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Seminario organizado por la Comisión de Historia y Humanidades de la Academia y la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, con la coordinación de los Académicos Dr. Luis María Murillo y el Dr. Luis Carlos Villamil. La Comisión se encarga, entre otras funciones, de preservar la historia de la profesión médica y fomentar el humanismo. En este encuentro se rindió un homenaje a la vida y obra de Jorge Lleras Parra en su sesquicentenario, pionero de la producción de vacunas en el país. Gracias a su labor, Colombia se declaró libre de viruela, incluso antes que muchos otros países en el mundo.
Enfermedades infecciosas en Colombia desde la Colonia.
El Dr. Hugo Armando Sotomayor Tribín, Académico Ejemplar y curador del Museo de Historia de la Medicina, presentó el panorama de las enfermedades infecciosas en el país desde la conquista hasta nuestros días. Durante la época prehispánica, la región estuvo aislada de los grandes focos de enfermedades infecciosas que hicieron presencia en Medio Oriente, India, China y África, y que comenzaron a propagarse desde hace más de 15.000 años. Sin embargo, la llegada de los colonizadores introdujo nuevas enfermedades. La gripe es la primera epidemia registrada en tierras continentales de América, en Santa María la Antigua del Darién en 1514. Epidemia que se repitió en 1546 y a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII.
La viruela, llegó a América a través de Santo Domingo y Cuba en 1519. A partir de allí, la enfermedad avanzó lentamente por el continente, llegando a Colombia en 1558, siendo transmitida por los esclavos africanos y otros viajeros. Durante la Colonia, a partir de 1550, el territorio de lo que hoy es Colombia experimentó una serie de epidemias que afectaron especialmente a los indígenas, quienes carecían de inmunidad frente a estas nuevas enfermedades. La viruela fue una de las enfermedades más mortales, junto con otras como la lepra, el sarampión, la fiebre amarilla y el tifus exantemático, conocido como tabardillo. Las parasitosis vinculadas al comercio de esclavos también hicieron su aparición con 4 variedades durante este período; la uncinariasis, la filariasis W.bancrofti, la oncocercosis y la dracunculiasis o gusano de Guinea.
A partir de finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, la aparición de los barcos a vapor, el ferrocarril y sucesivas guerras de independencia y luchas civiles, más el aumento de la frontera agrícola, propiciaron la propagación de enfermedades como la fiebre amarilla y el cólera. No obstante, también marcaron un avance en la salud pública, con el establecimiento del primer parque de vacunación en 1897, encabezado por el Dr. Lleras Parra, y el descubrimiento de nuevas vacunas contra la rabia, la fiebre amarilla, el polio y la tuberculosis. Durante el siglo XX, el país vivió importantes logros en salud pública, destacándose la erradicación de la viruela en 1962. El siglo XXI trae nuevos desafíos epidemiológicos como el virus del papiloma humano, el dengue, los virus tipo SARS-CoV y H1N1 y el control de enfermedades endémicas.
La expedición filantrópica de la vacuna
El periodista Carlos Dáguer Guarín, historiador y miembro de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, centró su relato en La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna o Expedición Balmis, una iniciativa de la Corona Española para propagar la vacuna contra la viruela en los territorios conquistados y que se llevó a cabo entre 1803 y 1810.
La epidemia de viruela más devastadora del siglo XVIII en Bogotá ocurrió en 1782, se estima que murieron cerca de 7.000 personas en una ciudad con solo 17.000 habitantes. Durante esta epidemia, José Celestino Mutis publicó instrucciones para la práctica de la inoculación, un método que consistía en introducir la enfermedad de manera controlada para que la persona se enfermara. Método polémico debido al riesgo de contagio en la comunidad.
Una nueva amenaza de viruela surgió en 1801. Se inició en Popayán extendiéndose hacia el norte, ante la posibilidad de que llegara a Santafé de Bogotá, el Cabildo de la ciudad envió al virrey Pedro Mendinueta lo que se cree es la primera mención de una vacuna publicada en el Papel Periódico de La Habana. El artículo hacía mención de un “método más fácil y menos costoso para impedir la epidemia de viruelas”, y que no contagiaba. El virrey hizo caso omiso a la solicitud e inició una serie de estrategias que no impidieron la llegada de la viruela a la capital en 1802. La vacuna a la que se referían fue descubierta en 1796 por Edward Jenner quien tomó material de una lesión pustular (de la mano de una mujer ordeñadora) de un tipo de viruela de vacas, causada por el cowpox virus, y lo inoculó en el brazo de James Phipps, un niño de 8 años. Dos meses después, inoculó material de una lesión proveniente de un enfermo con viruela en el niño que no contrajo la enfermedad planteando que había quedado “inmune”.
Se intentó replicar el procedimiento en el país con vacas locales sin éxito. Intentos previos de traer la vacuna fracasaron pues llegaba degradada. El Cabildo escribió al rey Carlos IV solicitando ayuda y finalmente en 1803 se organizó una expedición enviada desde España para traer la vacuna a América. La expedición, dirigida por Francisco Javier Balmis, utilizó un sistema innovador, y cuestionable a la luz de hoy, en el que 22 niños huérfanos eran vacunados sucesivamente para llevar la vacuna en perfecto estado a través del Atlántico.
La expedición fue inicialmente resistida por las comunidades indígenas, que por razones evidentes, desconfiaban de todo lo que llegaba del viejo mundo, mientras que para los criollos había mayor aceptación. Al llegar a América la expedición se dividió en 2, la expedición norte llevó la vacuna a Puerto Rico (donde ya se encontraba por una expedición británica), Cuba y México. Allí “reclutaron” a niños mexicanos para continuar su recorrido por Filipinas, China, la isla de Santa Helena, -una colonia británica-, y finalmente Lisboa y Madrid en 1806.
Curiosamente, se ha registrado que un mes antes de la llegada de la expedición, el virrey emprendió su propio viaje, se presume que recogió las vacunas en Puerto Rico y regresó a Santa Marta donde un cirujano de nombre Ángel Hidalgo, se atribuyó haber sido el primero en introducir la vacuna en el Nuevo Reino de Granada, en abril de 1804. Con la llegada de la expedición se instaló una de las Juntas de Vacuna en Cartagena, responsables de garantizar la preservación de la vacuna (con los niños) y buscar nuevos usos. La expedición sur, arrancó desde Cartagena bajo la dirección de José Salvany, se dividió en dos grupos para cubrir todo el territorio nacional, salió de Colombia, llegó a Ecuador, Perú y continuó su camino hasta Chile. Para el historiador Dáguer, la expedición de la vacuna dejó un legado duradero en la creación de las primeras instituciones de salud pública y en la valorización de la vida humana en la región.
Jorge Lleras Parra, pionero en la producción de vacunas en Colombia
El Académico Dr. Luis Carlos Villamil Jiménez, médico veterinario y especialista en epidemiología, narró la experiencia del doctor Jorge Lleras Parra para producir en el siglo XIX vacunas para todo el país. Nació el 22 de diciembre de 1874 en Bogotá, hace 150 años. Estudió en la Escuela de Veterinaria adscrita a la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad Nacional junto a su primo Federico Lleras Acosta. El profesor Claude Vericel lo familiarizó con la bacteriología, la vacuna de Jenner y los métodos de Louis Pasteur. Terminó sus estudios en 1896 y comenzó a trabajar como ayudante del Dr. Juan de Dios Carrasquilla en el parque de vacunación, donde se producía el suero contra la lepra y se realizaban esfuerzos iniciales para desarrollar vacunas.
En 1897, es nombrado director del parque de vacunación, a pesar de su juventud. Ocupó esa posición hasta su muerte en 1945. Durante su carrera, enfrentó innumerables dificultades, como la falta de recursos y el escaso apoyo, pero su pasión y perseverancia le permitieron hacer avances significativos. Lideró la reorganización del servicio de producción de vacuna junto a su primo Federico y comenzaron a producirla en el parque de vacunación, utilizando instrumentos prestados por su maestro Vericel, con recursos limitados y a un costo muy inferior al de las vacunas importadas. Entregó el primer lote de vacunas el 10 de diciembre de 1897. Ante la falta de recursos, se las ingenió para fabricar o mejorar sus propios equipos, como un escarificador, curetas, un molino manual y una centrífuga, entre otros. La guerra civil agudizó los problemas presupuestales pero continuó produciendo y distribuyendo vacunas para ambos ejércitos, defendiendo el parque y asegurando que la producción no se interrumpiera.
La producción de la vacuna antivariólica a cargo de Lleras Parra alcanzó altos estándares de calidad, destacándose por su eficacia y por la ausencia de gérmenes en la vacuna. Para asegurar una alta calidad, implementó rigurosos protocolos de higiene, aseo y control de temperatura durante la preparación de los animales de experimentación y en el proceso de cosecha del virus. Ideó innovaciones en la forma de almacenar y transportar la vacuna, como la creación de una vacuna seca que podía mantenerse viable durante 45 días en climas cálidos. Controlaba meticulosamente cada etapa, desde la recolección del virus hasta su envasado en tubos capilares. Su método de vacunación fue considerado una de las mejores del mundo en su época, destacándose por su enfoque en la calidad y la eficacia.
El Dr. Lleras produjo más de 37 millones de dosis de vacuna entre 1898 y 1932. En 1939, recibió la Cruz de Boyacá en reconocimiento a su excepcional labor científica. A lo largo de su carrera, siempre trabajó de manera independiente, sin buscar beneficios personales, y convirtió el parque de vacunación en una empresa familiar. Su esposa e hijos ya adolescentes, lo ayudaban en la producción y la gestión del parque. Su legado como pionero de la producción de vacunas en Colombia sigue siendo reconocido hasta el día de hoy.
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Intervenciones en:
SESQUICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JORGE LLERAS PARRA PIONERO DE PRODUCCIÓN DE VACUNAS EN COLOMBIA
Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina