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Presentación del Académico Dr. José Luis Osma Rueda en la sesión de capítulos. Médico cirujano de la UIS, ortopedista y traumatólogo de la Universidad del Valle. Presidente del Capítulo Santander de la Academia Nacional de Medicina.
La evidencia muestra que solo entre el 5 y el 7% de los proyectos de investigación logra alcanzar fases de aplicación concreta, y el tránsito entre las primeras etapas hasta la implementación puede tomar entre 10 y 15 años. En contextos como el colombiano, variables socioeconómicas y regulatorias influyen de forma determinante.
La Universidad Industrial de Santander-UIS ha apostado por fortalecer su Facultad de Salud como un ecosistema de integración científica, basado en investigación traslacional, el proceso de aplicar los descubrimientos de la investigación básica de laboratorio a la práctica clínica para mejorar la salud humana.
Los grupos de investigación categorizados por Minciencias de la UIS evidencian el crecimiento sostenido de docentes reconocidos en áreas de ingeniería físico-mecánica y de salud. Inspirados por la premisa, históricamente atribuida a Johann Wolfgang von Goethe, “Saber no es suficiente, debemos aplicar; querer no es suficiente, debemos hacer”, la UIS empezó a estructurar sus iniciativas bajo preguntas clínicas concretas, priorizando la investigación útil sobre la investigación aislada.
La medicina moderna inauguró la cultura de medir resultados desde 1914 gracias a Ernest Codman, pionero en registrar desenlaces clínicos para evaluar calidad en la atención. Su legado derivó en la implementación de escalas clínicas y PROMs, sentando las bases metodológicas que hoy sostienen la investigación diagnóstica, la predicción clínica y la cirugía basada en la evidencia. La evolución reciente de estas prácticas incorpora análisis de datos e inteligencia artificial, herramientas que la universidad ha adoptado como insumo y objeto de investigación.
La investigación suele abarcar preguntas clave que determinan su importancia: ¿funciona?, ¿puede funcionar bajo condiciones ideales?, ¿funciona en el mundo real?, ¿vale la pena? Uno de los aportes más representativos del trabajo interdisciplinario de la universidad se desarrolló en el campo de la ortopedia. El grupo de variantes anatómicas liderado por el doctor Ballesteros, en colaboración con ingeniería, realizó estudios en cadáveres para establecer distancias de seguridad en placas de compresión insertadas por mínima incisión en el húmero. El objetivo no fue solo descriptivo: pretendía ofrecer parámetros anatómicos para reducir riesgos iatrogénicos (daños o efectos adversos que sufren los pacientes como consecuencia de un tratamiento, un diagnóstico o un procedimiento), especialmente lesiones nerviosas asociadas al paso de broca y tornillos en zonas críticas.
La misma lógica traslacional ha sido aplicada en estudios sobre fracturas de clavícula, un campo históricamente controversial en su manejo. Los trabajos realizados por estudiantes de posgrado de ortopedia y cirugía de mano determinaron variantes de inserción del músculo subclavio y la proximidad del conjunto de nervios y vasos sanguíneos que pasan cerca de la diáfisis de la clavícula, y que son vulnerables a lesiones durante una fractura. Estas mediciones permiten mejorar el proceso de toma de decisiones en salas de cirugía. Incluso algo tan cotidiano como la colocación de un piercing puede traer consecuencias sin el conocimiento anatómico apropiado.
Paralelamente, el grupo CIMBIOS del Hospital Universitario de Santander, categorizado en A1 por MinCiencias, y conformado por físicos, ingenieros y médicos, desarrolló técnicas de espectroscopía y análisis de textura en mamografía para inferir riesgo neoplásico a partir de patrones del microambiente celular frente a radiación X. Este enfoque, que cuenta con patente registrada, también ha sido extendido a cuello uterino, infecciones y tejido mamario, demostrando que la imagen diagnóstica puede interpretarse de forma cuantitativa para guiar procesos clínicos adicionales al estándar.
El grupo GINECO, por su parte, se ha orientado hacia modelos predictivos integrativos para partos pretérmino mediante IA y análisis de datos ómicos. Sus resultados iniciales han permitido mejorar la predicción clínica del 30% al 50% en procesos que aún se encuentran en fases de estudio. La universidad también ha reconocido retos biomédicos asociados a la violencia en el país. Investigadores, docentes y estudiantes de diseño industrial e ingeniería, junto a especialidades clínicas como cirugía maxilofacial, han desarrollado modelos protésicos personalizados para víctimas de minas antipersonales. Estos estudios exploran tolerancia, función y viabilidad de sockets protésicos a la medida, abriendo la posibilidad futura de derivar estos resultados hacia producción industrial que impacte a poblaciones vulnerables.
El enfoque epidemiológico y de salud pública tampoco ha estado ausente. Investigadores de la UIS han liderado estudios sobre enfermedad crónica, obesidad, riesgo cardiovascular, mortalidad materna en comunidades indígenas, acceso a atención primaria en población desplazada y efectos adversos por contaminación atmosférica y pesticidas en el eje cafetero. La investigación translacional puede operar desde múltiples ángulos, incluyendo salud ambiental y equidad en el acceso a servicios.
Los proyectos no se enmarcan en la inmediatez, sino en la proyección. La UIS ha demostrado que la interdisciplinariedad es un mecanismo activo de reducción de tiempos de aplicación y aumento de confiabilidad diagnóstica, además de un camino para producir investigación clínica con un impacto tangible.
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Intervención en:
LA INVESTIGACIÓN Y LA INNOVACIÓN EN LA UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER AL SERVICIO DE LA SALUD
Artículo. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina
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