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Conferencia del doctor Alfonso Sánchez Medina, especialista en psiquiatría de la Universidad de París y en psicoanálisis del Instituto Colombiano de Psicoanálisis, Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina.
Cuando un paciente ingresa a un hospital, generalmente experimenta una reacción psicológica de trauma, que varía en intensidad y genera sentimientos de angustia, miedo, incertidumbre, depresión y rabia. Estos sentimientos, son inevitables y están directamente relacionados con el estado de salud mental del paciente y el grado de riesgo vital asociado a su enfermedad. Cuanto más grave sea la patología, mayor será el impacto psicológico en el paciente. Esta reacción psicológica se puede entender como una respuesta situacional a su hospitalización.
La relación médico-paciente juega un papel crucial en la gestión de esta respuesta emocional. El médico tratante y el personal paramédico son los principales receptores de las emociones generadas en el paciente. Así, la salud mental de los profesionales de la salud es fundamental para manejar adecuadamente las reacciones psicológicas de los pacientes.
Uno de los aspectos importantes de esta relación es la transferencia emocional del paciente hacia el médico, un proceso donde el paciente, influenciado por su angustia, busca en el médico una figura protectora. En muchos casos, esto puede generar una regresión afectiva, donde el paciente se comporta emocionalmente como un niño, buscando consuelo y seguridad. El médico, entonces, se convierte en un punto de referencia para la gestión de estas emociones.
Existen diversas respuestas por parte del médico ante la angustia del paciente. Algunas respuestas incluyen la negación, donde el médico no percibe ni valida la angustia del paciente, tratándolo como un objeto sin dimensión emocional. Otras respuestas incluyen el involucramiento emocional, donde el médico se ve afectado por la angustia del paciente, lo que puede llevar a una relación patológica. Finalmente, la respuesta ideal es la participación, donde el médico comprende, elabora y valida la angustia del paciente, estableciendo un diálogo emocional y afectivo que favorece el proceso terapéutico.
El sentimiento de esperanza es otro factor clave en la relación médico-paciente. La esperanza es una respuesta psicológica que impulsa al paciente a confiar en que algo positivo ocurrirá en el futuro, incluso en circunstancias adversas. Este sentimiento no solo mejora la actitud emocional del paciente, sino que también puede ser un motivador crucial para la resistencia ante las dificultades.
En un experimento realizado por el biólogo Kurt Richter, se observó que la esperanza influye en la resistencia física y emocional de los sujetos. Al permitir que los ratones tuvieran la esperanza de una posible salvación, estos fueron capaces de soportar mayores niveles de estrés y agotamiento. Este principio se ha relacionado con el comportamiento humano, destacando la importancia de la esperanza en situaciones de adversidad.
El doctor Jerome Groopman también profundizó en el papel de la esperanza en el tratamiento de enfermedades graves, particularmente en pacientes oncológicos. En sus investigaciones, Groopman argumentó que la esperanza tiene un impacto tangible en la recuperación, ya que reduce el estrés, mejora la función inmunológica y aumenta la capacidad del cuerpo para combatir enfermedades. A pesar de esto, advierte sobre el peligro de crear falsas expectativas, ya que la desilusión puede ser perjudicial para el paciente. En su lugar, sugiere proporcionar información honesta y ofrecer apoyo emocional que permita a los pacientes mantenerse optimistas de manera realista.
La espiritualidad, en comparación con la esperanza, se relaciona con lo intangible, lo sagrado y lo trascendental, mientras que la esperanza tiene un fundamento más psicosomático. Ambas palabras comparten una raíz etimológica vinculada al concepto de aliento o soplo vital, pero se distinguen en sus enfoques: la espiritualidad se asocia con lo trascendental, mientras que la esperanza se vincula con el anhelo y la expectativa del futuro.
La relación médico-paciente es crucial para el proceso terapéutico, y la esperanza, tanto del paciente como del médico, juega un papel fundamental en el intercambio emocional que se da durante la atención. Este enfoque puede mejorar la calidad del tratamiento y la experiencia del paciente, promoviendo un enfoque más integral y humano en la medicina.
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Intervención en:
ESPIRITUALIDAD EN LOS PACIENTES DE LA FUNDACIÓN SANTA FE DE BOGOTÁ
Nota. Victoria Rodríguez G. Comunicaciones Academia Nacional de Medicina