa en dogmas religiosos, sino en una admiración profunda por la vida como fenómeno milagroso, tanto en su dimensión biológica como estética.
No se trata de criminalizar a la mujer, sino de evitar que se normalice una práctica. En su concepto, el aborto, lejos de ser una solución, es una tragedia que la sociedad debería evitar, no fomentar.
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Intervención completa en:
ANÁLISIS BIOÉTICO DE LA ESTESIOLOGÍA Y SINTIENCIA DESDE LA CIRUGÍA FETAL
Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina
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