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Por Remberto Burgos
La OMS describe que el 35% de las mujeres en el mundo ha sido objeto de violencia física o sexual. El 38% ha sufrido feminicidio. El femicidio es el asesinato intencional por el hecho de ser mujer. Las consecuencias sociales son inmensas: pierden a la madre, el padre es encarcelado y los hijos –víctimas- abandonan el hogar paterno y son identificados como los hijos del asesino. Múltiples estudios han demostrado que hay más de una víctima en este drama. Adicional, cuando no fallecen se describen graves problemas: reproductivos, ginecológicos y una cascada de infecciones como VIH y de transmisión sexual. Es un serio problema de salud pública.
En Colombia, 745 mujeres han sido víctimas de feminicidio en el 2024 y la Defensoría del Pueblo informa de 44 niñas y 11 trans. Además, 144 casos de tentativa de feminicidio y 3710 de violencia basada en género (36% de aumento comparado con el 2023). Estas cifras crudas no engañan y permiten definir un problema social de la mayor importancia. La lógica brota espontánea: ¿de qué sirven las medidas establecidas, severas, si el delito no lo hemos podido disminuir? El tipo de violencia es un problema: psicológica en 2783, física en 1461 y económica en 1158.
Las regiones más afectadas son Bolívar, Antioquia y Chocó. En tentativa de feminicidio: Norte de Santander. Una de cada 4 mujeres adultas y una de cada 5 niñas son los registros actuales en América y en el Caribe.
Múltiples investigaciones han demostrado que el cerebro del feminicida encuentra en la violencia una forma de manifestar su sinsabor. Son estudiados, tienen empleo y carecen de antecedentes sociales o penales. Incluso en el trabajo se llevan bien con sus compañeros. Se ha comprobado una mentalidad machista en donde se creen dueños de sus mujeres: posesivos. Tienen patrones de comportamiento como “los hombres son los que mandan”, nunca lloran y muestran su poder haciendo uso de la violencia. Esto se denomina masculinidad hegemónica. Quizá la desigualdad de autoridad y el poco chance que la víctima cuente esto los empodera y les permite que ejerzan la violencia a su antojo.
La forma preventiva contra la violencia de género es la educación. Formar a estos niños en un ambiente de respeto e igualdad es clave. Hay que recordar que la inmensa mayoría de estos individuos no tienen trastornos mentales. El 60% de estos individuos fueron expuestos a violencia y trastornos mentales en su infancia, usualmente cometidos por su padre. “El decide y ella obedece”, la norma en los hogares de estos feminicidios.
Otro panorama son los hombres con conductas controladoras y guardan relación con la posesión de una persona. Esa propiedad la convierte en un objeto diseñado para el placer y el servicio. Lleva esto a la deshumanización: si no la puedo controlar, la mato.
Supuesto o real los asesinatos por “el honor” debemos incluirlos. Por una transgresión en donde se asesina a una mujer por adulterio, relaciones extramatrimoniales o incluso por haber sido violada. Cada año se presume que hay alrededor de 5000 y “aceptada” por la debilidad de los instrumentos jurídicos y normas judiciales. Esta es una forma de proteger la reputación familiar o seguir pautas religiosas. La violencia y su estudio actúan en 4 niveles: individual, familiar, comunitario y social. Los factores individuales son fundamentales: desempleo, consumo de alcohol y drogas ilícitas, y amenazas de matar con un arma.
Problemas de salud mental, en algunos casos es probable que el individuo cometa el feminicidio y mate. Hay hechos descritos en probabilidad de víctimas: estar embarazada y haber sido víctima de abuso durante la gestación.
Cómo modificamos y direccionamos el DNA colectivo. Los médicos y prestadores de los servicios de salud necesitan un entrenamiento dirigido, y especial para detectarlo y prevenirlo. Las autoridades, especialmente la policía, a quienes se informa previamente, no deben dejar pasar por alto eventos como estos. Hay que aumentar e incrementar las investigaciones y capturas para poder detectar y realizar las intervenciones. Educar e involucrar la sociedad civil es la meta primaria.
Fuente: El Heraldo

El Académico Dr. Remberto Burgos es Médico Neurocirujano, miembro de la Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario de la Academia de Cartagena. Presidente Honorario Federación Latinoamericana de Neurocirugia.Expresidente Asociacion Colombiana de Neurociriugia.
Especialista en Gobierno y Asuntos Públicos.