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Las circunstancias actuales nos obligan a hablar otra vez del Covid 19. La cifra de contagiados está creciendo, a tal punto, que se puede presentar un colapso en urgencias y en los servicios de cuidados intensivos de los hospitales.En esta situación no se descarta la hipotética posibilidad de tener que seleccionar entre los pacientes la oportunidad de ingreso y tratamiento en la UCI, complicada determinación asumida por el triaje de emergencia, integrado por un equipo de profesionales de la salud. Sin embargo, este trascendental paso puede estar influenciado por la “presión emocional y moral a la que están sometidos los encargados de la determinación final”.
Para evitar sentencias precipitadas e incluso injustas en la admisión o en el tratamiento, todo el personal de la UCI debe apoyarse y someterse al control del “Comité de ética intrahospitalaria”.Para mayor claridad, la Academia Nacional de Medicina con la contribución del Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos, del Instituto de Bioética de la Universidad del Rosario y del doctor Maurizio Bonati del Instituto Mario Negri, elaboró un documento que sirve de referente o guía para aceptar y atender a los pacientes que necesiten “soporte vital acelerado” en la UCI. Este ensayo es el resultado del análisis de ese documento cuya base es el respeto por la dignidad humana y los derechos de los pacientes.
El primer derecho y el más importante, es el que tiene el paciente y la familia a una información clara sobre el tratamiento y los riesgos que pudieran presentarse. La autorización es voluntaria y se valida con la firma del interesado o su representante de un documento: el “consentimiento informado”. Otro es la equidad: “sin discusión los recursos deben canalizarse a los pacientes que más los necesiten”. Aquellos que tengan condiciones de “vulnerabilidad” como pobreza o baja condición social no pueden ser discriminados en beneficio de otros que pertenezcan a una “condición superior”. Igual, la edad o estados de invalidez tampoco pueden ser condicionados. La “equidad” es un imperativo que tiene directa relación con la moral y la ética.
No obstante, desde que se inició la pandemia, se consideran “factores negativos o comorbilidades”, corresponden a enfermedades preexistentes, que eventualmente pueden influir en la aceptación y en el tratamiento: lesiones pulmonares, renales, cardiacas, metabólicas, entre otras. En estos casos es donde más debe primar un criterio ponderado y justo. Estas situaciones tienen relación con “la probabilidad de recuperación del paciente en el corto plazo” o con “el pronóstico de supervivencia a largo plazo”. Por último, uno de los derechos más representativo del sentido humanitario es el de la “muerte con dignidad”, que asiste a los pacientes en estado crítico, terminal e irreversible. Es antiético e inmoral “prolongar artificialmente el proceso de morir”, conocido como distanasia.
En resumen, los criterios para atender a pacientes infectados de Covid-19 y que requieren UCI, deben ser objetivos y verificables, considerando que son el límite y la última esperanza para quienes el infortunio los ha llevado a ese extremo, y cuya única compañía es el aislamiento y la soledad.
Estas reflexiones pueden generar desasosiego y hasta miedo, pero seamos razonables, hay que disminuir las posibilidades de llegar a ese estado y, la mejor manera es el cuidado personal para evitar el contagio, protegiendo así a la familia y a la sociedad.
Académico Luis Hernán Eraso Rojas