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Por Alfredo Jácome Roca
Por muchos años hemos tratado pacientes hipertiroideos con tionamidas como el metimazol y el propiltiouracilo. Se trata de moléculas con acción en diversos pasos de la tiroxinogénesis. El descubrimiento de estos bociógenos naturales provino de hallazgos hechos, tanto por Mackenzie y Mackenzie (1) como por Astwood (2) en los años 40, que mostraron cómo las tioureas y compuestos relacionados, que también podrían ser agentes contaminantes, generaban hiperplasia tiroidea en ratas. El tiocianato y sus precursores como los glicósidos cianogénicos tienen acción antitiroidea y están presentes en la Cassava (una yuca mandioca), que hace parte de la dieta de habitantes con bocio de la República del Congo y en Zaire, según informó Delange (3). Chesney en 1928 (4) había encontrado bocio en conejos alimentados con repollo, siendo la primera investigación en este campo. Barker en 1936 (5) encontró a su vez que un tratamiento para la hipertensión basado en dosis altas de tiocianatos producía bocio. Como el bocio endémico y el cretinismo han sido un problema de salud pública en ciertas zonas del planeta (no solamente en regiones montañosas de los Andes o de los Alpes), la ingesta de yodo y de bociógenos presentes en la naturaleza han sido objeto de cuidadosas investigaciones.
Colombia contó con uno de los principales expertos en este tema a nivel mundial, el profesor Eduardo Gaitán Marulanda. Fue investigador en la Universidad de Tulane (New Orleans, LA) en el área de hormonas de la neurohipófisis, pero en la Universidad del Valle (Cali, Colombia) cambió su interés científico al tema de los bociógenos naturales, con investigaciones que desarrolló en el área de influencia de esta universidad, que luego extendió a ciertas regiones de los Estados Unidos y del África, ya como profesor de la Universidad de Mississippi en Jackson. A raíz de su reciente fallecimiento, la Academia Nacional de Medicina de Colombia realizó una sesión sobre bocio endémico para honrar su memoria. Uno de nosotros (AJR) se enfocó en los aspectos históricos, mientras que el tema de los bociógenos naturales y los aportes del profesor Gaitán en esta área fue discutido por su colaborador y amigo William Júbiz (6).
Es de anotar que el factor principal de la aparición de la endemia bociosa es la deficiencia de yodo consumido en determinadas áreas del mundo. Se habla de que un 30% de la humanidad está expuesta a este riesgo, que genera un número de patologías denominadas Trastornos por deficiencia de Yodo (Iodine Deficiency Disorders), que son tratadas con programas de yodación de la sal para consumo humano, y en ciertos casos con inyecciones oleosas de yodo, que son particularmente útiles en regiones apartadas donde hay mujeres embarazadas que no pueden asistir a control prenatal, por lo que una inyección cubriría las necesidades de yodo durante el embarazo. Como se ha discutido en otros capítulos, la efectividad de este programa se vigila periódicamente con mediciones del tamaño del bocio, medición de la yoduria, TSH y T4 por inmunoanálisis, también con medición de la tiroglobulina (7).
Otros factores bociogénicos naturales pueden estar presentes, jugando un papel, bien por su consumo por largo tiempo o porque también el yodo en la dieta es limitado. Algunos de ellos no han tenido un efecto claro en muchas endemias bociosas pero se ha demostrado su efecto antitiroideo en animales o in vitro. Los trabajos de Gaitán en Candelaria en el occidente colombiano demostraron que el bocio endémico no es solo una patología carencial sino también ambiental. La presencia de ambos factores bociogénicos es frecuente en zonas sociales deprimidas. (8,9).
Estos compuestos pertenecen a los siguientes grupos químicos (10):
- Orgánicos sulfurados (como tiocianato, isotiocianato, goitrina y disulfuros)
- Flavonoides (polifenoles) en el millo fonio (Digitaria exilis)
- Polihidroxifenoles y derivados fenólicos
- Piridinas, ésteres de ftalato y metabolitos
- Órganoclorados (como DDT)
- Piridinas, ésteres de ftalato y metabolitos
- Bifenilos policlorados (PCB) y polibromados (PBB)
- Hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH)
- Yodo inorgánico (en exceso)
El estudio de Gaitán fue realizado en la década de los 60. Se originó en la observación de que la población general de Cali, metrópolis que funge como capital del Departamento del Valle, Colombia, tenía una prevalencia de bocio de 4.7%, mientras que la población vecina de Candelaria tenía 22%. Se trataba de bocios difusos que con la edad se volvían nodulares. Este dato fue interpretado como que debía existir allí un factor bociogénico adicional que hacía que la administración de sal yodada no fuera suficiente para disminuir la prevalencia. Los habitantes de esa región tomaban agua procedente, bien del rio Cauca, o del rio Cali. Aunque la cantidad de yoduro era igual para las dos fuentes de agua, los que bebían las del rio Cauca tenían mayor prevalencia de bocio. Las poblaciones de Ginebra y Guacarí en el Valle trataron sus aguas y lograron reducir la incidencia de bocio en un 10 %. La ciudad de Roldanillo presentaba una prevalencia de bocio entre 25 y 39 %, a pesar de llevar 11 años de consumo de sal yodada.
El grupo de Gaitán observó que en Candelaria se consumía agua de dos pozos, el A y el B. Un 23 % de los del A tenían bocio mientras que los del B solo tenían 11 %. Al administrar a la población una combinación de las aguas por un año, la presencia de bocio estuvo casi igual para el pozo A (26 %), mientras que para el B subió a 31 %. Para caracterizar el bociógeno presente en las aguas del pozo A, se tomó un grupo de ratas albinas que recibieron aguas de alguno de los dos pozos por 65 dias, presentando aumento del tamaño del tiroides en un 47% para el pozo A y 27% para el B. Un destilado del agua del pozo A administrado esta vez a ratas, produjo en ellas un aumento del tamaño de la tiroides con disminución de la captación de yodo por la tiroides, disminución del contenido de yodo de la glándula y de la síntesis de MIT, DIT, T3 y T4. Esto comprobó la presencia de un bociógeno en el pozo A. Se lograron efectos similares de actividad tiroidea de rodajas de tiroides bovina in vitro. Al tratar esas aguas con extracción con cloruro de metilo, cromatografía de gas y espectrofotometría de masa, se lograron aislar compuestos hidrocarbonados alifáticos sulfurados, volátiles, con un peso molecular de 220. Se identificaron también resorcinol y ésteres de ftalatos. El resorcinol proviene del carbón y sustancias del humus, compuestos orgánicos poliméricos complejos de alto peso molecular que están presentes en aguas sedimentarias, suelos y aguas.
Tratándose entonces de una etiología multifactorial compleja del bocio, se concluyó que los bociógenos en esas aguas provenían de rocas sedimentarias ricas en material orgánico sulfurado con acción antitiroidea del tipo tioniamida. Cuando existen concentraciones relativamente altas de Klebsiella pneumoniae en el agua bebible, esto puede tener un efecto bociógeno, pero solo en la presencia de los otros factores. Los ésteres de ftalatos también están en el humus, y se biodegradan por la acción de bacterias Gram negativas dando lugar a metabolitos intermedios con acción antitiroidea (11,12).
Gaitán (9) divide los agentes bociógenos entre los que actúan directamente sobre la glándula y los que lo hacen de manera indirecta. Entre los del primer grupo están aquellos que inhiben el transporte de yodo en la tiroides (como el tiocianato e isotiocianato), los que actúan sobre la oxidación intratiroidea o el acoplamiento y la organificación (como los compuestos fenólicos), algunos ftalatos (disulfuros y goitrina) y los que interfieren con la proteólisis, la dehalogenación y liberación hormonal (como el yodo o el litio).
Los bociógenos que aumentan el metabolismo de la hormona tiroidea tienen una acción indirecta (como el 2,4-dinitrofenol, los PCB y los PBB). La soya, importante fuente de proteínas particularmente en países asiáticos, interrumpe el ciclo enterohepático de la hormona tiroidea (10) y puede causar bocio sino se está ingiriendo suficiente yodo.
La Digitaria exilis (fonio) es una variedad de millo pequeño presente en la dieta de habitantes de regiones semiáridas, como África occidental. Se analizaron muestras de fonio coleccionadas durante una endemia bociosa y se le encontraron apigenina (A) y luteolina (L1) pero no C glicosilflavonas. A y L1 tienen actividad anti-peroxidasa intensa. La L1 deprime la fosfodiesterasa del AMP cíclico, generando una sobreproducción del nucleótido dependiente de TSH (13).
Los bociógenos pueden ser sintéticos de uso medicinal o estar presentes en plantas alimenticias (14). Alimentos como la yuca mandioca (Cassava) o habas, linaza y sorgo (que contienen glucósidos cianogénicos que se metabolizan a tiocianatos), o las verduras crucíferas como el repollo, la col rizada, coliflor, brócoli, nabos, soya, millo, contienen glucosinolatos que son agentes bociógenos. También se presenta está acción en las deficiencias de selenio, hierro y vitamina A. El uso alimenticio rutinario de algas marinas ricas en yodo también ha sido causa de endemias bociosas en algunas regiones de Japón (10) y de China, porque suministran yodo en exceso. Una acción bociógena clara en humanos solo se ha demostrado con bisulfurados como tiocianato, goitrina (oxazolina, un tipo de carbamato), resorcinol, dinitrofenol, bifenilos poli bromados o PBB, exceso de yodo o litio en dosis altas. Es de anotar que el consumo ocasional, e incluso frecuente, de vegetales crucíferos por si solo no alcanzan a producir bocio, tendría que ser que hubiese un bajo consumo crónico de yodo, adicionando un consumo frecuente de esas verduras.
Referencias
- McKenzie CG, McKenzie JB. Effect of sulfonamides and thioureas on the thyroid gland and basal metabolism. Endocrinol 1943. 32:185-209.
- Astwood EB, Greer MA, Ettinger MG. L-5-Vinyl-2-Thiooxazolidone, and thyroid compound from yellow turnip and from brassica seeds. J Biol Chem. 1949.181:121.
- Delange F, Thilly C, Ermans AM. Iodine deficiency, a permissive condition in the development of endemic goiter. J Clin Endocrinol Metab. 1968. 28:114-116
- Chesney AM, Clawson TA, Webster B. Endemic goitre in rabbits. I. Incidence and characteristics. Bull Johns Hopkins Hosp 1928. 43:261-277.
- Barker MH. The blood cyanate in the treatment of hypertension. JAMA 1936.106:762-767.
- Júbiz W. Mi amigo Eduardo. En Homenaje al Miembro Honorario Acad. Dr. Eduardo Gaitán Marulanda (1933-2021) – YouTube
- Delange F. 2000. Iodine deficiency. In The thyroid. A fundamental and clinical text. L.E. Braverman, and R.D. Utiger, editors. Philadelphia: Lippincott 2000. publ. 295-316.
- Gaitan E. Goitrogens in the etiology of endemic goiter. In Endemic goiter and endemic cretinism. Iodine nutrition in health and disease. J.B. Stanbury, and B.S. Hetzel, editors. New York: John Wiley publ. 1980. 219-236.
- Gaitan E. Environmental goitrogenesis. Boca Raton: CRC Press publ. 1989. 1-250 pp.
- Eastman CJ, Zimmermann MB. The Iodine Deficiency Disorders. 2018. In: Feingold KR, Anawalt B, Boyce A, Chrousos G, de Herder WW, Dhatariya K, Dungan K, Grossman A, Hershman JM, Hofland J, Kalra S, Kaltsas G, Koch C, Kopp P, Korbonits M, Kovacs CS, Kuohung W, Laferrère B, McGee EA, McLachlan R, Morley JE, New M, Purnell J, Sahay R, Singer F, Stratakis CA, Trence DL, Wilson DP, editors. Endotext [Internet]. South Dartmouth (MA): MDText.com, Inc.; 2000–. PMID: 25905411.
- Gaitan E. Goitrogens in Food and Water. Annu Rev Nutr. 1990. (1): 2 a 7.
- Gaitan E, Lindsay RL, Reichert RD, Ingbar SH, Cooksey RC, Legan J, Meydrech EF, Hill J, Kubota K. Antithyroid and Goitrogenic Effects of Millet: Role of C-Glycosylflavones. J Clin Endocrinol Metab. 1989. 68(4): 707–714
- Sartelet H, Serghat S, Lobstein A, Ingenbleek Y, Anton R, Petitfrère E, Aguie-Aguie G, Martiny L, Haye B. Flavonoids extracted from fonio millet (Digitaria exilis) reveal potent antithyroid properties. Nutrition. 1996;12(2):100-6
- Van Etten CH. Goitrogens. In Toxic constituents of plant foodstuffs. I.E. Liener, editor. New York: Academic Press publ. 1969.103-142.
Qué son los alimentos crucíferos
Jaime Forero Gómez, Académico Correspondiente
Se denominan crucíferos una serie de vegetales clasificados en el género Brassica, integrado por el brócoli, la col, coliflor, repollo y la denominada col de Bruselas. El brócoli es llamado “la joya de la corona de la nutrición”.Los vegetales proporcionan una amplia variedad de beneficios para la salud, pero los crucíferos son excelentes preventivos en diversas variedades de cáncer, enfermedades autoinmunes como la artritis, padecimientos cardiovasculares e hipertensión, diversos trastornos renales, el asma y la diabetes. La sustancia “milagro” principal del brócoli se llama sulforafano, compuesto derivado del azufre con potente acción anticancerígena, antiinflamatoria, antioxidante, gran estimulante del sistema inmunológico y protectora de los vasos sanguíneos. Además contiene glucorafanina, diindolilmetano, flavonoides y ácidos fenólicos con gran poder antiinfeccioso y antioxidante.
Vaporizado el brócoli por algunos minutos, aumenta la concentración de este compuesto. Si al comerlo lo acompañamos de alimentos ricos en mirosinasa como las semillas de mostaza, rábanos, wasabi, rúgula o ensalada de col, se maximiza el efecto benéfico del sulforafano. Esta mezcla es bueno hacerla cuando el brócoli ha estado congelado.Consumir tres veces por semana un crucífero disminuye el riesgo de aparición de cáncer de próstata y cuerpo del útero en más de un 60%. Si además lo asociamos con tomate orgánico, aguacate y cebolla el porcentaje de prevención puede ser mayor.
Comer alimentos crucíferos regularmente, previene la aparición del Alzheimer y Parkinson; además, son excelentes antidepresivos. El tipo y la cantidad de fibra dietaria que contiene es un gran estimulante en la producción del butirato por las bacterias probióticas del colon facilitando el recambio de las células epiteliales del intestino y mejoría del DNA por lo cual controla todo tipo de trastornos epigenéticos, mejorando las enfermedades colónicas. Estudios recientes han demostrado la eficacia del brócoli en mejorar el hígado graso no alcohólico que está enfermando a niños y adultos. Recordemos la asociación de hígado graso con comida chatarra, carbohidratos simples y azúcares químicos como la fructosa del jarabe de maíz. El brócoli reduce los niveles de triglicéridos en el hígado disminuyendo el hígado graso y la aparición de cáncer de hígado.
PS. El Dr. Forero no hace alusión al potencial efecto bociógeno del brócoli, a través de su contenido de flavonoides y glicosinolato, ya que carece de importancia si la zona donde la persona vive es yodo suficiente. Un consumo diario de brócoli en un área yododeficiente, contribuiría a la producción de bocio.

El Dr. Alfredo Jácome Roca es Internista-Endocrinólogo. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, Fellow del American College of Physicians y Miembro Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Editor Emérito de la Revista MEDICINA.
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